diciembre 2019 - mayo 2020
ISSN 2007-5480

Interculturalidad

Fresno: ciudad en llamas de los migrantes

Alejandra Sánchez Valencia *
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco

Resumen

LFresno es una ciudad receptora de migrantes que provienen de zonas expulsoras de diferentes lugares del orbe. Se trata de un sitio multicultural y ello trae aparejados problemas por estereotipos, creencias, modos de actuar o por las oportunidades que se brindan. Es mi objetivo analizar la manera en que Eddie en Buried Onions (Cebollas enterradas) de Gary Soto resuelve el reto de vivir en un barrio dentro de una urbe que le resulta asfixiante a cada instante de su adolescencia, pero que en la intersección de espacios cuenta con algunos en los que se puede florecer, con un final sorpresivo.

Abstract

Fresno is a city that receives migrants that come from expelling areas from different parts of the world. It is a multicultural site and this brings with it problems due to stereotypes, beliefs, ways of acting or the opportunities that are offered. It is my objective to analyze the way in which Eddie in Gary Soto's Buried Onions solves the challenge of living in a neighborhood within a city that is suffocating at every moment of his adolescence, but that in the intersection of spaces counts with some in which you can flourish, with a surprising ending.

Palabras clave

migrantes, multicultural, zonas expulsoras, intersección de espacios.

Key words

migrants, multicultural, ejector zones, intersection of spaces.


 

GARY SOTO Y EL INICIO DE "BURIED ONIONS"

Gary Soto, aclamado autor méxico-estadounidense, nacido en Fresno en 1952, de abuelos mexicanos que cruzaron el Río Grande en busca de empleo en las fábricas y el campo, ha sido galardonado con varios premios a lo largo de su carrera literaria, en particular como poeta y entre los primeros recibidos se encuentran el Academy of American Poets Prize y el Discovery Nation Award, ambos en 1975. A estos se han sumado muchos más. Fue en 1985 cuando hubo un viraje en su producción y así tuvieron nacimiento cuentos, ensayos y novelas, muchos han sido dirigidas a la niñez y adolescencia, en ellos la experiencia del barrio y el campo queda dibujada. (Novas, 1995: 329-332).

Buried Onions (Cebollas enterradas), es una novela dividida en nueve capítulos y publicada por vez primera en 1996. Eddie, el joven protagonista de diecinueve años, es el personaje intradiegético oriundo de Fresno, California que inicia desde el campus universitario con una reflexión sobre los empleos sostenidos que tendrán los estudiantes que se especializan en la morgue.

El joven protagonista realiza una lista mental de las muertes que él puede referir en su corta existencia: su padre, dos tíos, su mejor amigo y en fechas recientes su primo. En un símil los imagina a todos con los brazos como una mantis en oración: curvos y delgados como suspiros, tal vez como una velada forma de anunciar la penitencia de la comunidad y el susurro que hay de ella: I knew the mortuary students would get good Jobs because my cousin had died recently and my father and two uncles were dead, all of them now with arms like the arms of praying mantises,crooked and thin as whispers. (Soto,2006: 1).

A quien recuerda de todos ellos es a Juan, su mejor amigo, a quien trató desde los siete años hasta la preparatoria, luego aquél consiguió un muy buen empleo en una fundidora donde en un accidente laboral su cabeza quedó prensada y murió. Recordaba a Belinda, hermana de Juan, una chola tatuada que esperaba a su segundo y tal vez último bebé en tanto Junior, su marido, se hallaba en la prisión “Vacaville”.

Así, con este discurso aparentemente desapegado, nos hallamos ante un narrador que en su corta existencia ha sido testigo de los dos grandes binomios de la humanidad: la vida y la muerte. Por acumulación, en un corto espacio discursivo y con tan solo unas cuantas imágenes ha descrito una existencia difícil, de quien sobrevive a un lugar en que el vandalismo y los embarazos a temprana edad son parte de la cotidianidad.

