Didáctica
La Educación en la Complejidad y el Aprendizaje del Inglés como Lingua Franca
Elvia Franco García *
Ana Ma. Martínez Gutiérrez **
CEI, FES Acatlán UNAM
Resumen La solución de los problemas que enfrenta el mundo actual exige el conocimiento transdisciplinario de expertos de todo el planeta, tanto de las ciencias exactas como de las humanidades. La transdisciplinariedad requiere el conocimiento y la competencia en varias lenguas y disciplinas. Es importante que los seres humanos aprendan una lengua común para todos a fin de congregar a científicos de todo el mundo para abocarse al reconocimiento y a la solución de los problemas globales. El inglés es un idioma internacional que puede contribuir a exponer los problemas y acordar las soluciones. La enseñanza del inglés como lingua franca tiene muchos beneficios ya que brinda la posibilidad de incurrir en la adquisición de conocimiento, y en la formación y el rescate de valores debido a que la docencia permite ir más allá de una tarea meramente informativa. |
Abstract To solve the problems the world is facing at present, the experts’ transdisciplinary knowledge from all over the world is needed. Sciences and humanities should joint together to elucidate worldwide problems in a transdisciplinary way. Transdisciplinarity requires knowledge and competence in several languages and disciplines. It is important that the human beings learn a common language in order to congregate scientists who are able to recognize and solve global problems. English is a lingua franca, an international language, that can contribute to expose the problems and agree the solutions. Teaching English has a lot of benefits since it gives the possibility to acquire knowledge, and engage in value formation and value recovering since teaching allows going beyond a merely informative task.
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Palabras clave Complejidad, transdisciplinariedad, lingua franca. |
Introducción
El ser humano, al tratar de dominar los objetos de su medio ambiente, ha separado los objetos de su entorno para estudiarlos de manera aislada, generalmente ignorando las relaciones que guardan con los demás objetos e, incluso, con los propios sujetos y su medio ambiente. Originalmente, esa tarea parecía sencilla por la supuesta objetividad que representaba el estudio individual del objeto fuera del contexto en el que existía.
Muchos de los problemas sociales, económicos o ecológicos, que originalmente eran locales, con el paso de los años, se han convertido en problemas internacionales que, para resolverlos, se hace necesaria una intervención transdisciplinaria en la que participen expertos de todo el planeta a fin de resolverlos de manera global. En esta colaboración deberán coadyuvar sus esfuerzos, científicos tanto de las ciencias exactas como de las humanidades ya que muchos de los trastornos que padece actualmente la sociedad tienen que ver con la falta de ética y la pérdida de valores.
Una vez que se reconozca la existencia de tales problemas, sería incomprensible negarnos a ver la realidad de nuestra sociedad y rehusarnos a hacer algo para remediarlo. Hasta entonces, podremos reconocer la existencia de los otros objetos y sujetos que interactúan entre sí, con nuestro objeto de estudio, conformando sistemas complejos altamente organizados.
Para lograr congregar a científicos de todo el mundo y abocarse a la solución de los problemas, se hace necesario utilizar un idioma internacional como el inglés, que contribuya a exponer los problemas y acordar las soluciones.
El presente trabajo tiene como propósito analizar la problemática de la educación y la conveniencia de aprender el inglés como lengua extranjera a fin de resolver problemas dentro del marco de la complejidad que impera en la Era Planetaria. Por sus características y su gran difusión, el inglés puede ser usado como un lenguaje común que también contribuya a resolver problemas comunes para la sociedad planetaria.
La Educación en la Complejidad
El ser humano, al principio de su existencia, tuvo la necesidad de habitar un mundo que le era completamente inhóspito, en el que parecía que lo único que podría hacer era sobrevivir. Al principio se allegó de las herramientas que le sirvieron para subsistir pero, conforme pasó el tiempo, empezó su lucha por conquistar todo aquello que estuviera a su alcance. En su ambición desenfrenada, inventó las guerras e inició una carrera desmedida para dominar el mundo y todo lo que en él habitara.
