Interculturalidad
Conceptos y soluciones posibles de traducción cultural
Jing Li *
Universidad Renmin de China
Resumen El planteamiento del concepto de giro cultural ha llevado a establecer una relación más estrecha entre la cultura y la traducción, creando, al mismo tiempo, un término que es muy popular en humanidades: la traducción cultural. Sin embargo, la candente discusión sobre este tema desde distintos puntos de vista ha hecho que este concepto sea vago y confuso. A esto se suma que las diferencias entre países, lenguas y costumbres, así como los problemas de comunicación intercultural hayan hecho que la traducción cultural sea un gran desafío. Teniendo en cuenta el desarrollo de dicho término, este artículo analiza algunos problemas en este ámbito. Así, mediante un análisis en profundidad sobre las connotaciones de los conceptos, el presente estudio explica muchos fenómenos de traducción relacionados con la cultura. |
Summary The concept of “Cultural Turn” has brought about a closer relationship between culture and translation, and has also formed a concept that is extremely popular in many humanities disciplines - cultural translation. However, the heated discussion of cultural translation by different discipline backgrounds has caused this concept to be vague and confusing to some extent. In addition, cultural differences, communication, and cross-cultural communication issues also make cultural translation more challenging. Based on the development process of cultural translation, this paper analyzes some ambiguous issues in cultural translation. Through in-depth analysis of the connotation of related concepts, this article will better explain many cultural-related translation phenomena. |
Palabras clave giro cultural, traducción cultural, interculturalidad, transformación, traducibilidad, descontextualización. |
Keywords cultural turn, cultural translation, interculturality, transformation, translatability, decontextualization. |
Introducción
Muchos han sido los académicos que se han ocupado del concepto de traducción cultural. La mayoría de ellos han establecido ideas básicas sobre su significado, pero todas tienden a ser confusas y vagas, lo cual puede deberse a que existen demasiadas definiciones acerca de la cultura y que falta consenso al respecto. No obstante, la traducción cultural siempre ha sido una herramienta conceptual clave y se ha usado en diferentes ámbitos académicos.
Por este motivo, todas las actividades de traslación relacionados con contactos o negociación cultural se pueden llamar traducción cultural en un sentido amplio de la palabra, ya que su esencia radica en la coordinación e integración de distintos aspectos y niveles, y en el pleno respeto a las diferencias culturales. Es más, la transmisión de diferencias culturales es un factor clave en la comunicación intercultural. Por ello, hay que mantener una actitud abierta y tolerante, y tener coraje y sabiduría para enfrentarse a los diversos problemas que se produzcan en la traducción cultural, buscar soluciones efectivas y explorar constantemente la traducibilidad de la cultura, hecho que representa un desafío que no puede ser ignorado. En este aspecto, la psicología cultural y el estado psicológico de la inconsciencia del profesional influyen de manera determinante en la selección y formulación de estrategias de traducción.
1. La traducción cultural
La cultura siempre ha sido una parte fundamental de la traducción y el significado cultural apenas se ha solidificado. Cada persona posee un recorrido y experiencias culturales diferentes que llevan a interpretar, comprender y reconstruir el significado cultural de distintas maneras. Por ello, la falta de experiencia común dificulta la traducción a nivel cultural. Teniendo esto en cuenta, dicho proceso de traslación en el contexto del poscolonialismo provocó inquietudes sobre cómo se debía llevar a cabo este, y profundizó en cómo asimilaba el receptor la información y en el papel crucial que representaban los factores culturales en esta actividad. Es decir, el foco principal estaba en el proceso más que en el resultado.
Posteriormente, en 1990, el término giro cultural apareció por primera vez en el libro Translation, History and Culture (Bassnett y Lefevere, 1990). Pero, ¿qué es realmente un giro cultural? ¿Cuándo empezó a utilizarse? Ante estas cuestiones no parece haber una postura clara. Con respecto a cuándo empezó a utilizarse, algunos afirman que fue en la década de los ochenta y otros, en los 90. Sin embargo, en los 80, en los estudios de traducción ya se había observado el uso de este proceso y, en los 90 fue cuando se popularizó la traducción cultural, orientada e inducida por la teoría poscolonial. Por su lado, el giro cultural que se popularizó a principios de la década de los noventa no supuso un gran cambio en los estudios de traducción, sino que más bien fue un resumen de los análisis realizados en los 80 y la continuación y el desarrollo de investigaciones de la traducción cultural en el pasado. Además, fue un claro indicativo de que los investigadores habían cambiado el enfoque o el foco de atención del lenguaje al significado cultural. Así, el giro quiere decir cambiar la dirección, pero no es más que la aparición de intentos de explicación interdisciplinarios. De hecho, es exacto decir que es un giro cultural.
Por otro lado, la traductología tradicional, representada por Schleiermacher y Benjamin, no puede separarse de las teorías contemporáneas. Así, muchas de sus ideas aún tienen enormes, esclarecedores y prácticos efectos sobre los estudios actuales. Hay que tener presente que cuando estos autores hablan sobre problemas de traducción, siempre prestan una especial atención a la cultura.
Asimismo, en 1954, Casagrande señaló que en la traducción no se traduce el lenguaje, sino la cultura. Esto demuestra que la cultura y la traducción han estado vinculadas desde hace tiempo.