El tatuaje de la chola resulta grotesco: unas alas azules sobre cada ojo y una lágrima en la mejilla, motivo anticipatorio de las lágrimas conque dará cierre la novela. Eddie despliega su teoría que es presentada como un binomio: la morgue es muy fría y seguramente cuando los estudiantes manipulan a los cadáveres, éstos les roban el calor que como seres vivos poseen, haciendo de ello una labor casi vampiresca. Una ironía en un lugar tan extremadamente cálido, donde el sol no da tregua. Empero, y aquí viene la teoría del narrador que da título a la novela: ¿a qué los vapores constantes en Fresno? Seguramente no al sol, sino a una cebolla gigantesca, enterrada en el corazón mismo de la ciudad. Una hipérbole para explicar el por qué de las lágrimas en las pestañas que luego corren por los rostros de los que ahí habitan. Se trata de un enorme bulbo de tristeza:

The sun was climbing over the trees of City College and soon the black asphalt would shimmer with vapors. I had a theory about those vapors, which were not released by the sun’s heat but by a huge onion buried under the city. This onion made us cry. Tears leapt from our eyelashes and stained our faces. (…) Perhaps as practice for the coming years. I thought about the giant onion, that remarkable bulb of sadness. (Soto, 2006:2).

SOY LIBRE: ¿Y AHORA QUÉ HAGO?

Eddie goza de su recién ganada independencia; huérfano de padre, sólo cuenta con su madre que vive en Merced y su tía que vive en Sacramento. Camino a su departamento, el relato de Eddie nos sitúa en un lugar de Fresno donde los zaguanes están desvencijados, la pintura de las casas escarapelada, las banderas de los desempleados ignorantes y pobres, descoloridas. Y en medio de ese calor infernal, los viejos que se abanican frente a su casa y el olor de la cebolla imaginaria que se esparce, y los niños que lloran en sus carriolas mecidas hacia adelante y hacia atrás sin llegar a ninguna parte, como la vida de todos ellos, del grupo de mexicanos que viven al sureste de Fresno:

I returned to my apartment, which was in a part of Fresno where fences sagged and the Paint blistered on houses. The swamp coolers squeaked like squirrels. Dogs pulled at chains, the clover leaf of their padded paws hardened by years of this kind of traction. Laundry wept from the lines, the faded flags of poor, ignorant unemployable people. The old sat on porches, fanning themselves, stirring un that onion smell so that it moved up and down the block. Some guys, all of them Mexican like me, worked on their cars, and the young mothers stood on their front lawns, talking as they pushed their strollers back and forth a few inches. (Soto, 2006:2)

El llanto de los bebés sólo es la puesta acústica de la frustración que cada joven y adulto carga consigo. Un sitio en la ciudad que por malo que parezca, donde sus habitantes se conocen, se casan, se agreden por tonterías pero que rinden batalla hasta el final. El suicidio no existe para ellos, ese es de los blancos que viven al norte de Fresno. Son los “gavachos” [sic]. que cuando ya no pueden más, optan por quitarse la vida, sin importar que vivan en la zona donde hay dinero y en casas donde el pasto está siempre verde y repleto de flores multicolores:

I (…) worked the north part of Fresno, where there seemed to be more money. The lawns were deep and very green, and the flowerbeds saluted with all kinds of fistlike flowers. most of the people were white, not Mexican. Most people there keep to themselves, not like here, in my area of southeast Fresno. (…) Bad as things are, could be, we never commit suicide like the gavachos who can’t take it. (Soto, 2006:4)

CAMPO Y CIUDAD: FRESNO ES MUCHOS FRESNOS

Nuevamente, en un binomio, el narrador nos habla de lo que considera las dos caras de la ciudad: el sitio urbano donde hay empleo y aquél otro en donde yace la mano de obra. Sólo en el devenir de la novela observamos que se trata de un tejido muchísimo más complejo. Fresno es una ciudad receptora de migrantes que provienen de zonas expulsoras de diferentes lugares del orbe, ya sea del propio país como es el caso de los Okies de Oklahoma en Estados Unidos; de México, o de sitios tan distantes como Armenia, o el de los llamados “Hmongs” −asiáticos de las regiones montañosas de China, Vietnam, Laos y Tailandia−.

Fresno se caracteriza por ser un importante lugar agrícola en la Unión Americana, pero se trata también de una ciudad multicultural y ello trae aparejada su cuota de problemas bien sea por estereotipos, creencias, modos de actuar o por las oportunidades que se brindan. El barrio es entonces un territorio conflictivo, donde el pandillerismo y el ajuste de cuentas, la drogadicción y la pobreza son parte de la cotidianidad, por eso es que Eddie se hace la promesa de no terminar como el resto de los “vatos locos”.

Va a trabajar para en ser un hombre de bien según la premisa fundacional del país de las oportunidades, en una analogía con las hormigas que viven en su departamento y siguen un camino recto, llevando boronas de sustento a su vivienda: But I forced myself, pushed on the pedal, because like that red ant, I had to come home with my own crumbs. (Soto, 2006:5)

Eddie acaba de abandonar el college tras la muerte de su primo, y ello se debe a que al ver a los alumnos que trabajan en la morgue, no cesa de pensar en el modo violento en el que murió Jesús, que recién se había hecho de un buen trabajo, y vivía con su mujer de forma estable, y sólo por ver a los zapatos amarillos de algún joven y murmurar algo fue asesinado. En todo caso, le perturbaba pensar que eran todos los cholos tatuados del barrio, los que darían empleo a esos estudiantes. La morgue estaría siempre llena debido a que tarde o temprano, todo oriundo del lugar en que vivía, terminaba asesinado y listo como cadáver para que le practiquen una autopsia.

Siendo así, se dedica primero a pintar los bordes de las banquetas, y luego decide probar fortuna con la jardinería al ir a buscar empleo con los blancos, su bicicleta la usaría como medio de transporte. Ofrece sus servicios, y después de mucho intentar, uno de los colonos, Mr. Stiles lo contrata. Primero debe hacer un enorme hueco en la tierra, del que saca bulbos que si bien no son cebollas le hace pensar en su extravagante teoría sobre el por qué del llanto de los habitantes. El abedul, un árbol de Nueva Inglaterra ha de ser sembrado en Fresno, California –que posee un clima completamente diferente al de la costa opuesta−; funciona como un motivo anticipatorio de lo que está fuera de lugar, fuera de contexto, literalmente que osa plantarse en terreno ajeno.

A los tres días de trabajar con gran tesón, de sol a sol, para su patrón, Mr. Stiles se muestra muy molesto con Eddie, una vecina se ha quejado porque le dijo una grosería a su pequeño hijo, y es que -−recuerda el protagonista-−, un niño pequeño, en triciclo, se le acercó y le preguntó lo que sembraba, le respondió que un abedul “birch” en inglés, y el niño entendió una mala palabra “bitch”. Y al ser Eddie de un barrio donde abundan los cholos, y los pleitos gangsteriles, pese a su trabajo honrado, el disculparse y haber explicado lo sucedido seis veces, el testimonio del infante tiene más peso que el de él.

A este problema se suma el que Lupe, amigo de su recién fallecido primo Jesús, vaya de parte de Angel –el jefe de la pandilla que consideraba al occiso su “carnal”−. Quiere cobrar venganza, y ese deseo es el mismo que el de su tía Dolores, quien le manda una pistola envuelta en una servilleta junto con las tortillas calientes. Debe saldarse una cuenta pendiente, la Ley del Talión, y en este caso: vida por vida. “Ice”, congelar al otro, que en inglés urbano hace alusión a dar muerte. Empero, Eddie ha decidido estar completamente fuera de ese mundo réprobo, aunque sus pesquisas en el mundo de los blancos, aún portándose bien y trabajando con ahínco no le auguran el provenir que anhela.

En realidad, la experiencia le sirve para cuestionar el credo fundacional: si se supone que la gente por trabajar se va al cielo, entonces éste debe estar repleto con toda la mano de obra barata en Fresno pues sus habitantes trabajan más que nadie. Gary Soto juega con los nombres de los personajes pues el de la tía Dolores augura eso, dolores para su sobrino, y en el caso de Ángel, nada más oximorónico a un individuo del todo maligno, que incluso el crucifijo que trae al cuello fue robado.

Y AUNQUE SE GANE LA CONFIANZA ¿QUÉ HACER?

Las aventuras son acumulativas en el devenir de la novela, Eddie logra ganarse nuevamente la confianza de Mr.Stiles y después de varios días, éste le da su camioneta para que le ayude con ciertos mandados, en alguna de esas ocasiones, Eddie se encuentra un viejo refrigerador de deshecho pero que a él le sentaría bien en su departamento y se le hace fácil llevárselo a su domicilio y aprovechar para darse un baño. Le roban la camioneta, y escribe una nota para Mr.Stiles en que explica es inocente:

“Mr. Stiles, you won’t believe it, but your truck got stole in front of my place and I didn’t do it, sir. I think this guy I use to know in school did it, but I’m not sure about that. You got to trust me. I don’t know what to say. I mean, I can’t pay for your truck. Maybe you can find it. You saw me work at your house, and I mean this form my heart when I say that I’m sorry. Here are your keys back. Maybe the Hmongs did it.” (Soto, 2006:2)1

Lleva el mensaje y el niñito de la confusión lingüística lo llama por la mala palabra “bitch”, por lo que Eddie tiene que huir pues sabe que tiene el aspecto de origen mexicano tras el cual anda la policía.

José, un antiguo amigo de su barrio, inscrito en la Marina, pasa a visitarlo durante sus días libres antes de partir a Korea, lo invita a comer en la fonda de Cuca y ahí le aconseja cambiar de aires. Le confiesa que él quería alejarse de Fresno y la vida de pandillerismo, ahora su existencia tenía sentido. Un hombre de color, muy sudoroso, con aspecto de indigente, entra a la fonda ofreciendo en venta sus costales de cebollas. Gary Soto nos presenta una nueva ironía pues Eddie, el narrador, lo primero que hace es ver si el hombre está tatuado de los brazos para disimular las inyecciones de droga, pero no hay nada de eso. Una vez más los estereotipos resurgen. El hombre tiene una musculatura atlética, y urge al marino a comprarle varios costales de cebolla por una mínima cantidad. ¿Los robó acaso? Pide que lo acompañen hacia la desvencijada furgoneta que maneja y donde habita su familia, que por el calor terrible se está asando. José le compra tres costales y le regala varios jugos para que beban los niños. El hombre da las gracias y les hace una reverencia.

Se da la casualidad de que la camioneta robada de Mr. Stiles, está cerca de la fonda de Cuca. José la recupera, pero es apuñalado por unos cholos de trece años en un acto vandálico que recuerda a los Pachucos en la década de 1940. A poco, la trama nos lleva a un mundo de hostilidades, donde “Fresno is no Fresno” en el norte: The north side of Fresno is mostly White, with a Little Brown here and a Little black there. Koreans, too, and Vietnamese with boatloads of genuine smarts. (Soto, 2006:12).

Observamos que son múltiples los matices dependiendo de las etnias, pues los lugares y los horarios en que se reúnen son diferentes, y como decía Eddie: los afros tienen sus sitios, los japoneses, también, y los blancos no se atreven a ir al barrio, salvo en la noche, cuando utilizan la cancha de béisbol y van acompañados de policías que los resguarden.

UN ÚLTIMO GIRO LUMINOSO

“This is my barrio”, reporta Eddie, pero quiere alejarse lo antes posible, y una persona de confianza además de José −que se encuentra hospitalizado− es su antiguo entrenador, un ex veterano de la Guerra de Vietnam, alguien que se dedica a entrenar a jovencitos para que abandonen las drogas y opten por otros caminos. En el imaginario de Eddie, viajar en misión a Korea y a otras partes del mundo es mil veces mejor que quedarse en Fresno, pero el entrenador le advierte que el conocer mundo y tomar distancia le hará ver que los buenos y los malos se hallan en todas partes.