Conforme el tiempo pasó, el salvaje subsistió y aprendió a convivir con otros seres humanos. Observó que a su alrededor existían objetos que podía manipular para mejorar su vida, pero cometió el error de separarlos de sus contextos para estudiarlos de manera aislada, rompiendo así la armonía preexistente entre las relaciones que guarda cada objeto con el todo.
No obstante, cuando las bases del conocimiento científico se empezaron a constituir, los filósofos empezaron a estudiar las relaciones de los sujetos con los objetos y su medio ambiente, dando origen a la ética, la moral y los valores. Lao Tse (400 a.C.) concluía su Capítulo 37 señalando que “El universo se ordena por sí mismo” para indicar que el todo se encuentra organizado en armonía. Heráclito (535-480 a.C.) sostenía que la virtud consistía en la subordinación del individuo a las leyes de una armonía razonable y universal, señalando con ello que es el individuo el que debe sujetarse a un universo que guarda equilibrio con todo lo que en él se encuentra. Protágoras (485-411 a.C.), en una de sus máximas, expresó que “el hombre es la medida de todas las cosas” y afirmaba que de los objetos conocemos no lo que son sino lo que nos parecen, es decir, no su esencia sino su apariencia. Hegel (1770-1831) partía de la realidad como un todo compuesto por partes integrantes cuyo sentido sólo podía ser aprehendido por la remisión a la totalidad en la que se inscriben, concibiendo una totalidad dinámica, en la que cada cosa llega a ser lo que es en el seno de un continuo devenir, un proceso que es producto de la diferencia, es decir, del carácter constitutivamente contradictorio del ser.
Bertalanffy (1969) desarrolló la Teoría General de los Sistemas, con la que afirma que los sistemas no deben describirse como elementos separados y que la comprensión de ellos sólo ocurre cuando se estudian globalmente, abarcando todas las interdependencias de sus partes. Para lograr lo anterior, es necesario producir teorías nuevas y formulaciones conceptuales que creen condiciones de aplicación para una realidad empírica.
Maturana y Valera (1987), al hablar de la cognición, perciben al mundo como una telaraña en la que todos los fenómenos se entrelazan y entretejen. De acuerdo con estos autores, la Teoría del Origen Biológico de la Cognición evolucionó de la teoría de los sistemas vivos, los cuales se componen de células y se encuentran en un flujo continuo de energía y materia. Pero tales sistemas son abstractos y operan como producciones de redes moleculares cerrados, de tal forma que las moléculas que se producen en las interacciones producen redes moleculares iguales, a lo que estos autores llamaron autopoiesis (auto = mismo, poiesis = hacer, es decir, auto-reproducirse). Por su parte, a la cognición la definieron como la auto-organización de sistemas vivos para mantenerse vivos. Con el propósito de aportar mayor entendimiento a los sistemas vivos, Maturana y Valera incluyeron las nociones adicionales de organización y estructura. La organización corresponde al patrón de las relaciones que describen la forma, el orden y la calidad de los sistemas que nos permiten distinguir los objetos. La estructura corresponde a las relaciones que permiten identificar los componentes físicos del sistema (fisiología), por ejemplo, sus formas individuales, su composición química y cualidades relacionadas.
Maturana (http://www.inteco.cl/biology/ontology/ooo-c1.htm) define la Biología de la Cognición como “…an explanatory proposition that attempts to show how human cognitive processes arise from the operation of human beings as living systems.” Como tal, la biología del conocimiento estudia las relaciones humanas y orienta sus reflexiones hacia el entendimiento de los sistemas vivos, su evolución, y el lenguaje como fenómeno biológico, entre otros. Es una reflexión sobre cómo hacemos lo que hacemos como observadores, pero también sobre cómo existimos en el lenguaje como seres hablantes. Maturana explica la cognición como un fenómeno biológico y la manera como surge el lenguaje y le da origen a la conciencia propia.
Rozo (1999) señala que los paradigmas de la complejidad están obligando a las disciplinas insularizadas a aprehender lenguas, teorías y métodos de otras disciplinas, ampliando con ello sus perspectivas y agregándole información y complejidad a su objeto de estudio, el cual ya no se constituye sólo como un objeto sino como un sistema objeto autopoiético. Blas Pascal (en Rozo, 1999), hace más de tres siglos, hablaba ya de su imposibilidad de conocer las partes sin conocer el todo, o conocer el todo sin conocer las partes, así como en la necesidad de pensar también en aquello que está más allá de la disciplina, ya que las cosas son causadas y causantes.