Décadas después, Berman (1992) habló de la traducción bajo el contexto del proceso cultural de Alemania romántica en su libro The Experience of the Foreign: Cultura and Translation in Romantica Germany. Y, posteriormente, Buden y Nowotny (2009: 199) ubicaron la traducción cultural en el romanticismo alemán. Asimismo, autores como Humboldt, en el siglo xix, exigieron que el traductor fuera fiel al Das Fremde de la lengua de origen, refiriéndose, en este caso, a la cultura del país extranjero. Así, Buden y Nowothy afirman que, para Humboldt, la traducción siempre fue cultural (ibid.) y que su objetivo era promover la superación y el desarrollo de la nación alemana para que su lengua y cultura aprendieran de la cultura extranjera y, de este modo, que se fortaleciera su propio espíritu nacional. Desde este punto de vista, el propósito principal era utilizar una cultura extranjera para enriquecer y desarrollar la cultura local, siendo el centro de atención la cultura.
Asimismo, Bhabha (2004) explicó que la traducción cultural no es un concepto convencional, ya que no solo se refiere a los textos en el idioma de origen o destino, o al proceso técnico de transcribir el texto de una lengua a otra, sino que se centra en la naturaleza dinámica del proceso de traducción. En un sentido más amplio, Hassan (2011: 63) afirma que cualquier escritor bilingüe que haya introducido una cultura en otra debe ser un traductor cultural, que entienda dos idiomas. De este modo, la traducción cultural es una actividad bidireccional porque explica una cultura a otra. Por ejemplo, la literatura chino-americana es, obviamente, una forma de traducción cultural. Así, aunque no existe un texto fuente definido como objeto de traducción, el uso del inglés es de estilo de traducción. El caso de la literatura chino-americana es un fenómeno muy interesante, en el que se puede destacar a Ha Jin, un escritor chino que inmigra a Estados Unidos y que suele escribir en inglés directamente, pero las ideas que expresa son chinas. Esto mismo ocurre con otros materiales culturales elaborados por otros escritores con similares características. En ellos, su escritura puede llamarse literatura de traducción porque es un producto de la traducción cultural.
Asimismo, Pym (2010: 149) está de acuerdo con Bhabha y argumenta que la teoría de la traducción cultural se centra en el texto de traducción, ya sea escrito o hablado, pero el foco debe estar en el proceso cultural, en general, y no en productos de lenguaje limitados. Es decir, la característica más destacada de la traducción cultural, según Bhabha, es la ausencia de textos fuente específicos y que la traducción se realiza en un tercer espacio, donde se produce un proceso comunicativo entre la cultura de origen y la meta. Así, Wang Ning (2014) entendió este proceso como una explicación transcultural.
Hay que subrayar que, en el proceso comunicativo, el traductor se encarga de transmitir los elementos particulares de la cultura origen a los lectores meta. Debido a que estos profesionales se enfrentan a lectores con diferente bagaje cultural, necesitan emplear distintos términos para que los conceptos culturales puedan ser entendidos. A este respecto, Bhabha se inspiró en la visión que Benjamin tenía de la traducción y dio una gran importancia a la heterogeneidad cultural. Desde esta perspectiva, la traducción cultural se puede resumir como un concepto que se relaciona directamente con el contacto y la comunicación intercultural y, con ellos, la traducción aporta heterogeneidad al idioma de destino. Además, no hay que olvidar que cuando el traductor se da cuenta de las diferencias culturales que existen entre los idiomas de origen y de destino, conocerá mejor la interacción, realizará mejores interpretaciones sobre las condiciones culturales y explorará alternativas para imaginar cómo es el público meta.
Incluso algunos autores señalan que la traducción cultural se basa en la interpretación y que es el núcleo de cualquier proceso transcultural (Murphy y Kraidy 2003: 14), pese a que muchos de estos académicos no han pasado por alto la heterogeneidad insondable entre las culturas diferentes.
En resumen, si queremos traducir elementos particulares del lenguaje, debemos acudir a la traducción cultural, que se caracteriza por el contacto directo entre dos civilizaciones, la integración de distintos componentes en el texto del idioma objetivo y la introducción de expresiones peculiares de una lengua desconocida y sus connotaciones peculiares para los lectores meta. Con todo esto presente, la traducción cultural se puede ver en todas partes.
A estos aspectos hay que añadir que los valores y prácticas culturales incorporados en los significados culturales constituyen mundos diferentes. Así, solo a través de la comunicación y la negociación se puede producir una verdadera traducción cultural. Sin embargo, existen muchos problemas a la hora de construir y reproducir las connotaciones particulares de cada idioma, las cuales varían con la época y las tendencias de cada momento.
Por este motivo, para reproducir un significado cultural es indispensable poseer conocimientos históricos y culturales, gracias a ellos, el traductor discernirá entre distintos significados. Así, por ejemplo, es posible que en diferentes culturas un mismo referente no comparta el mismo significado. A esto hay que añadir que la cultura ajena no es fácil de comprender para los que no pertenecen a ella y es difícil que la traducción literal de las palabras exprese de forma adecuada el sentido original. Por ello, hay que tener en cuenta tanto los aspectos lingüísticos como los culturales.
Es más, según Benjamin y Derrida, hay que estar alerta ante una única interpretación del significado, por lo que es necesario contemplar varios sentidos potenciales, incluyendo el cultural. Este último se encuentra ubicado en un determinado marco, por lo que hace falta contextualizarlo o, mejor dicho, recontextualizarlo. Por esta razón, es evidente que las diferencias culturales requieren alguna forma de traducción transcultural y la singularidad del lenguaje de una región requiere una comprensión clara que proporcione una base teórica para la noción de intraducibilidad.
