N32 : DIC 2022 - MAY 2023
ISSN 2007-5480
32

Número especial

Lo clásico aún en tiempos tecnológicos

Alejandra Sánchez Valencia *
UAM - Azcapotzalco

Resumen

Los años de 2020 a 2022 serán recordados siempre como la etapa de la gran sacudida histórica a nivel mundial, donde la COVID-19 arrasó con la salud y la vida de muchos, y donde los paradigmas educativos fueron atravesados por la tecnología que convivió entre los Baby Boomers, la generación X, los Millenials o generación Y, los Centennials o generación Z, y la muy joven generación Alpha. Y mucho más allá de una cuestión “retro”, ¿sería posible abrevar en lo clásico aún en tiempos tecnológicos, hermanarse y conectar?

En este artículo expondré mi experiencia respecto a cómo se solucionó ese dilema −durante las clases de inglés vía Zoom en la UAM-A−, entre lo analógico y lo digital, demostrando que la evolución o involución en una época es resultado más de los pequeños cambios, de ver al otro, de espejearnos con él y saber que lo clásico, con toda su sabiduría, aún nos acompaña.

Palabras clave
clásico tecnología clases lenguas extranjeras enseñanza COVID generaciones X, Y, Z
 
Abstract

Years 2020 up to 2022 will always be remembered as the great shocking period in History. COVID-19 destroyed both health and the life of many. School paradigms were broken through by technology. And that lived among Baby Boomers, X-Generation, Millenials or Y-Generation, Centennials or Z-Generation, as well as the youngest Alpha Generation. And beyond a “retro” feeling, would it be possible to be fed by the Classics, even in times of technology? Would it be possible to create a feeling of brotherhood in different generations and “to connect”?

This article is about how that dilemma of being between the analogical and digital worlds was solved during our English classes in Zoom at UAM-A. And that is to show that either evolution or involution in a time, is rather the consequence of small changes, of really observing “the Others”, of mirroring ourselves in them, and arrive to the conclussion that the Classics –full of their wisdom− are still with us.

Keywords
classic technology classes foreign languages teaching COVID X, Y, Z generations

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Los años de 2020 a 2022 serán recordados siempre como la etapa de la gran sacudida histórica a nivel mundial, donde la COVID-19 arrasó con la salud y la vida de muchos, y donde los paradigmas educativos fueron atravesados por la tecnología que convivió entre los Baby Boomers, la generación X, los Millenials o generación Y, los Centennials o generación Z, y la muy joven generación Alpha. Y mucho más allá de una cuestión “retro”, ¿sería posible abrevar en lo clásico aún en tiempos tecnológicos, hermanarse y conectar?

     En este artículo expondré mi experiencia respecto a cómo se solucionó ese dilema --durante las clases de inglés vía Zoom en la UAM-A--, entre lo analógico y lo digital, demostrando que la evolución o involución en una época es resultado más de los pequeños cambios, de ver al otro, de espejearnos con él y saber que lo clásico, con toda su sabiduría, aún nos acompaña.

¿Cómo empezó todo? ¿Cuál fue el detonador de la actividad?

La clave estuvo en lo que platicamos en nuestro mismo curso. La lección seis de American English File 1 (2013), del nivel dos fue simplemente el terreno sobre el que danzaron nuestras primeras reflexiones a nivel grupal. Se trataba de un cuestionario sobre la música y gramaticalmente había qué elegir entre el verbo “to be” y los auxiliares “Do” y “Does” para hacer las interrogantes. Lo interesante para mí eran las respuestas de los alumnos con sus propias experiencias. Confieso que las preguntas eran muy generales: “¿Eres un gran admirador de tal cantante o grupo musical? (Are you a big fan of a singer or band?, ¿Eres miembro de algún club de admiradores de x cantante o grupo? (Are you a member of a fan club or forum?).