La realidad educativa representa actualmente uno de los más grandes desafíos en la historia del hombre. Nos enfrentamos a un mundo globalizado, complejo y plural, que se caracteriza por ser incierto y cambiante, y sujeto a nuevos retos para los cuales, a veces, pareciera que no estamos preparados. La globalización inicia en los años 80 y se vuelve cada vez más evidente gracias a los avances tecnológicos de la información y la comunicación que, además de haber favorecido la evolución científica y tecnológica, también han posibilitado la integración entre los pueblos y la creación de redes sociales y movimientos educativos que promueven la paz e incentivan los intercambios culturales. No obstante, no todo lo que se ha hecho en los espacios cibernéticos es bueno, lamentablemente existen redes que contaminan a la sociedad y a todo lo que vive en nuestro planeta. Ante tales eventos, las sociedades requieren de una mejor preparación para poder enfrentar problemas que anteriormente no nos habíamos imaginado.
Morin et al. (2003: 111-113) plantean que nuestro planeta cuenta con la infraestructura necesaria para que se cree una sociedad planetaria que se aboque a dar solución a problemas supranacionales, los cuales se han originado por la división que el hombre ha hecho entre las ciencias exactas y las ciencias de las humanidades. Para debatir los modelos pedagógicos excluyentes, Morín et al. (2003: 54) proponen una educación basada en la complejidad, la cual define como “un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados que presentan la paradójica relación de lo uno y lo múltiple” que conforma nuestro mundo fenomenológico.
Los excesos que el hombre ha cometido contra la naturaleza con sus invenciones han provocado el surgimiento de problemas que han afectado al propio ser humano. Muchos de ellos causados por el abuso de la súper especialización y por haber olvidado que los sistemas en estudio requieren “además del reconocimiento de constituyentes “elementales”, el reconocimiento de la naturaleza organizacional y sistémica que transforma los caracteres de los componentes” y de la dependencia que existe entre unos y otros (Morin, 2008: 5).
Con el propósito de solucionar los problemas globales es importante que contemos con una sociedad planetaria que se desenvuelva y se complemente tanto de las ciencias, la tecnología, la industria y el interés económico, como de ideas humanistas y emancipadoras, que permitan que emerja una sociedad-mundo que pueda gobernar el devenir de la humanidad (Morin et al., 2003: 11).
Para la Era Planetaria, Morin (2008: 6) señala que, en las nuevas ciencias, el sistema debe tomar el lugar del objeto simple y sustancial, y revelarse a la reducción de sus elementos, es decir, presentarse como interrelación y totalidad unidas en la idea de la organización, como una unidad global organizada de interrelaciones entre elementos, acciones o individuos. Para Morin, la organización es la disposición de relaciones entre componentes o individuos que produce una unidad o sistema complejo, dotando de cualidades desconocidas en el nivel de los componentes o el individuo, y enfatiza que los nuevos horizontes en la educación deben “preparar para la vida” con base en nuevas ciencias transdisciplinarias y educadoras de un pensamiento ecologizante, complejo, abierto a la incertidumbre. Morín (2008: 9) menciona que debe evitarse el desarrollo meramente disciplinar ya que fragmenta el saber y limita sus alcances, y hace hincapié en que la enseñanza universitaria debe incluir lucidez cognoscitiva y comprensión humana y contribuir a “dotar a la ciencia de conciencia” para que adquiera la capacidad de reflexionar sobre “su naturaleza de ciencia problema, a la vez liberadora, proveedora de avances cognoscitivos y progresos técnicos inauditos y enriquecedores; y también portadora de graves problemas, riesgos y amenazas por el conocimiento que produce, la acción que determina y la transformación social que genera.”
La educación debe fortalecer el respeto por las culturas, y comprender que ellas son imperfectas en sí mismas, como lo es el ser humano, ya que todas las culturas están constituidas por supersticiones, fijaciones, errores y verdades profundas (Morín 2003: 130).