No obstante, todas las formas culturales tienen la posibilidad de ser traducidas. Para ello, se debe elaborar un campo mixto de interpretaciones que pueda revelar cómo este significado cultural se copia y transmite en el texto del idioma de destino. Asimismo, debe indicarse que la globalización ha llevado a los diferentes grupos culturales a ser más conscientes de las reglas y costumbres de otras regiones, así como a entender los hábitos y experiencias de cada uno.
Por su lado, Pym (2010: 149) indica que el término traducción cultural suele asociarse con la transferencia de material, el estatus del traductor, la hibridación cultural y el cruce de fronteras. De todo ello, se debe prestar especial atención a la hibridación intercultural relacionada con los resultados de la traducción cultural. Así, después de un proceso de selección y adaptación continuo, y de la interacción de dos culturas, el contenido original puede evolucionar hacia un cosmopolitismo. Para describir este fenómeno, Bhabha (2004) usa los conceptos de hibridez e hibridación para referirse a un mismo significado y señala que se trata de un proceso continuo y no de un resultado completado.
Así, la hibridación es una consecuencia de la globalización y mientras esta no cese, dicho fenómeno continuará produciéndose. Al mismo tiempo, esto contribuye a una adaptación cultural y puede considerarse como un requisito previo para la traducción cultural, la cual debe tener una relación directa y estrecha con la comunicación intercultural. Además, desde la perspectiva de la epistemología, el análisis de la traducción cultural nos ayuda a comprender cómo se forma el discurso intercultural construido desde un punto de vista cosmopolita.
Por otro lado, la discusión sobre la traducción cultural que tiene lugar en la actualidad no puede separarse del concepto de transculturación propuesto por el antropólogo cubano Fernando Ortiz. Este hace referencia a la llegada de nuevos elementos a la cultura de la lengua meta que pueden afectar a los factores que ya existían en dicho idioma antes, pudiendo perderse o modificarse.
Los nuevos factores derivados del idioma de origen pierden más o menos la heterogeneidad del principio y el elemento extraño ya no se considera ajeno (Cortés 2010: 102 y Duan Feng 2008). Con ello se deduce que el concepto transcultural se refiere a la combinación de diferentes factores y que la traducción cultural que implica la transculturación se caracteriza por el cosmopolitismo.
2. Transculturación e interculturalidad
La traducción cultural es un nuevo paradigma que pone de relieve las diferencias que existen entre países y regiones para que estas sean compartidas por personas de diferentes procedencias. Desafortunadamente, el paradigma transcultural es difícil brindar una orientación adecuada a los traductores. En cualquier caso, el objetivo de establecer un modelo radica en concretar ciertos valores y modos de comunicación relacionados con el idioma de origen y los lectores del idioma meta.
Hay que tener en cuenta que el paradigma de la investigación interdisciplinaria ha promovido el desarrollo de estudios de traducción. Además, la globalización ha desempeñado un papel importante en esta tendencia, siendo precisamente el flujo de personas la causa de la existencia de la traducción cultural.
Por otro lado, hoy en día, el proceso de globalización se está acelerando y los viajes internacionales durante las últimas décadas se han convertido en un fenómeno que no puede ser ignorado. Tanto es así que las actividades de traducción e interpretación cultural también están creciendo. Asimismo, cada vez más personas experimentan diferentes grados de integración en una cultura extranjera, dando forma a múltiples identidades, entre ellas la de los forasteros que no comprenden la cultura meta, se ha debilitado en gran medida. Además, los que estudian o trabajan en el extranjero introducen diferentes paradigmas transculturales, lo que conducirá a una competición entre ellos y a promover un cambio de modelo desde una perspectiva transcultural y funcional. Por este motivo, el paradigma transcultural está en constante cambio y crea un nuevo punto de vista para los lectores del idioma meta, lo cual les permite participar directa y continuamente en la comunicación y la competición transcultural.
Sin embargo, este viaje cultural no es unidireccional, sino que conduce a la interacción y fusión de diferentes tradiciones. Para hacer frente a ello, surgen distintos modos de proceder, por ejemplo, que un mismo texto tenga diferentes versiones traducidas. Así, por un lado, estará el contenido expresado por el texto original y, por otro, las interpretaciones de los traductores. En este punto, hay que destacar que las desigualdades culturales conducen a veces a la intraducibilidad de ciertos aspectos. Para solventar este problema, los profesionales adoptan la reconfiguración de modelos, lo cual permite una comunicación transcultural.
No obstante, aunque en el marco de una traducción cosmopolita no se conserve el estado que tenía la cultura del idioma origen, sí que se reconstruye el lenguaje y las características formales del texto original. Bajo estas premisas y de acuerdo con el idioma y la cultura de destino, el paradigma de equivalencia tradicional ya no tiene tanto valor o importancia.
Si retrocedemos en el tiempo, en la década de los noventa, el floreciente desarrollo de estudios de traducción estuvo marcado por la investigación interdisciplinaria. Coincidiendo con esto, este período coincide con una etapa de fuerte desarrollo de la traducción cultural, que permitió una abundante creación de paradigmas transculturales y eliminó un cierto narcisismo imperante. En cualquier caso, es necesario comprender las características dialogales e interactivas de la traducción cultural. De esta forma, al aceptar las diferencias culturales, se logra cultivar y fortalecer la actitud no egocéntrica hacia otras personas o elementos heterogéneos. Además, las necesidades de la cultura de la lengua meta llevan a generar cambios en el paradigma transcultural, lo que hace que surjan diferentes etapas y tendencias. Una comprensión clara del paradigma transcultural ayuda a distinguir las diferencias culturales y a plantear métodos de solución correspondientes que se adaptan a las necesidades transculturales relacionadas con la traducción.