Y entonces pasamos a las rutinas: ¿Con qué frecuencia iban a los conciertos y a bailar?, que en una época de enclaustramiento podía incomodar la sola alusión a este tipo de salidas prohibidas. Así que decidí enfocarme en lo que sí se podía hacer de puertas hacia adentro: ¿Cada cuándo descargaban música o buscaban letras de canciones?, ¿Había alguna que les gustara en particular?, ¿Y a los que estaban con ellos en cercanísima convivencia en el hogar?, ¿Solían cantar o tararear? Aquí hubo silencio. No estaban seguros de la respuesta.

"Proseguí: ¿Cómo acostumbran escuchar música? Y éste fue el pivote que disparó la cascada de historias. Las respuestas fueron interesantísimas y todo mundo empezó a participar. Todo dependía del lugar en el que estuvieran y con quién −señalaron. En la casa de los abuelitos era muy común oír la radio; con los papás en el coche los CDs −incluso había los que servían para “los viajes largos”−; pero ellos, al trabajar en la computadora escuchaban sus canciones preferidas en línea y muchos gustaban de la plataforma Spotify. Y entonces hablaron del mes de prueba, y algunos pocos añadieron que había “planes familiares” .

Les dije que lo que iba a narrarles podía escucharse como si fuera de la prehistoria, pero no era así. Yo pertenezco, al igual que muchos de sus papás, tíos y quizá jóvenes abuelos, a esa transición que fue de lo analógico a lo digital: Se iba a una fiesta y cada uno cooperaba llevando sus discos de vinyl. Entre los amigos era un estupendo detalle prestarse los mismos para que en cassettes cada quien grabara su selección de canciones preferidas: justamente para armonizar con los momentos tristes, alegres o tensos de nuestra existencia.

Les conté lo complicado que era ahorrar y comprar un disco del cual solo nos gustaban una o dos canciones −que después terminarían rayadas de tanto oírlas−. (Es curioso, pero aquella célebre frase con la que crecimos: “Pareces disco rayado” −resulta inoperante hoy en día−. ¿Y qué decir de sacar la letra de una canción? O nos la daba el profesor de inglés; o alguien que hubiese ido a Estados Unidos o a Inglaterra y comprado su disco por allá, nos permitía, copiar a mano −del sobre dentro de la funda−, la letra de la canción. Era un mundo distinto al que vivían los alumnos, en que podían comprar y descargar únicamente la canción que les gustara; además, en línea y a cualquier hora, podían tener acceso a las letras y traducciones, a los videos de los cantantes y a mucha otra información. Algo que cualquiera de mi generación habría querido para un día de fiesta.
FAME: una serie futurista aún en lo clásico

Recuerdo aquella constante discusión entre el profesor de música Shorofsky y su discípulo Bruno Martelli en aquella entrañable serie de “Fama”, que duró de 1982 a 1987. El tutorando argumentaba a su maestro que el estudio del piano y el escuchar a los clásicos estaba pasado de moda, pertenecía a la época de los dinosaurios; lo nuevo eran los sintetizadores. Ese era, según Martelli, el verdadero futuro de la música.

Shorofsky, bastante entrado en años, así como la pianista que le acompañaba durante las clases para tocar, rieron porque, en definitiva, los clásicos nunca pasarían de moda.

Ambos tenían razón. En aquellos años se gestaban cambios en la música, pues Vangelis de “Carros de fuego” (1981), o Jean-Michel Jarre con su “Oxígeno” de 1976, o bien Isao Tomita, se valían de instrumentos electrónicos y sintetizadores para crear o incluso recrear, como fue el caso de este último que interpretaba a los clásicos.

