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Adquisición del lenguaje


 

La Importancia de la Gramática de Halliday para el Análisis del Discurso Oral y Escrito

Daniel Rodríguez Vergara  * 
CELE, UNAM

 

Introducción

Tradicional y simplísimamente hablando, uno podría pensar que la diferencia entre el habla y la escritura es solamente una cuestión de “sustancia”; cuando hablamos hacemos uso del sonido, mientras que cuando escribimos hacemos uso de figuras visuales. Sin embargo, sería difícil encontrar que en una conversación ordinaria y coloquial alguien dijera algo como Juan, asombrado, recibió una calificación inesperada. De la misma manera, sería extraño si en un ensayo académico formal alguien escribiera algo como ¡Adivinen de qué les voy a hablar en este ensayo!

Entonces, hay también una diferencia en la elección de palabras y estructuras gramaticales (forma) que se adecua a la manera de expresión utilizada (medio). Esta elección obedece no solamente al medio de expresión explícito, sino también a la función implícita que desempeña el texto. Cuando se escribe o se habla, se hace no porque uno haya optado por un medio arbitrariamente, sino porque por tal medio se podrán cumplir los objetivos deseados. Por ejemplo, suponiendo que un alumno se quisiese dirigir al rector de la universidad, sería difícil hacerlo por la vía oral.

Son entonces tres factores que están intrínsicamente unidos en la producción de textos orales y escritos: el medio, la forma y la función.


 Figura 1. Relación entre forma, medio y función en los textos (adaptada de Halliday, 1989)

El triángulo (adaptado de Halliday, 1989) muestra la relación de dependencia que hay entre cada uno de estos tres factores. Para propósitos de este trabajo, cabe señalar que aunque la función siempre esté implícita, el enfoque se hará principalmente en la forma, es decir, en la elección de las palabras y estructuras gramaticales (lexicogramática) dentro del marco de la gramática sistémico-funcional, cuyo principal proponente es M. A. K. Halliday.

 

Parte 1: La gramática sistémico-funcional (GSF)

 

El paradigma lingüístico de la GSF

La GSF se ubica dentro del marco general de la lingüística funcional. Es importante mencionar que los varios modelos gramaticales que se ubican en este marco pueden diferir sustancialmente el uno del otro. Sería más pertinente entonces recalcar que los modelos gramaticales funcionalistas se distinguen por su pertenencia a un subgrupo: aquel del funcionalismo americano y el del funcionalismo europeo. Mientras que en el primero destacan trabajos tipológicos como los de Talmy Givón (1984, 1993, 2001) y William Croft (1990), el segundo está fuertemente representado por la escuela británica de Halliday.

Haciendo a un lado las diferencias entre funcionalismo americano y europeo, los fundamentos de la lingüística funcional parten de la idea que la razón-de-ser del lenguaje es su función, propósito o finalidad. Una de las características fundamentales de los estudios funcionalistas es que no hacen distinción entre sincronía y diacronía. Otra, es que se ocupan del análisis gramatical partiendo principalmente de la función comunicativa del hablante. Por ende, en los estudios funcionalistas, la ‘actuación’ tiene un mayor peso que la ‘competencia’, contrario a los enfoques generativistas.

Los primeros estudios funcionalistas comenzaron en el llamado “Círculo de Praga”, fundado en 1926 por lingüistas como Jackobson, Trubetzkoy y Karcevsky (Fernández Martorell, 1994). Dentro de esta corriente, también destacaron los estudios gramaticales de Martinet (1960, 1965, 1989), quien hizo grandes descubrimientos como el de la doble articulación del lenguaje. Por parte de la escuela británica, Halliday parte de los mismos fundamentos teóricos para crear su propia gramática funcional, a la cual le agrega una nueva etiqueta: ‘sistémica’. Es sistémica porque “es una teoría del significado como opción, por el cual un lenguaje, o cualquier otro sistema semiótico se entiende como una red de opciones interpuestas” (Halliday, 1985: xiv). He aquí entonces los puntos en que se apoya y hace énfasis la teoría sistémica: el lenguaje como sistema cuyas opciones en el plano paradigmático son más relevantes, la concepción semiótica del lenguaje por la cual se construyen los significados, y la función intrínsicamente social del lenguaje.

Entonces, los actos de habla que el hablante produce corresponden a las elecciones de una serie de elementos en relación paradigmática, los cuales son significativos y cumplen diferentes funciones sociales (a saber, establecer relaciones sociales, intercambiar bienes, proporcionar servicios, etc.). De aquí que en la GSF se trate de conciliar la forma y la función lingüística. Por una parte, trata de explicar cada una de las unidades que conforman el sistema lingüístico, de una manera muy parecida al estructuralismo europeo, y por otra trata de explicar estas estructuras partiendo del papel que juegan en la sociedad. Para este último cometido, Halliday toma como base las ideas de Malinowski (1923), en las cuales el contexto cultural es determinante.

 

Los estratos y la lexicogramática

Como ya se mencionó, uno de los postulados en la GSF es la concepción del lenguaje como sistema semiótico. Siguiendo esta idea, Eggins (2002) propone comparar el lenguaje con un semáforo. En términos saussureanos, ambos constan de un estrato de significantes (fonología/grafología; luces de colores) y uno de significados (semántica; el comportamiento de los conductores). Sin embargo, la diferencia que hace del lenguaje un sistema mucho más complejo que el semáforo, es que en éste se puede comunicar más de un significado a la vez. Lo que hace posible esto es un estrato intermedio que no se encuentra en el sistema del semáforo ni en ningún otro sistema semiótico diferente a la lengua: el estrato de la lexicogramática.


Figura 2. Los estratos del lenguaje

La Figura 2 (adaptada de Halliday, 1989) muestra los tres estratos del lenguaje. Es el de la lexicogramática el que proporciona “los medios para poder combinar sonidos, y con ellos, formar palabras que pueden luego ser organizadas y formar diversas estructuras gramaticales” (Eggins, 2002: 190). Este estrato es central para el estudio del discurso oral y escrito; esto es porque mientras que en el plano de la expresión, es decir, en el estrato de la fonología/grafología, la diferencia entre discurso oral y escrito es sólo la sustancia (sonido o figuras visuales), en el estrato de la lexicogramática la diferencia reside en el grado de complejidad de las palabras y de la forma en que se organizan las estructuras gramaticales (en otras palabras, en la densidad léxica y en la intrincación gramatical).

 

La cláusula y el complejo clausular

Antes de pasar al siguiente apartado, es necesario describir los conceptos de cláusula y de complejo clausular, ya que serán centrales en la discusión tanto de la intrincación gramatical del discurso oral, como de la densidad léxica del discurso escrito.

La cláusula se puede considerar como la unidad más significativa de la gramática. En palabras de Halliday, “la cláusula es la unidad gramatical en la cual los constructos semánticos de diferentes tipos se juntan e integran para formar un todo” (1989: 66). Él también se refiere a la cláusula metafóricamente como “el paso de le semántica a la gramática” (ídem), y es que es en el nivel de la cláusula en donde se pueden proyectar holísticamente los significados acerca de la experiencia del mundo (significado experiencial), acerca de las relaciones interpersonales (significado interpersonal), y los significados que le dan cohesión al texto (significado textual).

Es importante no confundir la cláusula con la oración, ya que ésta última se refiere, por convención, a una unidad ortográfica, más no gramatical, que comienza a partir de una letra mayúscula y termina hasta un punto. Por el contrario, la cláusula sí constituye una unidad gramatical que puede estar compuesta de uno o más grupos o frases, de los cuales el más importante e indispensable es el grupo verbal, ya que éste codifica el proceso (que puede estar en forma finita o no finita).

Si se encuentra otro proceso dentro de la misma oración, se trata entonces de otra cláusula, la cual puede estar en una relación de interdependencia (parataxis e hipotaxis), lógico-semántica (expansión y proyección), o tener un rango inferior (cláusulas incrustadas e interruptoras). Al conjunto de cláusulas que sostienen relaciones entre sí, como las descritas anteriormente, se le llama ‘complejo clausular’, y ocupan un (y el) rango gramatical más alto.

 

Parte 2: Las características lexicogramaticales del discurso oral

 

Intrincación gramatical

Volviendo al ejemplo Juan, asombrado, recibió una calificación inesperada, tal vez la manera “congruente” de decirlo sería Juan se asombró porque recibió una calificación que no esperaba. Esta sería la forma no marcada del discurso oral en un contexto conversacional. Cosas de este tipo se dicen en el habla común y corriente, y podrían considerarse simples a primera vista. Sin embargo, si se compara con la primera forma, la cual sería más apropiada en la forma escrita, se observa que aquella consta de una sola cláusula, mientras que la segunda consta de dos en relación paratáctica, y dos incrustadas. En otras palabras, la segunda no es una cláusula, sino todo un complejo clausular:

1ª: cl. 1 Juan, asombrado, recibió una calificación inesperada.
2ª: cl. 1 Juan se asombró

 

cl. 2 porque recibió [una calificación [que no esperaba]].

Este ejemplo muestra que, gramaticalmente, no hay nada simple en la forma congruente, ya que posee un mayor grado de intrincación gramatical. Y así ocurre en el lenguaje oral en general; tiende a hilar series de cláusulas, formando estructuras tan complejas como la capacidad de memoria de los participantes lo permita. Ahora, es importante mencionar que referirse a cláusulas en el discurso oral no es más que una idealización. Es decir, sería más apropiado hablar de grupos tonales, los cuales marcan sus límites a través de patrones acentuales y pausas. Sin embargo, debido a que este trabajo está limitado a la descripción lexicogramatical, se seguirá usando el término ‘cláusula’ indistintamente para referirse al discurso oral y escrito.

Como se puede apreciar, el número de cláusulas que conforman un texto obedece al número de grupos verbales que codifican procesos. El ejemplo anterior también muestra que la forma correspondiente al discurso oral no sólo es gramaticalmente más compleja, sino que contiene tres procesos (se asombró, recibió, no esperaba), mientras que la otra sólo tiene uno (recibió). Los procesos reflejan la tendencia del discurso oral a describir la experiencia en términos de lo que pasa, no de lo que existe. Siguiendo a Halliday (ídem), así como el habla es un proceso, en ella se tiende a concebir la realidad como un proceso, no como un producto.

 

El significado y los sistemas

Un fenómeno que se observa es que mientras que la gramática de la forma oral y escrita puede variar, la semántica no necesariamente lo hace. Por ejemplo, tanto en Juan, asombrado, recibió una calificación inesperada como en Juan se asombró porque recibió una calificación que no esperaba se puede observar un significado similar. Es importante recalcar que el significado puede ser de tres tipos (experiencial, interpersonal y textual) y que éstos se representan mediante los sistemas lexicogramaticales de transitividad, modo y tema, respectivamente, como se muestra en el cuadro (adaptado de Eggins, 2002):


Figura 3. Relación entre los tipos de significado y los sistemas lexicogramaticales

Pero los medios de los que se vale el lenguaje para realizar los sistemas de transitividad, modo y tema pueden variar dependiendo del modo de expresión. En el caso de la transitividad, el medio es el mismo tanto para el habla como para la escritura: se trata de la elección de procesos cuyos participantes varían según la naturaleza del evento que describen (material, verbal, mental, existencial, conductual y relacional). Para indicar el modo, en el discurso oral (del español) se tiende a hacer uso de la entonación (descendente para declarativo, ascendente para interrogativo), mientras que en la escritura se indica mediante signos ortográficos. Finalmente, para indicar el tema, en el habla española se hace uso de otro rasgo suprasegmental, que es el de la acentuación (stress), a diferencia de la escritura, que lo indica por medio de la posición.

Se observa entonces que cuando se construyen significados en el discurso oral, el medio es totalmente dependiente de la forma. Por ejemplo, en la escritura es imposible usar rasgos suprasegmentales, y en el habla no se puede hacer uso de la ortografía. Pero a pesar de estas diferencias, es posible comunicar significados similares, como se observó con las expresiones mencionadas anteriormente. Por lo ya mencionado, se pueden tener dos medios distintos con formas gramaticales diferentes y tener un contenido similar. Aquello que asemeja el contenido semántico son las opciones léxicas, las cuales pueden estar “empacadas” de una manera distinta, es decir, pueden variar en su ‘densidad’.

 

Parte 3: Las características lexicogramaticales del discurso escrito

 

Densidad léxica

Se ha visto que en el discurso oral existe un mayor grado de intrincación gramatical que en el discurso escrito. De allí se podría decir que gramaticalmente, el habla tiende a ser más compleja que la escritura. Pero esa es sólo una cara de la moneda. Si se comparan de nuevo los ejemplos Juan, asombrado, recibió una calificación inesperada y Juan se asombró porque recibió una calificación que no esperaba, se verá que la primera no sólo es más compleja gramaticalmente, sino que es más dispersa léxicamente: la primera tiene 5 elementos léxicos (Juan, asombrado, recibió, calificación, inesperada) de un total de 6, lo que da una proporción de 83%; la segunda tiene 5 elementos léxicos (Juan, se asombró, recibió, calificación, esperaba) de un total de 10, lo que da una proporción del 50%.

Para calcular la densidad léxica, es necesario distinguir los elementos léxicos de los elementos gramaticales. Halliday (1989) señala qué hay que tener en mente al distinguir los unos de los otros: 1) Por un lado, los elementos gramaticales, en oposición a los léxicos, pertenecen a sistemas semánticos cerrados. Por ejemplo, un pronombre como yo se encontrará en relación paradigmática con , él, nosotros, ustedes, y ellos, si se toma en cuenta la persona, al igual que con , y , si se toma en cuenta el caso gramatical. 2) Por otro lado, los elementos léxicos pertenecen a sistemas semánticos abiertos. Es decir, que un elemento se puede relacionar de distintas maneras con otro (por ejemplo, puerta con ventana, portón, muro, piso, etc.). 3) A pesar de todo, habrá elementos que parezcan estar en medio de las dos categorías (como es el caso de algunos adverbios modales como siempre y tal vez) y otros a los que se les debería otorgar un valor léxico menor debido a su alta frecuencia (como es el caso de cosa o hacer, los cuales son muy generales).

Entonces, la otra cara de la moneda es que el discurso escrito presenta un mayor grado de complejidad léxica que el discurso oral. Es por eso que en términos generales no se puede decir que la forma oral o escrita sea más compleja, sino que cada cual tiene su propia complejidad. Contrario al habla, la densidad léxica del discurso escrito refleja su característica de presentar la información como un producto, no como proceso. La información está empacada de una manera condensada, pero únicamente en comparación con la dispersión léxica del discurso oral; como dice Halliday (ídem), es imposible hablar de complejidad/dispersión de una de las partes si no se toma como referencia la otra.

 

Metáfora gramatical

La metáfora gramatical está directamente relacionada con la densidad léxica. Si un texto tiene un alto grado de densidad léxica, seguramente será porque contiene un alto grado de metáfora gramatical. Colombi (2006: 147) dice que la metáfora gramatical es un medio lingüístico que “condensa información al expresar experiencias y eventos en una forma incongruente”, y sus objetivos son la objetivización y la abstracción. Esta autora distingue tres tipos de metáfora gramatical: la ideacional, la lógica y la interpersonal.

La metáfora ideacional o metáfora de transitividad, se asocia con el significado experiencial. Se usa para convertir elementos léxicos en un solo grupo nominal. Generalmente, los procesos y los calificadores pasan a ser entidades, aunque los procesos y las circunstancias pueden también pasar a ser calificadores, y los conectores, circunstancias. Por ejemplo, en la expresión Juan, asombrado, recibió una calificación inesperada, la cualidad inesperada es la forma incongruente (i.e. metafórica) del proceso no esperaba, que aparece en la expresión congruente Juan se asombró porque recibió una calificación que no esperaba.

La metáfora lógica se asocia con el significado textual. Colombi dice que “cuando las conjunciones se realizan a través de procesos y sustantivos, permitiendo que dos o más cláusulas se conviertan en una, son realizaciones llamadas metáforas lógicas” (ídem: 157). Por ejemplo, una interpretación alternativa del ejemplo utilizado aquí sería La calificación inesperada resultó en el asombro de Juan. En ella se observa que la relación causa-efecto que se realizaría congruentemente por medio de una conjunción (porque), se expresa por medio de un proceso (resultó).

Por último, la metáfora interpersonal se asocia, como su nombre lo indica, con el significado interpersonal. Ésta puede ser de dos tipos: metáfora de modalidad y metáfora de modo. La primera se utiliza generalmente para expresar el significado modal como el de la probabilidad o la posibilidad a través de otras cláusulas. Un ejemplo es el uso de cláusulas proyectoras como en Se cree que hubo fraude en lugar de finitos modales como en Pudo haber fraude o adjuntos modales como en Probablemente hubo fraude. La metáfora de modo se utiliza para realizar un cierto tipo de acto de habla por medio de otro. Por ejemplo, es típico del lenguaje común hacer preguntas retóricas, cuando en realidad se quiere dar una orden (¿Tienes una pluma? por ¡Préstame una pluma!). Es importante mencionar que contraria a todos los otros tipos de metáfora, la metáfora de modo es más común en el discurso oral que en el discurso escrito.

 

La nominalización

La nominalización es la forma más común de metáfora ideacional. Según Halliday (1994: 353), “la nominalización es el recurso más poderoso para crear metáforas gramaticales”. Ésta consiste en convertir procesos, calificadores, o incluso cláusulas enteras en entidades, como en El libro fue leído, reempacado como La lectura del libro. Una vez nominalizado el evento, se puede ahondar en él: La lectura del libro fue una gran experiencia. Aparte de poder ahondar en un evento, Colombi (ídem) identifica otras tres funciones que cumple la nominalización: ocultar agentes, convertir acciones en cosas, y darle existencia a las cosas.

La nominalización es típica del discurso escrito. Los escritores la prefieren porque es una forma de darle objetividad y abstracción al texto, además de que crea una distancia entre locutor e interlocutor. También, la nominalización es muestra de prestigio en el lenguaje adulto, ya que refleja la capacidad del escritor de crear representaciones mentales abstractas y describirlas en términos más tangibles. Por eso es esperable que en la redacción académica se haga uso frecuente de la nominalización, ya que el desarrollo de esta habilidad va a la par con el desarrollo de las habilidades cognoscitivas.

 

Conclusión

Se ha visto entonces que más que una diferencia de sustancia entre el discurso oral y escrito, existe una diferencia estructural de la cual no se puede decir que una sea mejor o más compleja que la otra: tanto el discurso oral como el escrito son complejos; el primero es más complejo gramaticalmente y el segundo es más complejo léxicamente. De la misma manera, no se puede decir que la forma metafórica sea mejor que la forma congruente, sino que ambas tienen diferentes funciones. Esto es, la forma está regida por la función, que a su vez está regida por el medio.

Una lente por la cual se pueden apreciar estas cualidades es la de la GSF. Mediante la GSF es posible observar las estructuras internas que subyacen en el discurso y poder hacer una caracterización del potencial lingüístico del que disponen los hablantes. Uno de los propósitos para los cuales la GSF sirve como una poderosa herramienta es el análisis textual. Con el análisis sistémico-funcional de textos se puede trascender lo puramente textual y llegar a niveles críticos en donde se pueden descubrir propiedades sutiles pertenecientes a un hablante o a una cultura.

Las aportaciones de Halliday y su GSF han permitido un mejor entendimiento de la estructura de la lengua y de la importancia de su papel social. También ha permitido el desarrollo de disciplinas aplicadas como es el caso del letrismo o la producción multilingüe de textos. Probablemente, una de las mayores aportaciones de Halliday sea su introducción del concepto de metáfora gramatical, ya que a través de éste es posible abordar problemas relacionados con el desarrollo de habilidades académicas o problemas de reinterpretación en la traducción. A final de cuentas, la GSF abre toda una nueva perspectiva por la cual se puede revalorar el lenguaje.

 

Referencias

COLOMBI, Cecilia
2006 Grammatical Metaphor: Academic Language Development in Latino Students in Spanish. En H. Byrnes (Ed.) Advanced Language Learning: The Contribution of Halliday and Vygotsky. Londres: Continuum.

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2002 Introducción a la Lingüística Sistémica. Logroño: Universidad de La Rioja.

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1994 Estructuralismo: Lenguaje, Discurso, Escritura. España: Montesinos Editor, SL.

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1989 Función y Dinámica de las Lenguas. Madrid: Gredos, 1993.

 


 *  Daniel Rodríguez Vergara es profesor de inglés en los Centros y Programas de Enseñanza de Lenguas Extranjeras en la UNAM. Es licenciado en Lenguas Modernas por la BUAP (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla) y maestro en Lingüística Aplicada por la UNAM. Participa en proyectos de investigación en el CELE (Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras) de la UNAM bajo la línea del análisis del discurso, sobre la cual ha dado conferencias en congresos nacionales e internacionales. Actualmente se encuentra estudiando el doctorado en Lingüística en la UNAM.