N33 : JUN 2023 - NOV 2023
ISSN 2007-5480
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Testimonios

Gerardo Quiroz y el idioma de los Ángeles

Francisco Rojas Caldelas *
UAM - Azcapotzalco


Hacer un pequeño ensayo sobre un amigo que se ha ido sin duda es una empresa difícil. Parafraseando a Miguel de Unamuno1 el tratar de encontrar un nuevo amigo que aparece en el circuito de la vida nos perfecciona en distintos ámbitos y situaciones; nos enriquece más aún por lo que de nosotros mismos, que por lo que de él mismo nos da.

Mi primer encuentro con el profesor Gerardo Quiroz se dio en la oficina de la dirección de la Maestría de Lingüística Aplicada de la UNAM en Ciudad Universitaria. Sentí una mirada esquiva desde el lado opuesto de la oficina de la dirección de la Maestría, en ella la secretaria Guillermina (Guille) nos llamaría por orden alfabético para ser entrevistados por el comité de admisión como un primer filtro de análisis sobre el perfil de los candidatos. Luego vendría el examen de conocimientos como profesores de lenguas extranjeras y después un examen de dominio del idioma que cada uno enseñábamos.

La mala noticia fue que en ese año habían aplicado alrededor de 62 candidatos para sólo 15 estudiantes elegibles. Entonces en las entrevistas se veía, como es normal, a los futuros compañeros en el papel de potenciales rivales para ingresar a esta Maestría de Excelencia.

Siempre me he considerado una persona amable y creo firmemente que es mejor tender puentes relacionales que crear abismos oscuros. Entonces le dirigí directamente la mirada a Gerardo y él bajó la mirada como de rayo y le pregunté: ¿Eres aspirante a la maestría? Y fue la primera vez que oí su voz nasalizada y me preguntó con su verbalización excesivamente acelerada ¿cómo te llamas? Le dije Francisco Rojas y él respondió yo soy Gerardo Quiroz, maestro de FLACSO2. A lo que seguí, y le dije suerte con tu entrevista. Y ni siquiera me contestó. En ese instante lo llamaron y se fue.

A mí, la verdad me fue horrible en la entrevista: Marilyn Chasan, Natalia Ignatieva, Guadalupe Añorve y Carmen Tobío como miembros del comité de ingreso, me señalaron que no podría con la maestría, me hicieron como mil preguntas del currículum y muchas otras del tema de tesis. Mi entrevista duró como veinte minutos y la de Gerardo sólo cuatro.

Salí bastante abrumado y enfrente en la facultad de ingeniería había un puesto de dulces y refrescos; allí estaba Gerardo y fui a preguntarle a ver cómo le había ido, comía una deliciosa torta cubana. Me dijo súper, de maravilla que a los asesores les había encantado su currículo y casi no le preguntaron nada. Me sentí fatal, a mí me habían hecho la advertencia que, si no obtenía una calificación alta en los dos siguientes exámenes, no podría entrar en esta generación y que aparte debería de tomar el curso de formación de profesores del CELE para entrar en la próxima generación. A pesar de tener 2 diplomas cursos de formación de profesores y el del Consejo Técnico de la UNAM.

Sin embargo, Gerardo con buen espíritu me dijo; yo creo que tu si te vas a quedar porque eres un gran profesor. Yo fui hace como tres años al centro Banamex de Coyoacán cuando tú impartiste una clase gigante como para 200 personas y hasta te aplaudí. El caso es que como haya sucedido3 los dos nos quedamos en la maestría.

Ya como alumnos de la maestría, y como sucede en todos los salones de clase, aconteció una geografía académica de trabajo particular. Se tenían que realizar alrededor del 60 por ciento en trabajos por equipos. Eran como 25 mujeres y 5 hombres. Bueno, las damas sólo trabajaron con mujeres, 2 profesores de Sinaloa hicieron su equipo norteño del pacífico y yo me quede con Gerardo como miembro de mi equipo.

Un primer e importante acuerdo para trabajar juntos fue que yo respetase su orientación identitaria como miembro de la comunidad gay. Habiendo vivido en Nueva York, una de las ciudades más liberales en los Estados Unidos, le dije que ése no sería un tema de conflicto.