Y por lo visto era una preocupación de época, pues en 1980 se estrenó la película “Xanadú”. La anécdota era más bien simple: Sonny Malone −pintor y diseñador de portadas de álbumes musicales−, siente que desperdicia su vida en un trabajo que no representa mayor reto para él y en el que no puede crecer. Un día se enamora de la joven que aparece fotografiada en una de las portadas y que no es otra que la musa Kira (Olivia Newton-John), con quien se infiere que se casa en un consentimiento, dado por su padre Zeus, sólo por “un minuto” de la eternidad. No es de extrañarse que la película fuera un fracaso de taquilla. Lo que me parece rescatable es una historia en segundo plano: Sonny, obsesionado por la joven de la portada, sale en su búsqueda, y la encuentra en una antigua bodega que al final será una discoteca; ambicioso proyecto inspirado por la musa, en el que participarán dos generaciones en apariencia bastante apartadas: una representada por Gene Kelly que ejerce como potentado de la construcción, pero que solía interpretar en clarinete y bailar música de las grandes bandas (periodo de la Segunda Guerra Mundial), y por otra , Malone que representa la época disco en que incluso se bailaba sobre patines de ruedas y en la música entraban los modernos sintetizadores.

El día de la inauguración del gran proyecto conviven bailes y piezas musicales que a ratos se fusionan, con lo que se demuestra no solo que el amor entre mortales e inmortales es posible; sino la convivencia de los seres humanos de periodos históricos diferentes.

Pensé entonces en una canción que podríamos analizar en clase: “I just called to say I love you” de Stevie Wonder que recibió el galardón a la mejor canción de 1985.

En tanto, seguramente, no conocían los alumnos al cantante y compositor, hice una breve presentación para ponerlos en contexto: Stevie Wonder (Wikipedia,2022, s/p) era el nombre artístico del músico nacido en 1950, y por el cual era conocido; un cantante afroestadounidense nacido en Michigan, un estado de la región de Los Grandes Lagos en los Estados Unidos.

Les conté que nació de forma prematura y al estar en la incubadora donde había mucho oxígeno no desarrolló las retinas, lo que hizo que fuera ciego desde entonces. No obstante, a lo largo de su vida, le caracterizaron el buen humor, su alegría contagiosa y el talento para componer música y tocar varios instrumentos como la armónica, el piano y la batería, además de cantar.

Expliqué a los alumnos que “I just called to say I love you” fue el tema de una película de 1984 intitulada “La chica de rojo”. La canción, a mi juicio, fue lo único salvable y cálido en aquella producción. En 1985 ganó el Óscar a la mejor canción original, y al recibirlo, Stevie Wonder lo dedicó a Nelson Mandela, prisionero en Sudáfrica, y ahí, justamente, fue vetada la canción en tiendas y radiodifusoras. (Wikipedia, 2022: s/p).

Para ese momento, empezaba a quedar claro a los alumnos que un pequeño marco contextual era importante antes de adentrarnos en una letra de canción. No se trataba de llenar vacíos o perder el tiempo.

Y así comenzamos con lo que en realidad era un viaje a lo largo del año. La letra (Letras.com, 2023) iniciaba con que no era año nuevo como para celebrar; entonces se entendía que era enero. Tampoco había que regalar chocolates en forma de corazón.

− ¿En qué mes estamos?
− ¡Febrero! −gritaron los alumnos.

¿Y si seguía la primavera?: marzo, y así, infiriendo a los alumnos el mes, dijeron que si las flores estaban en su máxima floración era mayo. ¿Y cuándo decidían muchas parejas contraer matrimonio? Desde junio, con el verano. Pero nada de eso, continuaba la letra de la canción, era digno de celebrarse o tenía lugar; por el contrario, se trataba de un día común y corriente; es decir, de nuestra cotidianidad. ¿Qué lo hacía especial? El hecho de una llamada en que se decían tres palabras importantes: “I love you”; para nosotros: Te amo.

Y así seguía el relato: no era la gran felicidad del verano, o el clima cálido de julio, ni la luna de la cosecha para iluminar una noche de agosto. Y aquí pregunté: ¿Y para nosotros? ¿Cuál es la luna más bonita del año?

− La de octubre−, respondieron varios.
− ¡Claro! -contesté. Nosotros tenemos nuestra canción “De las lunas la de octubre es más hermosa, porque en ella se refleja la quietud de dos almas que han querido ser dichosas”. ¿Quién escribió eso?
−Maestra, dice mi mamá −que nos está oyendo−, que fue Agustín Lara.
− Dale las gracias a tu mami, y ustedes, por favor, anoten el dato si lo desconocían.