A fin de lograr lo anterior, las naciones deberán unir sus esfuerzos para, además de solucionar los problemas globales que se sufren en el planeta, empezar una ardua tarea educativa en la que, como señalan Sotolongo Codina y Delgado Díaz (2006) se construyan nuevos saberes en conjunción con las ciencias sociales. Al respecto, estos autores proponen la emergencia de un saber nuevo conformado por la Bioética Global, el Holismo Ambientalista, la Nueva Epistemología y el pensamiento o enfoque de la Complejidad.
El desarrollo de esos nuevos saberes contribuirá a subsanar su entorno social, antes de que éste termine por destruirlo. Entre las nuevas teorías que emanan de la práctica del saber y de la teoría del saber, los autores proponen:
Al hablar del lenguaje, Morin (en Rozo, 1999) señala que es una polimáquina engranada y ensamblada a la cultura, a la que a su vez engrana y ensambla.
Witgenstein (en Rozo, 1999) menciona que “los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje” para señalar que sólo conocemos aquello que hemos construido y aprendido en o con el lenguaje.
El Aprendizaje del Inglés como Lingua Franca
La inter y la transdisciplinariedad requieren el conocimiento y la competencia en varias lenguas-disciplinas. Ante la imposibilidad de dominar varias lenguas, es importante que el ser humano aprenda una lengua que le sea común a los habitantes del mundo, como es el caso del idioma inglés ya que, de acuerdo con Crystal (2003), desde 1950, su uso se ha incrementado considerablemente; es la lengua oficial y semioficial de más de 60 países del mundo y aproximadamente más del 80% de la información de los medios electrónicos se almacena en inglés.
Sarwal (2013), por su parte, señala que, actualmente, cerca de un billón de personas en el mundo emplean el inglés ya sea como lengua madre, segunda o extranjera. Menciona, además, que el inglés se usa en más de 70 países como lengua oficial o semioficial y que juega un papel importante en otros 20 países. Más de 1,400 millones de personas viven en países en los que existe la tradición de usar el inglés, y que más del 75% del correo y la información del mundo se almacenan en inglés, así como que de los más de 50 millones de usuarios de Internet, la mayoría usan el inglés.
Consecuentemente y debido a la globalización, el mundo se ha convertido en una pequeña aldea en la que fácilmente podemos encontrar personas con diferentes nacionalidades. Con las tecnologías de la información y la comunicación, el mundo es ahora nuestra casa común, todos somos miembros de todos los pueblos que lo habitan, y lo que le afecta a una comunidad, le afecta a todas las demás. De la misma forma, lo que afecta a una parte del mundo, afecta a todas las demás.
Sarwal (2013) menciona que, actualmente, en el mundo se emplean aproximadamente 6,809 lenguas vivas y cerca de 100 caracteres vivos que facilitan sus interacciones sociales. No obstante, existe la urgente necesidad de adoptar una lengua común que vincule a las personas del mundo ya que se están convirtiendo en seres interdependientes a pesar de las muchas diferencias que existen dentro de la infinidad de culturas, razas, religiones e ideologías de los individuos que habitan el planeta. La “planetización de la humanidad” se debe casi completamente a los recientes efectos de los avances en transporte y comunicación. Las comunicaciones se han mejorado gracias a la amplia adopción de los medios masivos como la radio y la televisión, por sus bajos costos y tiempos, que han sido posibles por el uso de satélites, computadoras y teléfonos celulares. Internet se ha vuelto el medio informativo preferido para cubrir las necesidades de comunicación, así como para llevar a cabo importantes transacciones de negocios.
Sarwal (2013) enfatiza que ahora es prácticamente imposible participar en la aldea global en la que vivimos sin saber una lengua del mundo común a todos. No obstante, a la lengua común vinculadora que sería el medio de comunicación universalmente aceptado no se le debe permitir menospreciar la importancia de otras lenguas o culturas existentes. Sarwal enfatiza que las nuevas percepciones lingüísticas han hecho que seamos conscientes de que no existe ninguna lengua que sea superior a ninguna otra, y que el desarrollo y crecimiento de una lengua depende exclusivamente de su uso.