En definitiva, de todo ello se deduce que un paradigma único, por poderoso que parezca, no puede proporcionar soluciones a todos los problemas de traducción. Por esta razón, surgen otros modelos que son aceptados gradualmente. La aparición de estos depende de cada traducción y de los paradigmas diseñados para un determinado propósito, por lo que tienen poco espacio para el desarrollo.
Otro aspecto que debe destacarse es que la exploración y el establecimiento de contactos transculturales han alcanzado tal desarrollo que ha surgido una conectividad entre las diferentes procedencias, creando interrelaciones más cercanas. Así, a medida que aumentan los contactos transculturales, se crea una red interactiva de conocimiento y de hechos palpables que incluyen cambios sutiles, aunque críticos en el enfoque y la dirección, esto es, desde la transculturación a la interculturalidad, poniendo de manifiesto la posibilidad de pasar de la traslación de formas culturales a la traducción del significado cultural. En este ámbito, la comunicación intercultural, que se refiere a la interacción y el intercambio de culturas, se convierte en la traslación de una cultura a otra, sin limitarse a la emisión y aceptación. Con ello, se presta más atención a todo el proceso de interacción intercultural, no teniendo por qué producirse entre dos textos específicos, sino que puede darse entre dos culturas. Asimismo, la traducción cultural tiene en cuenta contextos culturales relacionados, los cuales son inseparables de la generación, comprensión y traducción de los significados de una tradición, puesto que la cultura se disemina y desarrolla en diferentes contextos al ser constantemente leída y reensamblada en el proceso de diseminación.
Por lo que se refiere a los contextos culturales, estos poseen diferencias que es posible que generen conflictos que solo pueden resolverse mediante negociaciones. Así, la traducción cultural no es una operación directa desde el idioma de origen hasta el de destino, sino que se genera un tercer espacio donde dichas diferencias, aparentemente irreconciliables, se pueden presentar e hibridar de forma continua y, de esta forma, resolver los conflictos. En dicho espacio, el traductor tendrá la posibilidad de fusionar las dos culturas y explorar otras formas de disipar contradicciones o conflictos. De hecho, la comunicación intercultural se lleva a cabo en ese tercer espacio, donde la hibridación remplaza la homogeneidad. En él, los traductores crean un lenguaje medio que existe entre dos idiomas y culturas, y en el que predominan actividades interrelacionadas e interactivas. El resultado final de esta hibridación es una transculturación combinada con la interculturalidad que se caracteriza por el internacionalismo. No obstante, el paso desde la transculturación hasta la interculturalidad puede entenderse como un cambio de paradigma.
Por otro lado, uno de los fenómenos que crea problemas en la traducción cultural es la intraducibilidad y el escepticismo. Sin embargo, con el aumento de los intercambios culturales, el respeto y la aceptación de la diversidad se ha hecho inherente a esta práctica.
Por último, con el objetivo de obtener resultados apropiados, en la traducción cultural siempre se necesita ajustar el contenido para adaptarse a diferentes situaciones y contextos. En este sentido, la traducción cultural y la extranjerización son diferentes puesto que la primera no copia al pie de la letra la cultura del idioma de origen. Es cierto que el abuso cultural ocurre de vez en cuando, pero lo que realmente importa es que la traducción logre el resultado deseado en términos de comunicación intercultural. Además, la apropiación indebida y el abuso de los textos fuente no son fáciles de definir y siempre tienen diferentes interpretaciones. En cualquier caso, el problema principal es que los lectores meta y el texto fuente, de una forma u otra, tengan cierta conexión cultural gracias a la interacción, la influencia y penetración entre los diferentes modos de pensamiento y los métodos de comunicación intercultural en la traducción.
3. Coordinación cultural
En la traducción cultural, el texto de origen es el que se debe domesticar y ser transformado por la cultura meta, aunque sin perder del todo su identidad, de ahí que se produzca la hibridación. En opinión de Bhabha (2004: 252), este fenómeno genera una nueva identidad y establece una estrecha relación con la traducción y la revaluación de las diferencias culturales.
No obstante, la transformación que se produce con la hibridación en el espacio transnacional es inevitable. De hecho, la traducción cultural supone la introspección e, incluso, la crítica de la propia cultura. Así, por ejemplo, Steiner (1975: 315) y Wang Xianghua (2008), entre otros autores, destacan la función transformadora de la traducción y añaden que cualquier lengua corre el riesgo de ser modificada en un proceso de transmisión. Por ello, algunos consideran la traducción cultural como una nueva área de estudio (Bhabha, 2004).
El proceso de traducción de un contexto cultural a otro se ve influido por valores, modos de pensar y patrones de comportamiento que conducen a cambios en el significado. Por ello, la interacción entre culturas siempre se encuentra en un proceso dinámico de cambio. Es más, según Bhabha, las palabras clave en la traducción cultural son transformación y proceso. Así, en los estudios llevados a cabo sobre este tema, la traducción cultural se refiere al proceso de transformación en una cultura particular. Incluso, la reescritura cultural brinda una gran oportunidad para transformar el idioma de origen y expresar opiniones políticas.