Había risitas en el grupo, pero sobre todo interés. Estábamos haciendo una lectura atenta a una lírica que desconocían, y se inferían acontecimientos importantes en el calendario: la brisa del otoño, las hojas que caían, la migración de las aves, la alineación de los astros; para ellos “Halloween”, pero para nosotros honrar a nuestros seres queridos en Día de muertos, y así llegábamos a una metáfora en que la alegría de la otra persona era comparada con el júbilo navideño que era para agradecer.

Una vez más, no se trataba de ninguno de esos momentos clave en el calendario. Se trataba de algo que, aunque antiguo resultaba nuevo y llenaba el corazón como no podían hacerlo otras palabras y se refería a un: Te amo.

La grandeza del tema radicaba en recordar que es en la cotidianidad, en el milagro de la vida, donde podemos manifestar el más hermoso de los sentimientos: el amor. Y entonces fue reflexionar sobre lo que como humanidad estábamos viviendo: no solo el confinamiento, sino el peligro que podía representar dar o recibir un abrazo o un beso. ¿Qué era lo que dolía tanto a quienes perdían a un ser querido en esa época? El no poder despedirse, el no acariciar la frente del otro en agonía, el quedarse con un “te amo” o “te quiero” en la garganta, “porque está reservado para los cumpleaños y Navidad”. ¿Y los otros días, es decir, en lo cotidiano, acaso no era válido? −reflexioné con los alumnos−.

Esto es justamente “un clásico”, advertí, aquello que no obstante el tiempo, nos sigue diciendo algo que resuena en nosotros. Oímos la canción y yo no podía evitar que se deslizaran las lágrimas por mi rostro. En los días anteriores había recibido mails de alumnos que habían perdido a sus padres o a sus tíos.

Antes de terminar la clase añadí: Este fin de semana harán una tarea especial; serán investigadores y ésta será la técnica: preguntarán a dos de las personas con quienes estén viviendo ahorita, llámese papá, mamá, abuelitos, tíos, primos o hermanos, cuál es su canción preferida en inglés. Cuando les digan el nombre den las gracias e inmediatamente vayan a buscar la letra, escuchen la canción, traten de averiguar tanto como puedan y cuando ya se sientan listos con la información trabajada, regresen y cuenten sus hallazgos a quienes preguntaron y me escriben para narrar cómo les fue y cómo se sintieron. Además, hagan lo mismo para la que consideren es su canción preferida en inglés y piensen, después de analizar y recabar información, si coincide con lo que ustedes creían o imaginaban de la misma.
¡Vamos a ver qué descubren! Hay quienes se quejan de sus papás y sus hermanos con el confinamiento; den las gracias si todavía los tienen, algunos de sus compañeros ya los perdieron.

Me quedé pensativa; gracias a la tecnología las clases continuaban, y la tarea que acababa de solicitar a los alumnos tenía que ver con “ir a buscar los clásicos de la familia”.

Ítalo Calvino, en las razones que pronunciaba en su interesantísimo ensayo: “¿Por qué leer los clásicos?”, los definía así: “Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menos para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos”. (2012, posición 73).

Él hablaba de “los libros”, sin hacer distinciones entre antigüedad, estilo o autoridad. Yo me permitiría una concesión: la lectura de los clásicos estaría conformada por la letra de las canciones que aún siguen resonando en nosotros y con las que pudiéramos dialogar.

Pensé en trovadores y juglares, que después de todo difundían música y poesía. Y recordé que, en 2016, a Bob Dylan se le otorgó el Premio Nóbel de Literatura −y ha sido el único músico galardonado con tal distinción−, lo cual generó polémica en la opinión pública (Pérez, J., s/f).

Y consideré lo dicho por la estudiosa Anne Janzer (2016, p.4), que se ha dedicado a escribir sobre la escritura, y señala que en el mundo hace falta más escritores por una sencilla razón, porque la mejor escritura propicia los momentos de comunión entre autor y lector.