Tsuda (1994), por su parte, señala que la globalización no es un fenómeno reciente, lo nuevo es su amplia y profunda penetración en las culturas a través de dos paradigmas: la difusión del inglés y la ecología de la lengua.
La difusión del inglés comprende aspectos como el capitalismo, la evolución de la ciencia y las tecnologías, la modernización, el monolingüismo, la globalización e internacionalización ideológicas, el transnacionalismo, la estadunidensización y homogenización de la cultura mundial, y el imperialismo lingüístico, cultural y mediático.
El paradigma de la ecología de las lenguas se refiere al respeto de los derechos humanos, el derecho de igualdad en las comunicaciones, el plurilingüismo, la conservación de las lenguas y culturas, la protección de la soberanía nacional y el estímulo para el aprendizaje de las lenguas extranjeras.
Entre ambas concepciones, se pueden observar contrastes lingüístico-políticos por influencias que refuerzan la difusión del inglés y otras que intensifican el uso de las lenguas locales.
Indiscutiblemente, los avances tecnológicos y científicos han hecho que el mundo parezca más pequeño ya que, de inmediato, podemos ponernos en contacto y recibir respuesta de parientes y amigos que viven en otras partes del mundo ya sea a través de Internet o de una simple línea telefónica. Asimismo, podemos transportarnos de un lugar a otro con la ayuda de transportación muy moderna y avanzada en cuestión de horas, o enterarnos de lo que sucede en otras partes del mundo a través de la radio, la televisión o Internet. El acceso al conocimiento está también ahora casi al alcance de todos. Y es en este mundo globalizado en el que se requiere el dominio de una lengua internacional con la que todos los seres del mundo podamos comunicarnos.
Podemos decir entonces que son muchas las razones por las cuales el inglés se ha convertido en una lengua internacional y su conocimiento es prácticamente una condición indispensable para lograr el éxito profesional.
Seidlhofer (2005) menciona que para otros autores, el “Inglés como Lingua Franca” es parte de un fenómeno más amplio y se refieren al idioma con otros términos como “Inglés como Lengua Internacional” (Phillipson, 2002; Jenkins, 2003; McArthur, 1998; Melchersy Shaw, 2003), “Inglés como Lengua Global” (Crystal, 2003; Gnutzmann, 1999), “Inglés como la Lengua del Mundo” (Mair, 2003) o el ‘Inglés del Mundo” (Brutt-Griffler, 2002).
Cuando el inglés se escoge como medio de comunicación entre personas con primeras lenguas diferentes, más allá de las fronteras linguaculturales, el término preferido puede ser “Inglés como Lingua Franca (Seidlhofer, 2001) o “Inglés como un medio de comunicación intercultural” (Meierkord, 1996).El concepto de Inglés como Lingua Franca (ELF) surgió con el propósito de referirse a la comunicación entre dos hablantes que poseen lenguas maternas y culturas diferentes, y que emplean el inglés como medio de comunicación. Crystal (2003), desde hace más de diez años, señalaba que sólo uno de cada cuatro usuarios del inglés en el mundo era hablante nativo de esa lengua y que la mayoría de las interacciones ocurrían entre hablantes del inglés no nativos.
Por su parte, Phillipson (2002) menciona que la interpretación común del término “lengua internacional” se refiere a la lengua utilizada por personas de orígenes y nacionalidades diferentes, además de que existen muchas lenguas internacionales empleadas en todos los continentes, como lo son el portugués y el hindi o el latín y el árabe clásico, además de las linguas francas y pidgins en territorios menos amplios. Asimismo, Phillipson menciona que los términos “lengua internacional” o “lenguas auxiliares internacionales” se aplican a las lenguas artificiales o planificadas como el esperato, lenguas que fueron creadas para facilitar las relaciones y la comprensión internacional.
La hegemonía lingüística del inglés es el reflejo de presiones comerciales de corporaciones multinacionales y organismos mundiales y regionales. No obstante, el alemán, entre otras lenguas, tiene pocas posibilidades de rivalizar con el inglés, aún cuando posee la base de hablantes más grande en la Unión Europea, el mayor mercado interno y la economía más fuerte.