Por otro lado, la aculturación enfatizada por Bhabha es un proceso complejo de apropiación que implica cambio y transformación. Esto se puede observar en personas que han emigrado a otros países, convirtiéndose en un producto de la hibridación, lo que cual hace posible la heterogeneidad, interculturalidad y superación de las fronteras nacionales; todo gracias a la transformación de la cultura origen y la meta, lo cual permite la integración de ambas, es decir, la adaptación mutua resultado de la hibridación, cuya esencia es la transformación o el cambio.
Sin embargo, todo ello va en contra de la regla de fidelidad de la traducción tradicional. Pero la clave del problema no es abandonar la fidelidad ni negar el valor de la autenticidad, sino enfrentarse a lo que realmente sucede en ese proceso. Lefevere (1992) señala que la traducción es una rescritura, opinión que ha provocado un gran impacto y la aparición de muchos seguidores. Sin embargo, no habla de «volver a escribirlo de nuevo» de una manera «neutral», sino de reescribir con reajustes para diferentes audiencias.
Para ello, es necesario tener una mentalidad abierta que permita el acceso a elementos heterogéneos del idioma meta. Así, los diferentes niveles de apertura cultural pueden influir o determinar el establecimiento de distintas estrategias de traducción.
Tampoco hay que pasar por alto que una excesiva domesticación no permite al idioma de destino desarrollarse. Es decir, si se abusa de esta técnica, se pueden producir diferencias ontológicas, ya que el texto traducido puede convertirse en un producto muy diferente del original. Esto no solo provoca una crisis de identidad, sino que también obstaculiza la expansión y desarrollo del idioma de destino porque no tiene la oportunidad de absorber elementos heterogéneos y solo se limita a su propio círculo cultural.
Por su lado, la transformación cultural no se separa del todo del contexto cultural del idioma fuente. Así, en la traducción, el profesional utiliza un lenguaje con cierto grado de extranjerización. Esto requiere un determinado compromiso con las características del idioma origen y, por lo tanto, crear un tercer espacio al que ni pertenece el idioma origen ni el idioma meta, sino que se trata de un lugar donde los dos mutan.
Al hacer que los lectores de la lengua meta experimenten diferencias culturales y psicológicas, la traducción puede abrir más espacio para el desarrollo de este idioma y de su cultura, aunque el lenguaje de las obras traducidas puede tener un tono evidente o característico de traducción. De hecho, suele apreciarse que se trata de un producto híbrido que proviene de una traducción que tiene en cuenta ambos idiomas. En cuanto al tercer espacio surgido en el proceso de traducción, este consiste en un término medio entre el yo y el otro, y brinda una oportunidad para coordinar la negociación transnacional.
Respecto a este tema, Nelson (2007: 363) habla sobre la identidad de las personas con la experiencia de haber vivido en un país extranjero. Estos desarrollan su día a día en diferentes culturas e idiomas, por lo que son traductores culturales. Por esa misma razón, la literatura creada por estas personas es una forma literaria de traducción cultural, puesto que, por un lado, tienen en cuenta su experiencia en la cultura extranjera y, por otro, mantienen su identidad como un extraño o forastero.
A este respecto, no hay que olvidar que los intercambios culturales estimulan y aceleran el ajuste de mentalidad. Así, quienes viven en otros países experimentan el hecho de ser personas de fuera a pasar a ser personas de dentro y de tener una resistencia cultural a integrarse.
Asimismo, la traducción cultural ha provocado cambios y ha mejorado la accesibilidad a la cultura del idioma de origen mediante la conversión y coordinación. Con ello, se ha logrado que los lectores del idioma de destino acepten una lengua o cultura ajena, y que estén dispuestos a experimentar cosas diferentes. De esta forma, el lenguaje ajeno evoluciona hasta ser aceptado de un modo natural por el lector meta. En resumen, para que la extranjerización funcione, primero debe someterse a este mismo proceso a los lectores meta, para que, así, no se preocupen por los problemas de accesibilidad cuando lean traducciones extranjerizadas.
No obstante, en la traducción cultural es necesario reconstruir y explicar significados, pensar en cómo reproducir ciertos usos; es decir, la naturaleza de la traducción cultural debe contemplar un método multidimensional para entender y analizar cuestiones fundamentales de la comunicación intercultural. Así, por ejemplo, a veces nos encontramos con traducciones con un idioma fluido pero sin contenido cultural. De hecho, si este es rico en el texto original pero la traducción pierde el valor correspondiente, el resultado es una traducción insatisfactoria.
Para conseguir una mejor traducción cultural, es necesaria una comprensión más profunda y un gran interés por las diferencias que hay en las connotaciones más arraigadas. Por lo tanto, la principal preocupación para la comunicación intercultural es si el traductor capta bien esas diferencias idiomáticas y las transmite correctamente. En cualquier caso, la adaptación es inevitable y, además, abre un espacio para negociaciones y formular métodos apropiados para abordar posibles problemas de traducción.
Por otro lado, mantener viva la cultura original en el nuevo contexto es un desafío inevitable para los traductores, ya que una traducción muy domesticada conduce a la pérdida de la autenticidad de los elementos primitivos. Sin embargo, la extranjerización puede llevar a que los productos culturales no sobrevivan en el nuevo entorno. Por ello, la primera tarea es la supervivencia y, para conseguirla, la mezcla cultural es, sin duda, la forma más efectiva, no solo para sobrevivir, sino también para florecer.