Se habla entonces de un nuevo tipo de migración, salir del barrio para unirse al servicio de la patria incluso como para morir por ella. Y puede entenderse desde lo propuesto por el estudioso Benedict Anderson cuando nos dice que las comunidades sobre todo se imaginan, al grado (y esa es la más exitosa de todas las relaciones) de vivirse como miembro de una gran familia, donde invade el sentido de camaradería que es horizontal, sin importar las desigualdades que existan. Y este mismo, se ancla a nivel emocional, lo cual explica el por qué las personas están dispuestas a sacrificarse por la nación: Ultimately it is this fraternity that makes it posible, over the past two centuries, for so many millions of people, not so much to kill, as willingly to die for such limited imaginings. (Anderson, 2003: 7).

En julio, cuando hace más calor, Eddie parte junto con otros candidatos a la Estación de la Marina, que irónicamente se ubica en el desierto de Fresno, en el suroeste. En el camino pasan muchísimas granjas y campos de cultivo, pero conforme avanzan, cada vez se ve más desolado. El vehículo se detiene en el camino por alguna falla y Eddie nota que en medio de aquél calor inclemente con el sol quemante, se ve a dos hombres de color, trabajando en un campo que ya ha sido cosechado. Laboran arduamente para recolectar cualquier sobra que haya podido quedar. ¿Y cómo se podía referir a aquellos dos varones con su ropa hecha jirones, que se afanaban sin descanso? Como un “milagro”, eran un milagro, y entonces uno de ellos le sonríe y saluda. Eddie lo conocía, cayó en la cuenta de que se trataba del vendedor de cebollas con quien tuvo contacto por vez primera en la Fonda de Cuca. Alguien que de los sobrantes y con su trabajo luchaba honestamente por sobrevivir. El hombre le obsequió dos cebollas y con una en cada mano, Eddie lloró, pensando en todas las guerras del pasado, del presente y del futuro, en los pleitos en que él mismo había estado involucrado, en la vergüenza de que entre las diferentes etnias lucharan hermano contra hermano. Y aquél llanto marcó su transición hacia el mundo de los adultos.

Hemos visto cómo Eddie, el protagonista de Buried Onions de Gary Soto, ha narrado el modo en que espacios como el auto, la yarda, el mall, la iglesia, el hospital, la morgue y la cárcel se intersectan para matizar el rostro de quienes viven en Fresno. El mismo espacio urbano que ofrece tres espacios para florecer: el college, el ejército y la marina, pero que más allá de éstos, en la ciudad en llamas es posible florecer en el más inhóspito y humilde de los desiertos para ser un milagro.

Bibliografía

Soto, G. (2006) Buried Onions. Orlando, Austin,Nueva York, San Diego, Toronto y Londres: Harcourt, Inc.

Novas, H.(1995). The Hispanic 100. A Ranking of the Latino Men and Women Who Have Most Influenced American Thought and Culture. Nueva York: A Citadel Press Book.

Anderson, B. (2003) Imagined Communities. Reflections on the Origin and Spread of Nationalism. Londres y Nueva York: Verso.

 


* Alejandra Sánchez Valencia: LicLic. en Enseñanza de Inglés y Maestra en Estudios México- Estados Unidos, en la actualidad realiza sus prerrequisitos al Doctorado en Letras Modernas (Literatura Inglesa) en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Pertenece al Grupo de investigación en Lingüística Aplicada y al Área de Literatura de la UAM. Sus artículos han versado sobre literatura comparada, sociolingüística, relación bilateral Méx-E.U. e identidad. Se le ha publicado en México, España y Estados Unidos.

1 Las comillas vienen desde el texto original pues el mismo personaje se está citando en la nota que escribió.

 

Reserva de Dererchos-INDAUTOR: 04-2010-060210103400-203
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