De igual forma la colaboración científica internacional está dominada por el inglés. La investigación recae en un monopolio de proyectos multinacionales en el que se observa un imperialismo científico y lingüístico.
El inglés se beneficia de imágenes proyectadas por la publicidad de corporaciones multinacionales y de la asociación mental del inglés con el éxito y el hedonismo. Estas tendencias tienen como resultado que tanto las élites como los marginados deseen usar eficazmente el inglés, por la simple razón de que consideran que el inglés es la llave que abre las puertas.
Con respecto al término Inglés como Lengua Global, Crystal (2003) señala que una lengua adquiere el estatus de global cuando ha desarrollado un papel especial que es reconocido en todos los países. Este papel será más evidente en países en los que muchas personas hablan el idioma como lengua madre; en el caso de inglés, Crystal se refiere a los Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Irlanda, Austria, Nueva Zelanda, Sudafrica y algunos países del Caribe, entre otros. No obstante, el uso de la lengua madre en sí, no le da a la lengua el carácter de global. Para adoptar tal papel, la lengua debe adoptarse por otros países en el mundo, que le otorgan un lugar especial en sus comunidades.
Existen principalmente dos formas para que la lengua sea adoptada por otros países. La primera se refiere a que el lenguaje puede volverse una lengua oficial en un país y ser usado como medio de comunicación en el gobierno, las cortes legales, los medios masivos de comunicación y el sistema educativo. Para pertenecer a estas sociedades, es necesario dominar la lengua oficial a temprana edad. Tal lengua se define como segunda lengua ya que se observa como un complemento de la lengua madre o primera lengua de una persona. El papel de lengua oficial puede ilustrarse claramente con el inglés, que actualmente tiene un estatus especial en más de 70 países, como Ghana, Nigeria, India, Singapore y Vanuatu, entre muchos otros más. Aunque el español, el francés, alemán, ruso y árabe han desarrollado un estatus oficial en otros lugares, no se pueden comparar con el inglés. No obstante, existen otras formas en que una lengua se vuelva oficial, puede ser una única lengua oficial, o puede compartir este estado con otros idiomas. Puede tener un carácter semioficial, usándose sólo en algunos dominios, o tomar un segundo lugar con respecto a otras lenguas, llevando a cabo ciertas funciones oficiales.
La segunda forma de volverse una lengua global ocurre cuando, para el país, la lengua se convierte en una prioridad en la enseñanza de una lengua extranjera, aun cuando no tenga un carácter oficial. Es, entonces, la lengua que los niños tienen mayor posibilidad de aprender en la escuela y la disponible para adultos que no la han aprendido, o la aprendieron mal en sus primeros años de escuela. El inglés es actualmente la lengua mayormente enseñada como lengua extranjera, en más de 100 países como China, Russia, Alemania, España, Egipto y Brasil. En la mayoría de estos países, el inglés se está convirtiendo en la principal lengua extranjera que se enseña en las escuelas, a menudo desplazando a algún otro idioma.
Con respecto al término Inglés como la Lengua del Mundo, Sarwal (2013) indica que, con la evolución del inglés al estado de lengua del mundo, nos hemos concientizado de los atributos que una lengua universal requiere. Independientemente de su origen, la lengua universal debe convertirse en una lengua de utilidad que abarque las necesidades de todos. Aunque el inglés fue originalmente la lengua de los británicos, actualmente existen muchas variedades del inglés, entre las que podemos encontrar: el inglés americano, el africano, el indú y el australiano e, incluso, el inglés abarca los sueños y las aspiraciones de muchas personas y las experiencias de diversas naciones. Su vocabulario se ha enriquecido con la inclusión de nuevas palabras de otros idiomas del mundo.