Hay que tener en cuenta que las diferencias en el lenguaje son más superficiales, mientras que en lo que se refiere a la cultura son más profundas. Por lo tanto, no hay ninguna razón para limitar la traducción cultural a las técnicas concretas de traslación. Es más, si solo prestamos atención a las diferencias entre idiomas e ignoramos los valores, patrones de pensamientos, formas de comportamiento y actitudes sentimentales que implica la conversión del lenguaje, lo que estamos realizando no es una traducción cultural. En esta, las diferencias no deben disimularse ni eliminarse, sino que deben presentarse en la versión traducida. Aunque dichas diferencias son difíciles de tratar si las aceptamos, seremos más conscientes de los límites de la traducibilidad. De esta forma, se puede ver que las personas con diferentes historias y costumbres necesitan establecer canales de contacto y comunicación. Y gracias a la traducción cultural es posible resaltar la heterogeneidad y disminuir la homogeneidad. Pero esta heterogeneidad puede ser incómoda. Por este motivo, los traductores deben esforzarse para que este aspecto sea accesible y compartido por todos. En el caso de que los traductores carezcan del suficiente conocimiento cultural, no serán capaces de realizar las tareas interculturales requeridas en las negociaciones.
No obstante, en algunos casos, ignorar los elementos culturales complejos puede ser un método efectivo de traducción. Tomemos como ejemplo la traducción al español de la poesía que aparece en el clásico de la literatura china Sueño en el Pabellón Rojo, un paradigma típico de descontextualización como técnica de traducción atrevida que pretende lograr un cierto objetivo: reducir la información sujeta a las restricciones contextuales y mejorar la accesibilidad a la versión traducida.
Hay que subrayar que la distancia cultural que nace de las diferencias entre tradiciones hace que sea casi imposible reexpresar lo que se pretende reflejar en el texto original. Por ello, el contenido característico de la cultura original se transforma en un contenido universal y normativo para los lectores del idioma de destino, como estrategia de traducción cultural a largo plazo. Este proceso pone de relieve la naturaleza heterogénea del lenguaje cultural. No obstante, una de las cualidades de la traducción es reflejar las diferencias culturales de modo que puedan expresarse y reconstruirse en el idioma meta.
Debido a la rápida globalización que ha cambiado profundamente nuestro conocimiento y comprensión del mundo, llevar a cabo traducciones a nivel cultural, transcultural o intercultural muestra un cambio significativo sobre nuestra comprensión acerca de la función que cumple este tipo de proceso en la sociedad actual. Así, la interrelación cultural se transforma en una red de reciprocidad que trae efectos a largo plazo, desde diferentes puntos de vista, a la cultura meta, la cual también experimenta cambios.
No hay que perder de vista que transformar el contenido singular de la cultura de origen en algo cosmopolita hace que el patrimonio cultural se pueda compartir mejor y que, con ello, emerjan la transformación y la hibridación cultural. Pero transmitir y compartir este conocimiento requiere una exploración incesante.
Con todos estos aspectos presentes, es llamativo que una parte de la cultura nacional esté empezando a ser reemplazada por una tendencia cosmopolita. De esta forma, las diferencias culturales se disuelven y se transforman en un todo más homogéneo. Por este motivo, la psicología transcultural debe evolucionar hacia una postura intercultural, ejerciendo un importante impacto en la comunicación intercultural dinámica.
En resumen, la traducción cultural es una práctica cosmopolita en esencia, que, incluso, se está transformando en una traducción cosmopolita, lo que implica una conciencia intercultural y una visión global más amplia. Además, hay que tener en cuenta que la incompatibilidad cultural y los malentendidos son inevitables y que existe una creciente necesidad de ser sensible ante las diferencias y el conocimiento de cada región. En definitiva, la información cultural requiere una interpretación intercultural y una reexpresión en diferentes contextos. Así, la comprensión de la diversidad cultural tiene sus raíces en un respeto mutuo que no debe ser superficial y que tiene que basarse en la comprensión.
4. Traducibilidad y descontextualización
Las diferencias que existen en el lenguaje y la cultura de dos idiomas distintos son, sin duda, las culpables de la intraducibilidad y desafían los límites del proceso de traslación con obstáculos e inconvenientes para el profesional. No obstante, también nutre la cultura del idioma de destino. Estos aspectos han sido recogidos por los estudios descriptivos modernos, aunque estos se han centrado más en el idioma meta y no han abordado la discusión sobre la intraducibilidad.
El hecho de eliminar las diferencias no es un proceso difícil para el traductor, lo complicado es mantenerlas y transmitirlas de manera efectiva. Al fin y al cabo, el objetivo de la traducción cultural es transmitir cualidades del idioma de origen. Por ello, la intraducibilidad cultural hace más bien referencia a la información cultural y la transmisión de esta no puede separarse de la reproducción o transformación de las formas culturales. Es decir, la traducción cultural no se limita a reproducir determinados detalles, sino que se centra en el modelo general de traducción. Y, en consecuencia, las confusiones epistemológicas llevan a dudas sobre la convertibilidad y traducibilidad de los factores culturales. En resumen, la traducción cultural no solo implica la traslación del lenguaje, sino también de las formas de pensamiento.
Dada la naturaleza particular de muchas referencias culturales, los miembros de algunos grupos están interesados no solo en la eliminación de las barreras para una lectura fluida, sino también en evitar posibles pérdidas importantes de información. Por ello, teniendo en cuenta la relativa exclusividad del lenguaje cultural, a veces es difícil para los lectores meta entender del todo el contenido. A pesar de ello, las referencias deben reducirse de manera adecuada.
Mantener el contenido cultural del texto origen solo se debe hacer cuando sea necesario porque una gran cantidad de alusiones culturales puede abrumar al receptor y que este pierda interés por la lectura. Con el fin de evitarlo, el traductor no debe agregar muchas notas a pie de página. De este modo se refleja que el objetivo de aplicar una traducción extranjerizada es ayudar a comprender de forma correcta el significado original, pero sin que dicha extranjerización sea la estrategia más adecuada ni la mejor forma con que los lectores adquieran el significado cultural.
Debido a la intraducibilidad cultural, hace unos años se retomó la antigua práctica de la traducción, esto es, los profesionales volvieron a centrarse firmemente en el texto original. Sin embargo, en la actualidad se ha producido un retorno intensificado a esta metodología con una pérdida de significación cultural que se ve compensada por una gran cantidad de información detallada sobre contextos históricos y culturales específicos. Aunque en algunos casos esta forma de proceder sea necesaria, hace tan explícito el contexto que puede ser muy perjudicial para la legibilidad.
Por otro lado, el hecho de que no se lean obras literarias extranjeras refleja, desde la perspectiva de la comunicación intercultural, la dificultad de poder captar de forma absoluta el significado cultural. Por ello, se teme que determinadas connotaciones no se expresen de un modo adecuado y que se pretenda elaborar una traducción comprensible y legible que haga la traslación cultural casi imposible.
La intraducibilidad de la cultura ha sido siempre un elemento de discusión en el ámbito de la traducción. Así, en 1965, en el libro A Lingüistic Theory of Translation, Catford ya reflexionó sobre dicho concepto.
Lo que está claro es que la traducción no es una mera transferencia de significado, dado que la forma y estilo son también importantes, motivo principal de la intraducibilidad. Si estos se ignoran, se omiten sus características primigenias, aunque la intraducibilidad de la cultura se reduce en gran medida. Sin embargo, lo que se realiza ya no es una traducción en realidad, y mucho menos una traducción cultural.
Por otro lado, la coordinación intercultural es un elemento muy importante debido a que, aunque entre las diferentes culturas pueda darse una falta de puntos en común, también pueden existir similitudes. Así, aunque la transferencia global de la cultura sea difícil de lograr, se pueden encontrar puntos en consonancia. Además, el contacto y la conexión de estos aspectos pueden generar una cierta interacción.
Asimismo, pese a que los factores culturales parezcan estar ausentes, están en todas partes. La interculturalidad es la interacción, la influencia y el aprendizaje mutuo entre distintas culturas. Por ello, los traductores deben ser capaces de captar esos puntos en consonancia y basarse en su acervo para realizar la traducción, teniendo, para conseguirlo, una clara percepción del significado cultural y saber cómo reproducirlo. No obstante, no hay que olvidar que la intraducibilidad de la cultura radica en la ausencia, total o parcial, de elementos de equivalencia y con la traducción cultural debemos transmitir ese contenido ausente al idioma objetivo.
Con el fin de poder mejorar la traducibilidad cultural, los profesionales pueden utilizar la contextualización y recontextualización de la cultura y, con ello, encontrar y construir ecos entre dos culturas.
En cualquier caso, en general, siempre que el texto sea explicable, tiene una base para ser traducido, aunque es posible que solo se pueda trasladar una parte del contenido cultural, puesto que existe un límite de traducibilidad de los elementos culturales particulares. De hecho, el verdadero desafío de la traducción es saber cómo formular estrategias razonables y efectivas de acuerdo con las condiciones específicas que haya. Por tanto, es una tarea importante para los traductores encontrar nuevos caminos para ampliar esa traducibilidad.
Uno de ellos es el buen dominio del conocimiento cultural relacionado. No obstante, las actividades de transferencia cultural tienen un considerable nivel de incertidumbre y solo pueden ser determinadas por las circunstancias. En este sentido, Yan Desheng (1993) defiende la traducción integral y Tymoczko (2014: 248) indica que esta ayuda a que la cultura sea transmitida de forma más clara y efectiva en un contexto más amplio, el cual debe poseer una naturaleza cosmopolita y estar integrado de epistemologías. Tiene fuertes características asociativas debido a la naturaleza pluralista importante de la traducción cultural. La traducción cultural se debe centrar en la introducción de la cultura. Además, hay que subrayar que, a veces, no es necesario ceñirse demasiado a los detalles y es conveniente realizar una traducción integral, de lo contrario, el resultado no será el esperado.
Algunos académicos (Iser 1996; Tian Qingfang 2007; Yuan Youyi 1997) han discutido sobre la intraducibilidad en respuesta a la creciente necesidad de encontrar una solución a los problemas de traducción cultural. Para ello, los investigadores abogan por introducir una cierta reflexión sobre la cultura afectada y señalan que la traducibilidad se ve impulsada por querer responder a una crisis cultural. Asimismo, añaden que la mera asimilación y apropiación indebida de otras culturas no es suficiente para aliviar una crisis de este tipo. En este sentido, Iser (1996: 248) explica que esa traducibilidad se concibe como condiciones que permiten el reflejo de una cultura en otra. Al mismo tiempo, el desarrollo del discurso intercultural establece una serie de relaciones que pretenden introducir ciertos conceptos también con ese propósito. Por este motivo, el discurso debe ser intercultural y no solo transcultural. Gracias a ello, los contactos e intercambios culturales positivos producirán una influencia mutua y pueden limitar de manera efectiva el nacionalismo, el racismo y el etnocentrismo.
Otro elemento que no hay que perder de vista es que en la traducción cultural se debe intentar incluir un significado cultural que tenga sentido en la otra lengua y que prescinda de los detalles intraducibles para lograr una traslación cosmopolita. Para ello, la contextualización es clave y revela y transmite el significado requerido. Así, en ocasiones, se observa que el sentido comprensible en un idioma no se puede explicar en un nuevo contexto después de la traducción por la falta de la contextualización y de ajustes para que el contenido se adapte al idioma y la cultura meta.
Por lo que respecta a la traducción cultural, el contexto desempeña un papel decisivo en cualquier forma de comunicación y no puede ser anulado o eludido. Así, Leonardi (2010: 20) señala que la traducción es una actividad de producción que se centra en la descontextualización y la recontextualización con la traducción. Sin embargo, su función no es la misma que la restauración del contexto original. Un texto puede someterse a diversas formas de recontextualización y su resultado dependerá de cómo el traductor interprete y reformule el significado.
De cualquier modo, para transmitir mejor el sentido cultural, es necesario separar este significado de su contexto original (descontextualizar), provocando un vacío cultural temporal, una cultura neutra sacada de su contexto histórico y social que en principio le dio significado. Precisamente, la movilidad global ha provocado dicha descontextualización de la cultura, que puede compensar la distancia cultural, ampliar los límites, eliminar estereotipos y encontrar un terreno común. Para conseguirlo, hay que ver cómo reducir las connotaciones particulares de la cultura original gracias, sobre todo, a un diálogo polimórfico, sin recortes simplistas, que evite o reduzca alusiones culturales innecesarias.
Por el contrario, para restaurar las diferencias entre el significado literal y el cultural de las palabras y expresiones en el texto fuente y tratar las posibles nuevas diferencias surgidas entre ellos en la reconstrucción del texto en el idioma meta, es necesario estudiar la red de interconexiones transculturales. Para los traductores es difícil manejar adecuadamente los problemas que implica la traducción de los significados culturales de distintos niveles, tales como el emocional o el metafórico. La causa principal suele ser la falta de experiencia común, dado que esta se encuentra sujeta al entorno cultural, que suele ser exclusivo. En este caso, la tarea del traductor es convertir la diferencia intraducible en una diferencia traducible. Así, con reajustes adecuados, el significado cultural de origen podrá ser entendido por otros lectores de diversas procedencias.
En este punto se produce una paradoja: la recontextualización se realiza para facilitar la lectura de los receptores, pero perjudica la comunicación intercultural puesto que no conserva el significado original. Además, la descontextualización produce un vacío cultural que puede provocar una desconexión entre el contexto fuente y el meta. Sin embargo, muchos estudiosos de la traducción abogan por la reconstrucción del contexto y la consideran como un elemento esencial de este proceso. El inconveniente radica en que conducirá a contextos culturales unilaterales y perjudicará el significado cultural.
Pese a que este enfoque puede ayudar a la cultura del idioma meta en muchos aspectos, es complicado que promueva el multiculturalismo. En cualquier caso, no es difícil ver, a partir de la relevancia y el valor de la traducción cultural, que no se debe subestimar su poder para transformar la naturaleza de la comunicación intercultural y que la exploración de otros enfoques interculturales ampliará el espacio de la traducibilidad.
Conclusiones
La traducción cultural persigue la transmisión de información cultural, además del lenguaje. Pero la transculturación no significa ignorar los factores culturales. Así, dicho tipo de traducción es un campo híbrido de significado consecuencia de la globalización. Esto conduce a una transformación que se refiere, sobre todo, a aspectos culturales que tienen lugar en el proceso de comunicación intercultural, es decir, cuando la cultura de origen se introduce en la meta. De esta forma, la hibridación se produce cuando diferentes culturas interactúan.
Hay que subrayar también que la adaptación de la cultura enfatiza factores que la cultura subordinada adopta de la dominante con un sentido unidireccional. En el caso de estas interacciones, las culturas involucradas no son necesariamente excluyentes, sino que pueden complementarse y enriquecerse entre ellas. De este modo, los horizontes y sentimientos únicos se comparten, lo cual promoverá una comunicación intercultural efectiva.
Por otro lado, evaluar las similitudes y diferencias de las culturas es una estrategia indispensable. Los contextos nacionales, poéticos, culturales, políticos y sociales, entre otros, son un complejo espacio de traducción que incluye variados valores, funciones, expresiones y psicología que hay que tener presente. Por ello, los elementos que influyen en la traducción cultural son diversos y provocan que relaciones, identidades e interacciones se manifiesten en el proceso de traducción.
Asimismo, traducir un texto de un determinado ámbito cultural a otro no es solo una conversión directa del mismo, sino también un proceso complejo de negociación constante entre las dos culturas. De ahí es inevitable la combinación de cultura y traducción. De esta forma, enfrentar las diferencias culturales entre los idiomas, el pensamiento y los paradigmas, y tratar de buscar puntos en común entre las distintas procedencias rompe con la intraducibilidad. Para ello, es necesario mejorar la capacidad de negociación, armonización y adaptación para que, así, el proceso se convierta en una verdadera herramienta para la comunicación intercultural humana.
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* Jing Li: Profesora e investigadora de tiempo completo en Lenguas Extranjeras en la Universidad Renmin de China. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Pekín, máster en Traducción e Interpretación por la Universidad de Alcalá, y doctorada en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid, ha publicado cuatro artículos sobre la traducción entre chino y español a nivel internacional y ha publicado dos libros sobre la comparación entre los dos idiomas en China. Además, ha dirigido varios proyectos financiados por la Universidad Renmin de China.