Ítalo Calvino señalaba que las lecturas de juventud podían ser poco provechosas por varias razones: inexperiencia en la vida, impaciencia y distracción; pero con este confinamiento dábamos un giro de tuerca a esas variantes: juventud, sí; ¿Impaciencia?, más bien contábamos con tiempo y la oportunidad de hablar con la voz de la experiencia: los mayores.

Una de las reflexiones de las alumnas fue:

Cada canción que es escrita empieza a contar una historia, pero esta dependerá del sentido que cada uno de nosotros le dé. Es por eso, que en el momento en que uno escucha la música que oían nuestro familiares o amigos, nos llena de sentimiento, porque cada melodía fue escrita de tal manera, para que nos haga sentir y recordar viejos sucesos que pasaron en nuestras vidas. Así también creo que cada canción escrita, en los tiempos de antaño, no contenía palabras ofensivas u obscenas, al menos yo siento que no era muy bien visto ese tipo de palabras en una canción.

Por cuestiones de tiempo y espacio solo compartiré unos cuantos testimonios de los enviados por los alumnos. Lo primero que me llamó la atención fue que, por los nombres de los cantantes, podíamos ya identificar a las generaciones. Entre otros fueron mencionados: Frank Sinatra, The Beatles, John Lennon, The Animals, The Mamas and the Papas, y de manera recurrente Credence Clearwater Revival. En otro grupo entraban Kiss, Rolling Stones, Pink Floyd, Queen, David Bowie, Phil Collins, Donna Summer, Olivia Newton John y Christopher Cross.

Un primer gran bloque en que hubo coincidencia entre los padres de familia tenía que ver con las canciones que en tiempos difíciles brindaban esperanza y optimismo. Como veremos, esta fue una oportunidad dorada para que el joven estudiante viera desde otra óptica la fuerza de su progenitor a través, curiosamente, desde la fragilidad que se atrevía a compartir.

Una de las canciones más mencionadas fue “Have you ever seen the rain?” de Creedence. Veamos tres de las coincidencias y las reacciones entre los alumnos y sus padres:

Esta es una canción por parte de mi papá --que desde hace años he notado que la escucha--. Cuando le pregunté si sabía lo que dice, y a qué se refiere la letra de la canción, me explicó y me dio una idea vaga de ella. La busqué en internet y coincidió con la explicación de papá. Como primer aprendizaje me quedo con que al escuchar una canción del idioma que sea siempre hay que saber de qué se habla, qué dice y a qué se refiere; no solo quedarnos con la tonada, el ritmo o demás: A mí en lo personal esa interpretación me gustó en un principio solo por el ritmo que tiene: pero al identificar la letra puedo ver y saber que es una canción bastante sensible y que les llega a esas personas que siempre pasan por problemas fuertes y que después de eso viene un descanso para ellos, algo así como “Después de la tempestad siempre viene la calma” o “Todo lo bueno siempre llega después de una tragedia”, y que al final de todo hay que ver ese lado bueno, eso bonito que después llega. Esta es una canción, en lo personal, muy linda y ahora puedo decir que es una de mis canciones favoritas tanto por su ritmo, el sonido, la tonada y exclusivamente por la letra.

Otro testimonio de la misma fue:

Una de las canciones que más le gusta a mi papá es “Have You Ever Seen The Rain” de Creedence Clearwater Revival. Él me comenta que es una canción que habla de un par de enamorados, que mientras dialogan él le pregunta a ella ¿Has visto alguna vez la lluvia caer? Cuando le busqué la traducción realmente se sorprendió bastante porque en ningún momento se infiere que es un par de enamorados. Le agradó mucho saber que es una canción buena para los momentos difíciles, que hasta en los días soleados puede llover, pero lo mejor de todo es que después de la tormenta llega la calma y eso lo sabemos. Realmente, es grato sacar este tipo de palabras de personas tan cercanas a uno.

Y en un tercer testimonio, donde es la madre quien elige dicho tema, el alumno relata:

La canción favorita de mi mamá es HAVE YOU EVER SEEN THE RAIN de la banda Creedence Clearwater Revival. Descubrí que esta frase significa “Quiero saber si alguna vez ¿has visto caer la lluvia en un día soleado?”. Básicamente, lo que esto significa es que, pese a que todo iba bien, seguía habiendo tremendos problemas. Y lo asocié a que a veces las personas que menos pensamos pueden tener problemas que no imaginamos; pueden mostrar una gran sonrisa, pero por dentro no se sienten así.

Y otra fue “Don´t Worry, Be Happy” de Bobby McFerrin.

Esta canción sin duda se volverá una de mis favoritas ya que es muy contagiosa y el mensaje que trae implícito es que pase lo que pase no te rindas y seas feliz, que no te preocupes, pues finalmente todo se soluciona.
 
Cuando le comenté a mi papá me dijo algo que me dejó sin palabras: que es una de sus canciones favoritas porque cuando siente que ya no puede, la escucha y sigue adelante; que por más difíciles que estén las cosas siempre existe una salida y no queda más que sonreír.

Con estos ejemplos podemos ver el modo, en que como refería Ítalo Calvino (2002/2012), armamos nuestros clásicos. Él decía: ante todo se lee por amor, no por obligación; aunque al estar en la escuela, y en este caso en sus clases de inglés, todo empezó como una tarea, pero ésta los guiaba al encuentro de la parte más humana con sus seres queridos, a un amoroso descubrimiento.

Dentro de los testimonios en que resultan más palpables las convivencias generacionales entre los clásicos y las tecnologías, podemos dar fe con los siguientes testimonios en que hay una recapitulación en el recuerdo entre lo propio y “lo otro”; lo nacional y lo extranjero. Una vez más, parte de la belleza del ejercicio es poder observar al progenitor no como al que se conoce hasta el momento de la actividad, sino alguien que también fue más joven −tan joven como el hijo o la hija que preguntan−, y empezó a tejer su futuro, a fincarlo, tiempo atrás.

Y en otros testimonios, como el que presento a continuación, la alumna hacía conexión con su papá, al sincerarse y platicar sobre un tema musical, y saber que mientras ella estaba aprendiendo el idioma inglés, su papá no resultaba del todo neófito con tal lengua, que de uno u otro modo empleó al vivir en el vecino país del norte:

Le pregunté a mi papá cuál era su canción favorita en inglés y me dijo que era: “Another Day in Paradise” de Phil Collins, pues le recordaba cuando estuvo en Estados Unidos trabajando. Me comentó que él interpreta la letra como un viaje que se hace en la vida. Después yo le comenté que me puse a analizarla y le conté sobre mi modo de verla y le pareció que podía ser posible; en realidad, no se sorprendió mucho porque tiene conocimiento del inglés y comprende la traducción. Pienso que compartimos el significado de la interpretación. De hecho, cada que pongo mis “playlist” en Spotify me sugiere que ponga esa canción y así lo hago. En lo personal me gusta esa canción, así como otras que tengan ese estilo de balada en inglés.
 
Ya conocía esa pieza, pero no me había puesto a analizarla y cuando la puse ayer iba a la vez leyendo la letra ya que la app donde escucho mi música tiene esa opción de karaoke y no tuve dificultad para comprenderla; de hecho, la mayoría de las palabras las entendía y sabía su significado, aunque una que otra las desconocía y busqué. Fue una bonita experiencia el poder comprender una letra que está en otro idioma y me hizo amena la noche.

Con el anterior testimonio podemos observar el modo en que la tecnología ha permeado en las nuevas generaciones y el peculiar vocabulario que en un par de párrafos pueden emplear: playlist, Spotify, app, Karaoke.

Y otra alumna que pasaba el confinamiento únicamente con su mamá en una pequeña población de Oaxaca, relató la experiencia de esa comunión con su madre en el momento en que con unos cuantos datos que le compartió su progenitora, ella pudo dar un seguimiento diacrónico de tema e intérpretes, y así pudo contextualizar a su mamá además de ponerla al día. Era la retroalimentación de dos damas sobre otras dos y el sino del tema:

La persona entrevistada fue mi mamá, quien no escucha música en inglés pero que ha escuchado una canción de disco que cantaba Selena Quintanilla −una cantante texana, que ya falleció−. Lo cierto es que la autora de esa canción y quien la cantó por primera vez fue Gloria Gaynor; cuando le dije eso se sorprendió, ya que la versión que ella escuchó cuando era joven, fue la que cantaba Selena Quintanilla. Así mismo, me dijo que se imaginaba que la canción trataba de alguien que le gustaba bailar y cantar, luego de traducir la canción le hice saber que no era lo que suponía, pues no se trata precisamente de la danza, sino del amor, pero un amor enfocado más hacia uno mismo. La canción habla sobre una persona que sobrevive a una ruptura amorosa y que aprende a salir de ésta y no se deja vencer por las emociones. Al contrario, esa persona maneja bien esa situación, y sabe salir adelante. Esto dicho de manera breve, ya que la traducción de la canción es más detallada. La reacción de mi mamá fue de sorpresa, pues estaba muy equivocada, no solo con el significado sino también con respecto a la cantante original.
 
La segunda canción fue “Yes sir, I can Boogie”, una canción muy conocida y sonada en la década de 1970. Me comentó que no sabía de dónde provenía la canción, pero que en ocasiones la había llegado a escuchar e imaginaba que trataba de alguien a quien le gustaba bailar. Esta vez sí acertó y le causó gracia pues efectivamente describe a una persona a quien le gusta bailar Boogie-woogie, pero como ni ella ni yo sabíamos qué era exactamente eso o a qué se refería, investigué en internet y se trata de un estilo de música Blues especialmente para bailar, que está influenciado por el Rock & Roll.

Y aunque son muchos los ejemplos que podríamos analizar, quisiera retomar lo dicho por Ítalo Calvino: “la actualidad puede ser trivial y mortificante; sin embargo, es siempre el punto donde hemos de situarnos para mirar hacia adelante o hacia atrás”, estábamos leyendo desde el confinamiento, que era nuestro ruido, mientras, (2002/2012, posición158): ”seguimos el discurrir de los clásicos que suena claro y articulado en la habitación”, como fue el caso de “Angel of the morning”, interpretada por Shaggy, en que uno de los alumnos descubrió un detalle importante:

Esta es una canción por parte de mi mamá, y como primer dato quisiera mencionar que no es una pieza de su época; sin embargo, ella me dijo que la seleccionó por el valor sentimental que tiene; pues según me dijo, en algún momento mis dos hermanos y yo se la dedicamos a manera de agradecimiento por muchas cosas y por todo lo que ella nos ha brindado en esta vida.
 
Claro que mamá sabía correctamente el significado de la canción y lo que ésta intenta transmitir. Ahora el aprendizaje que me llevo es que no importa cuánto escuches una canción, el tiempo que tenga o lo popular que sea; lo que realmente importa es el significado que tiene para cada persona. Mi mamá dice que lo que para mí es valioso e importante quizá para otros no lo sea: entonces con eso me quedo, es una experiencia linda.
 
En cuanto a la canción, me gusta; la letra es bonita, la voz es pegajosa al igual que la tonada y ¡vaya con el significado! O por lo menos lo que me transmitió a mí, ahora que la escuché nuevamente. Es un agradecimiento por un apoyo incondicional que se muestra entre dos personas.

Como podemos observar, para el alumno fue un viaje a través del tiempo en doble vía, pues por un lado era recordar (gracias al testimonio de su madre), que él y sus hermanos eran unos niños pequeños cuando le regalaron el disco. Por otra, saber que dicho tema ya resultaba anterior a la época musical que ella asumía como propia. Al final el estudiante concluyó:

Esta tarea me ayuda a experimentar que a veces no todos los que escuchamos música en inglés o en otros idiomas sabemos realmente lo que dice la letra; que a veces solo la escuchamos por un gusto auditivo, pero no comprensivo. También fue muy bonito poder conocer el por qué mis papás escuchan estas canciones, ambas tienen un significado especial para ellos y ahora para mí. La de mi papá por lo que estamos viviendo ahora con este tema de la COVID, pues dice que esto es una tempestad, pero que pronto vendrá una calma total. Y de mi mamá, pues no sabía que era una de sus canciones preferidas después de que sus tres hijos se la dedicamos.

Conclusiones

Finalmente, lo que hicieron los alumnos con esta actividad fue navegar desde lo que contaban sus seres queridos, con quienes compartían la cotidianidad, pero ayudados con las nuevas tecnologías hacia esas otras generaciones; a quienes les precedieron; sus mayores que migraron de lo analógico a lo digital, y abrevaron así en los clásicos de la familia que les anteceden en genealogía, pudiendo contemplar con otros ojos; desde el aquí, el ahora y a la distancia. Y también pudieron partir directamente de lo digital con sus hermanos menores y “el streaming”. Lo importante era “leer” como sucede en la primera ocasión y conscientemente “releer”, que ya lo mencionaba Ítalo Calvino, es una de las características de lo que es “clásico”. Nos decía el autor: “Vuelven a encontrarse esas constantes que ahora forman parte de nuestros mecanismos internos y cuyo origen habíamos olvidado. Hay en la obra una fuerza especial que consigue hacerse olvidar como tal, pero que deja su simiente” (2002/2012, posición 79).

Por lo tanto, los clásicos nos ayudan a recordar y a entender quiénes somos y en dónde nos encontramos; una actividad cuyos resultados he mostrado en el presente artículo, además de demostrar que un acercamiento generacional es posible, ayudó a los estudiantes a revalorar los momentos luminosos a nivel familiar. La evolución o involución en un periodo histórico o de nuestras vidas personales, siempre será una posibilidad latente en cualquiera de las dos vías. Y remontarse a lo clásico aún en tiempos tecnológicos será nutrir nuestra cotidianidad, conectar con los nuestros y los otros para celebrar un día más de vida y el amor que nos nutre.

Referencias

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Calvino, I. (2012). Por qué leer los clásicos. (Biblioteca Calvino). Madrid: Siruela. [Edición electrónica Kindle con 4,741 posiciones en lugar de páginas]. (2002 edición en papel).

De Silva, et al. (Productores) (1982-1987). Fame [Serie de televisión]. Estados Uidos: NBC Syndication.

Drai, V. (Productor), & Wilder, G. (1984). The Woman in Red [Película]. Estados Unidos: Orion Pictures.

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Janzer, A. (2016). The Writer’s Process. Getting Your Brain in Gear. California, E.U.: CPC (Cuesta Park Consulting). [Edición electrónica Kindle con 188 páginas en lugar de posiciones].

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Pérez, J. (s/f). Bob Dylan: Trovador de tiempos modernos. En Magis profesiones + innovación + cultura (Edición 455). Desde https://magis.iteso.mx/nota/bob-dylan-trovador-de-tiempos-modernos/ consultado el 24 de noviembre de 2022.

Wikipedia. Stevie Wonder (Biografía). Desde: https://es.wikipedia.org/wiki/Stevie_Wonder. Consultado el 23 de noviembre de 2022.
Wonder, S. (1984). I Just Called to Say I Love You. En The Woman in Red [álbum]. Estados Unidos: Discográfica Motown.


* Alejandra Sánchez Valencia: Profesora-investigadora titular C, tiempo completo en Lenguas Extranjeras en la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. Licenciada en Enseñanza de Inglés, maestra en Estudios México-Estados Unidos, y maestra en Letras Modernas (en Lengua Inglesa), diplomada en literatura infantil y juvenil, realizó una estancia académica en la Universidad de Oslo, Noruega sobre cuentos folclóricos. Pertenece al Grupo de Investigación de Lingüística Aplicada (GILA) de la UAM-A, así como al Grupo Fronteras de Tinta de la FES Acatlán y a la ChLA (Children’s Literature Association). Ha sido ponente en congresos dentro y fuera del país. Cuenta con publicaciones nacionales e internacionales de artículos de investigación y obra propia.