Crystal (2003), al hablar del Inglés del Mundo, cuestiona lo que pasa cuando un idioma se convierte en la Lengua del Mundo y lo que, consecuentemente, les sucede a las otras lenguas. Al respecto, menciona que no existen precedentes porque anteriormente ninguna lengua ha sido hablada por tantas personas en tantos países. De la misma manera, inquiere sobre lo que le sucederá al inglés, es decir, si se fragmentará en lenguas mutuamente inteligibles al extenderse en todo el mundo; si el inglés eliminará a otras lenguas; o si el inglés cambiará a otra lenguas. Como respuesta a sus preguntas, menciona la necesidad de observar las diferentes variantes que se han desarrollado al rededor del mundo. A estos cambios, le ha llamado “Nuevos Ingleses”, que han surgido por la necesidad de expresar una identidad nacional y, junto con ella, el inglés se ha modelado para satisfacer sus propios fines, agregando vocabulario local, enfocándose a variaciones culturales locales, o desarrollando nuevos estándares de pronunciación, entre otros. Lo anterior, se manifiesta también, en cambios en las lenguas madres, más que en su eliminación.
Richards et al. (1992) señalan que el inglés es la lengua internacional más utilizada en todo el mundo. En los ámbitos tecnológico y comercial se ha experimentado una evolución muy rápida y el inglés se ha convertido en la lingua franca indispensable para la comunicación en los sectores científico y empresarial.
La prensa, la televisión, el cine y la literatura en inglés están al alcance de casi todos los países del mundo, y la mayor parte de los estudios científico-tecnológicos están escritos en inglés. En las distintas especialidades, las publicaciones de las revistas en inglés son las de mayor prestigio y difusión internacional y, en ocasiones, el inglés es la única herramienta disponible para acceder al mundo del conocimiento y la investigación (Alcaraz Varó, 2000;Peacock y Flowerdew, 2001).
Hüppauf (en Gardt y Hüppauf, 2003), al hablar de los atributos del inglés como lengua global, señala que es un idioma muy atractivo y exitoso, ya que ha logrado seducir a las personas de todo el mundo y que no requiere poderes ni influencias políticas para lograr ser la lengua de la Internet de todo el mundo. El inglés es el idioma de las esperanzas y las promesas, de la mancipación de los poderes feudales y autocráticos, de la liberación de las mujeres, del consumismo y el movimiento de eliminación de restricciones. Hüppauf retoma el ensayo de Prisca Augustyn que realza el poder seductivo del inglés, explicando que si la muerte de un idioma se puede atribuir a la falta o perdida de amor, esto se debe a que las lenguas reemplazadas ya no son atractivas ya que tienen muy poco que ofrecer y no brindan ningún reto, puesto que lo que siempre se ha buscado es el prestigio y el éxito. Y señala que:
“English – not as the language of Great Britain and possibly not even as the language of the USA, but as an artificial idiom of a dynamic, innovative world society – is attractive in the way tax havens attract capital – they offer higher revenues. The promise of success and productivity is irresistible both for capital y the restless mind… The history of capital moving around the globe makes it obvious that only the latter can have success. It is the simultaneity of threat and seduction, anxiety and pleasure that needs to be reflected on and that finally shapes the gaze of the observer (Hüppauf en Gardt y Hüppauf, 2003: 17).”
Como consecuencia, el inglés está favorecido por la enseñanza aprendizaje de lenguas extranjeras, lo que confirma su jerarquía lingüística internacional. Para ser competitivos en el mercado internacional, países como Francia, Alemania y España que poseen lenguas que son interlenguas rivales, invierten grandes cantidades en el aprendizaje del inglés, aun cuando consideran que el inglés es una amenaza para sus valores locales culturales y lingüísticos.
La realidad imperante es que el inglés como lengua extranjera, en la mayoría de los intercambios verbales, no incluye a ningún hablante nativo de la lengua. No obstante, su uso correcto sigue siendo custodiado para que se use adecuadamente y se conserve lo más parecido al que usan los nativo hablantes. Seidhofer (2005) señala que para lograr que el inglés como lingua franca sea aceptado, se ha motivado a los investigadores a que lleven a cabo estudios sistemáticos de su naturaleza para analizar si el inglés se sigue conservando y suena igual a lo que sus hablantes nativos usan, así como sus implicaciones para su enseñanza y aprendizaje.
El inglés, por varias razones y debido a las reglas británicas en muchas partes del mundo, se ha convertido en una lingua franca popular. Durante el proceso, se reconoce que el papel del inglés y sus funciones han cambiado considerablemente. El inglés ya no es visto solamente como la lengua de los dirigentes o como un instrumento para promover la cultura británica y sus valores. Sarwal (2013), retoma una cita de McArthur (2002: 3) para concluir que al cierre del siglo XX, el idioma inglés se ha convertido en un recurso global y que, como tal, no le debe su existencia o la protección de su esencia a ningun grupo o nación.