Debo aclarar que Gerardo, en su rol de profesor universitario consciente de que el tema de género invariablemente ha sido un tema delicado, siempre se condujo con mucha elegancia y humor. Manejó con discreción y confidencialidad su identidad de género a lo largo de toda su carrera. Jamás desplegó un comportamiento cuestionable en los ámbitos universitarios.

En cuanto al humor, vaya que sí lo tenía, poseía una risa explosiva, invasiva, exultante y contagiante, muy similar a la del personaje del pingüino en la serie de Batman que se exhibía a principios de los años 70. En una ocasión, fuimos a desayunar al restaurante I Hop y nos atendió un mesero muy simpático y en cuanto Gerardo se comenzó a reír, el mesero quien tenía el mismo tipo de risa y los dos se rieron de sus respectivas risas; aquello se volvió una enloquecida risa colectiva en varias mesas.

Por el lado académico, siempre fue un devoto de la pragmática discursiva, de la interculturalidad y de la pronunciación sobretodo del standard English4, y como herencia en su cubículo quedó un póster enorme de los distintos fonemas en inglés y su pronunciación.

En el mismo sentido, siempre se desempeñó con gran entusiasmo como un gran promotor de la multiculturalidad, realizó junto con sus alumnos muestras gastronómicas ya fuesen de platillos de origen norteamericano o bien de Inglaterra o hasta de la misma Italia. De la misma forma, participó en las ceremonias navideñas cantando con sus alumnos villancicos en inglés o italiano.

Y ni hablar de su entusiasmo para decorar el cubículo el cual compartí con él durante varios años. Halloween, Navidad, la primavera, el festival de Río de Janeiro, el Gay Parade, existía toda una parafernalia de objetos allí. Aunado a ello su sapiencia en cuatro lenguas extranjeras, nuestro buen amigo y profesor hablaba inglés, portugués, francés e italiano y de los países donde se hablan estos idiomas los visitó durante largas estancias en casas de amigos principalmente: Roma, Florencia, Asís, Londres, Edimburgo, Lisboa, varias ciudades grandes y pequeñas de los Estados Unidos, sólo le faltó visitar Brasil.

No se desempeñó únicamente como profesor en la UAM A sino también en la UAM-I. Tuvo cargaos de gestión como fue el ser el jefe del departamento de evaluación de exámenes del CENLEX en el politécnico, del cual después de casi dos años dejó el cargo. Fue de la misma forma Jefe del Centro De Lenguas en la Universidad de Chapingo. No se le dio trabajar de tiempo completo en la UAM-A y tenía bajo demanda dos concursos de oposición que podrían decirse controversiales.

Lamentablemente escribió poco como investigador. Pero habría que remarcar bien que su mayor dedicación siempre fue en las aulas en las cuales siempre fue defensor de clases que tuvieran un plus cultural, de uso de materiales auténticos, de cubrir los programas con plenitud, de la utilización de la realia mediante folletos, papeles, bolsas, empaques de productos, objetos que recolectaba en sus viajes siempre con fines de carácter pedagógico. Y su taller de verbos era lleno de intervenciones lúdicas, competencias, memoria, dominó de verbos, juegos de baraja con verbos, canciones, total physical response, yo creo que si alguien quería motivar y fundar el afecto hacia las lenguas extranjeras inglés, italiano, portugués y francés fue nuestro amigo Gerardo Quiroz.

Ya sabemos que allá donde quiera que estés te encontraremos hablando el idioma de los ángeles.


* Francisco Rojas Caldelas: Licenciado en Diseño Industrial por la UAM-Azcapotzalco, profesor de inglés por la UNAM, Maestro en Lingüística Aplicada por la UNAM, Doctor en Educación por la Universidad La Salle. Posee publicaciones en las líneas de investigación en: enseñanza de lenguas, evaluación, comprensión de lectura, diseño curricular, pragmática, hermenéutica, tecnología, fotografía y arquitectura bioclimática.

1 Escritor y filósofo español.

2 Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

3 Después nos enteramos que habían aceptado a 30. Todos muy buenos alumnos como un experimento..

4 El significado de inglés estándar es el inglés que, con respecto a la ortografía, la gramática, la pronunciación y el vocabulario es sustancialmente uniforme, aunque no está desprovisto de diferencias regionales, que está bien establecido por el uso en el habla formal e informal y la escritura de los educados, y que es ampliamente reconocido como aceptable dondequiera que se hable y entienda el inglés.