Conclusiones
Durante su evolución, el ser humano ha fraccionado el mundo con el propósito de “dominarlo”. Asimismo, ha fragmentado sus conocimientos del mundo por someterse a las exigencias del mercado de trabajo, “sustituyendo la necesidad de formar ciudadanos que sean capaces de vivir en un mundo cambiante, por la más “cómoda” y pedestre “necesidad” de formar personas capaces de adaptarse al mercado de trabajo” (Morin, 2008: 5).
Tales decisiones han generado soluciones inmediatas que, con el paso de los años, han provocado problemas mucho más graves que requieren la conjunción de las ciencias exactas y las ciencias sociales para que rompan con los paradigmas reduccionistas y que den lugar al surgimiento de nuevos saberes transdisciplinarios que acaben con los abusos cometidos por los saberes científicos y tecnológicos, y contribuyan a la formación de sujetos que no evadan su responsabilidad moral (Sotolongo Codina y Delgado Díaz, 2006: 431-33).
Para lograr la unidad y el consenso, los seres humanos han desarrollado una de sus herramientas más poderosas: el lenguaje. A través de él, han aprendido a comunicarse y a estudiar lo que se encuentra en su medio ambiente. El lenguaje es parte de la cultura y, a través de él, el ser humano ha transmitido sus conocimientos, ha acordado sus valores y creencias, y ha legado sus costumbres y tradiciones a las generaciones subsecuentes.
De la misma manera, los avances tecnológicos le han permitido al hombre rebasar las fronteras de su propia cultura y, para tener acceso a los conocimientos de las otras culturas, es importante que aprenda varias lenguas extranjeras. No obstante, ante la imposibilidad de aprenderlas, requiere el conocimiento de una lingua franca como el inglés que le permita participar en los eventos del mundo globalizado en que vivimos y, de manera conjunta con los habitantes de otros países, para restablecer la armonía en el mundo, asegurando así su propio bienestar.
El aprendiente del inglés como lingua franca tendrá, asimismo, la oportunidad de percibir el mundo de otra manera, de llamar a las cosas con otro nombre, posiblemente con uno que ni siquiera existe en su propio idioma. El aprender otra lengua le brindará la oportunidad de lo que Gadamer (2000: 28-42) llama “despertar el placer de aprender” realizando el lenguaje “plenamente en la conversación”. El aprender otro idioma constituirá un potencial para incrementar su conocimiento, percibir sus “puntos débiles” y aprender a “educar-se” a sí mismo a través de la “convivencia humana”, en la que predomine la comprensión recíproca de las culturas, pues el lenguaje y el conocimiento sólo podrán realizarse plenamente en la conversación y en la comprensión el otro.
Pero eso no es todo, enseñar inglés como lingua franca puede tener muchos otros beneficios ya que nos brindará la posibilidad de incurrir en la formación y el rescate de valores, pues nuestro trabajo nos permite ir más allá de una tarea meramente informativa. También podemos inculcar en nuestros estudiantes el deseo de aprender a aprender a lo largo de toda su vida para que puedan llegar tan lejos como sus posibilidades se los permitan e, incluso, a aprender a prosperar aún en las situaciones más adversas, uniendo sus esfuerzos para construir un mundo mejor.
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* Elvia Franco García: Licenciada en Enseñanza de Inglés, Maestra en Lingüística Aplicada y Doctora en Ciencias de la Educación, estudió además un Diplomado de Actualización Docente, entre otros cursos. Es Profesora de Carrera Titular “C” Definitiva de Tiempo Completo, adscrita al Departamento de Inglés del Centro de Enseñanza de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM.
** Ana María Martínez: Licenciada en Enseñanza de Inglés y Maestra en Ciencias de la Educación y estudió un Diplomado en Lingüística Aplicada, entre otros cursos. Es Profesora de Carrera Asociada “B”, adscrita al Programa de la Licenciatura en Enseñanza de Inglés de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM..