|  |   
            
              | Didáctica |  
              | Investigación – Acción: Una Metodología del Docente para el Docente |  |  Gabriela Gómez Esquivel    Introducción Actualmente, graduarse de la  Facultad de Letras y tener amplio dominio de la lengua que se imparte ya no es  suficiente para convertirse en profesor. Además de lo anterior, un docente debe  ser un ejemplo de paciencia, trabajo duro, auto-control, buen humor,  puntualidad, responsabilidad, entre muchas otras cualidades. Pero, en  ocasiones, sucede que aún cubriendo todas las expectativas el enseñante no  logra cumplir con el objetivo de su clase. ¿Cómo puede saber qué está fallando?  Este artículo habla de la Investigación-Acción, una metodología en la que los  profesores son los protagonistas de su propio proceso de construcción del  conocimiento, y que permite la detección de problemas y necesidades y la  elaboración de propuestas y soluciones.  I. Origen           En los años cuarenta cuando Kurt Lewin,  psicólogo estadounidense, intentó establecer una investigación científica que  integrara la parte experimental con la acción social y definiera el trabajo de  investigación – acción como un proceso cíclico de exploración, actuación y  valoración de resultados. Así, el investigador es sujeto de la investigación y aborda un aspecto de la realidad (objeto de la investigación)  para explicar el fenómeno estudiado.  Lewis (1946) creó un modelo de  cambio social de tres etapas: descongelación, movimiento, recongelación, en las  que el proceso consiste en: 
              Insatisfacción con el estado actual de cosas.Identificación de un área problemática.Identificación de un problema específico a ser resuelto  mediante la acción.Formulación de varias hipótesis.Selección de una hipótesis.Ejecución de la acción para comprobar la hipótesis.Evaluación de los efectos de la acción.Generalizaciones. A principios de los  años 70, Lawrence Stenhouse y John Elliot retoman ésta metodología. Pero en  ésta ocasión el objetivo es demostrar que en el ramo de la educación las  teorías sólo expresan su valor cuando se traducen a la práctica, y esto sólo  pueden hacerlo los enseñantes investigando con su práctica y con las ideas con  las que intentan guiarse (Stenhouse, 1984).    II.   Definición  Lewin (1946) definió a la  investigación-acción como “una forma de  cuestionamiento autoreflexivo, llevada a cabo por los propios participantes en  determinadas ocasiones con la finalidad de mejorar la racionalidad y la  justicia de situaciones, de la propia práctica social educativa, con el  objetivo también de mejorar el conocimiento de dicha práctica y sobre las  situaciones en las que la acción se lleva a cabo”.Años más tarde, Moser  (1978) añadió que "el  conocimiento práctico no es el objetivo de la investigación acción sino el comienzo". Es decir, que aunque  los problemas son los que guían la acción, la parte fundamental es entender la  enseñanza y no investigar sobre ella: el profesional realiza un proceso de  búsqueda continua por medio de la reflexión  sobre su propia práctica, y como resultado de ello introduce mejoras  progresivas en su propio proceso de enseñanza.
   III. Ventajas Entre sus ventajas principales  se encuentran que permite: a) la identificación de las fuerzas sociales y de  las relaciones que están detrás de la experiencia humana, b) la generación de  nuevos conocimientos al investigador y a los grupos involucrados; c) la movilización y el reforzamiento de las organizaciones de base, e) la optimización del empleo de los recursos disponibles basándose en el análisis crítico de las necesidades y las opciones de cambio,  y f) en algunos casos, después de la comprobación los resultados en la  realidad, cabe la posibilidad de iniciar un ciclo nuevo de la investigación –  acción.   IV.     ProcesoLa Investigación-Acción se  desarrolla siguiendo un modelo en espiral en ciclos sucesivos, que varía de  acuerdo a la complejidad de la problemática. Sus principales fases son: 
            Problematización.       La labor educativa se desarrolla en situaciones donde se presentan problemas prácticos, por lo que el problema elegido será la misma naturaleza. En       general, son inconsistencias entre lo que se persigue y lo que en realidad       ocurre. Es posible diferenciar entre contradicciones (oposición entre la       formulación de las pretensiones y las actuaciones), dilemas (dos       tendencias irreconciliables que se descubren al analizar la práctica, pero       que revelan valores necesarios) y dificultades o limitaciones (situaciones que impiden desarrollar las actuaciones deseadas en las que el docente es incapaz de modificar o       influir, por ejemplo, inercias institucionales). Para formular claramente       el problema, se requiere profundizar en su significado, en sus características,       en cómo se produce, y en las diferentes perspectivas que del problema       pueden existir. Ordenar, agrupar, disponer y       relacionar los datos de acuerdo con los objetivos de la investigación, preparando       la información a fin de proceder a su análisis e interpretación permitirá       conocer la situación y elaborar un diagnóstico.Diagnóstico. Ya identificado el       problema y habiendo formulado un enunciado del mismo, se recopila la información.       Ésta consiste en recoger diversas evidencias, que deben informar sobre las acciones tal y como se han desarrollado, expresar el punto de vista de las personas       implicadas e informar  cómo las personas       implicadas viven y entienden la situación que se investiga. Este diagnóstico       debe contar con una visión proporcionada desde fuera de la       organización, buscando triangulación de fuentes y el uso de otros diagnósticos preexistentes.Diseño de una Propuesta de Cambio. En ésta fase se consideran las diversas       alternativas de actuación y sus posibles consecuencias. Una  reflexión prospectiva permite diseñar       una propuesta de cambio y mejoramiento, y definir un diseño de evaluación de la misma. Esto se hace con la intención de anticipar los indicadores y metas que darán cuanta del logro de la propuesta.Aplicación       de Propuesta. Después de diseñar la propuesta de acción, ésta se lleva a cabo       por  las personas interesadas.       Cualquier propuesta realizada implica una nueva forma de actuar, un       esfuerzo de innovación y mejoramiento de nuestra práctica que debe ser sometida permanentemente a       condiciones de análisis, evaluación y reflexión. Es importante que los equipos de trabajo sigan  llevando a cabo las actividades planeadas       para lograr la mejora, siendo necesarios la negociación y el compromiso.Evaluación. Como ya se había       mencionado, las evaluaciones se siguen realizando de forma continua       durante y al final del proceso de investigación, pues pueden surgir cambios       que requieran una redefinición del problema por diferentes razones (porque       éste se ha modificado, porque ha surgido otro más urgente, porque se       descubren nuevos focos de atención que se requiere atender para abordar el problema original, etc.). Serán la       nueva situación y sus consecuencias las que determinen el proceso de       investigación; y el probable inicio de otro ciclo en la espiral de la       investigación – acción.    V. Estudio de caso En este apartado, los educadores en  proceso de formación Josefina Quintero Corzo, José Federman Muñoz  Giraldo y Raúl Ancízar Munévar Molina, de la  Facultad de Educación Universidad de Antioquia en Colombia, comparten sus  experiencias en el proceso de investigación-acción-reflexión.  Su asignatura se denomina “práctica  educativa”, “práctica docente” o “práctica profesional”, la cual se lleva a  cabo en escuelas que la universidad selecciona para tal fin. A los estudiantes en  ésta etapa se les denomina practicantes,  quienes deben elaborar un proyecto orientado a un problema educativo,  pedagógico o didáctico relacionado con la disciplina específica en la cual se  desempeñarán como profesores.  En su metodología  de trabajo,  el proceso de  investigación sigue cuatro etapas: planificación, actuación, observación y  reflexión. Los practicantes se ubican en escuelas oficiales con grupos promedio  de 45 estudiantes. A cada asesor le asignan grupos de cinco o seis  practicantes. El tiempo dedicado se considera como labor académica, con un  promedio de ocho horas semanales.  La asesoría se concibe como un proceso de  acompañamiento que perfecciona las capacidades del nuevo educador a lo largo de  sus prácticas. Éstas comprenden visitas a los colegios, reuniones de estudio y  asesoría colectiva, tanto en el desarrollo de proyectos educativos como en los  procesos de aprendizaje en una determinada área del conocimiento. Los asesores  preparan además un plan que incluye talleres, seminarios quincenales de  encuentro, guías de trabajo e informes de evaluación. Los instrumentos de investigación básicos  son el diario de campo para describir lo que va ocurriendo, escribir  interpretaciones, reflexiones y formular puntos de intervención. También se  utilizan registros de observación etnográficos, entrevistas abiertas y  transcripciones de clases.
  Como principales  hallazgos de los procesos se tienen los dos siguientes: a)  La investigación acción es inherente a la enseñanza y al aprendizaje.             Cuando el practicante presenta sus avances  semanales a su asesor, le expone sus inquietudes que son registradas  diariamente. Todas ellas requieren de procesos investigadores que el  practicante no podría desarrollar sin su ayuda. Algunos casos expuestos por  ellos son:   Reporte  1. “Bueno profesor, aquí están los planes de clase  y los informes. En general, me ha ido bien, pero no soy capaz con la  disciplina. Aunque logré terminar la guía, no todo fue bueno. Al finalizar la  clase, un alumno de 7C golpeó a dos niños. Y esta vez lo expulsaron del colegio  durante dos días (Informe oral al asesor, 5 de mayo, 2000)”.               Reporte  2.  “Hay  tres estudiantes que no dejan dar clase. Los anoté en el libro reglamentario y  fue peor. No sé si retirarlos de clase o remitirlos a rectoría. Yo les llamo la  atención muchas veces, pero no oyen. Me dan ganas de llorar. Quiero cambiar de  grupo (Diario de campo de practicante, 15 de mayo, 2000)”.               Reporte  3. “Los estudiantes de mayor rendimiento se  desmotivan porque otros compañeros no los dejan trabajar. La agresividad de  muchos estudiantes es muy marcada. Se golpean cuando hay actividades lúdicas.  Se patean, se empujan. Un día, un niño llegó al extremo de golpear la cara de  una niña en plena clase (Diario de campo de practicante, 15 de mayo, 2000)”.               Reporte  4.“El trabajo grupal fue un desastre. Dos niños  empezaron a pelear, yo no sé por qué. Pero esto era horrible. Yo tuve que parar  la actividad y no sabía qué hacer. Aunque trato de formar grupos mezclando los  de rendimiento alto con los que siempre se demoran, no me obedecen. Ellos  prefieren trabajar con sus amigos y no les gusta que el profesor los obligue a  trabajar con otros (Transcripción de clase, 6 de junio, 2000)”. Reporte 5.“Empecé la clase con mucho  entusiasmo. Siempre me preocupo por llevarles …materiales … y preparar el plan  siguiendo las indicaciones del curso de metodología.  Pero no sé qué pasa. Cada semana es una  pelea con este grupo. Ellos tienen algo, yo no sé qué es. Pienso que hay que  ponerlos a trabajar todo el tiempo y mantenerlos ocupados. Quiero que usted me  oriente para mejorar la disciplina y atraer la atención de todos los  estudiantes (Diario de campo de practicante, 16 de julio, 2000)”.  La problemática mencionada indica que el  mayor problema de los educadores en proceso de formación no es la preparación  de sus clases ni la actitud ni la motivación, sino el control de grupo debido a  la agresividad, la resistencia a formar grupos, la desatención y el desorden  que se genera en aulas de 45 y 50 estudiantes. Por consiguiente, los logros del  aprendizaje no son los esperados.  Antes de llevar a cabo este proyecto, la  función de un asesor consistía en decirle al practicante que aplicara los  reglamentos regulares del colegio, que los problemas de aula se deben a la  falta de metodologías, que lleven actividades adicionales para los estudiantes que  terminan primero, que se mantengan optimistas porque los niños y los jóvenes  son así, pero poco a poco van madurando, que esos problemas se van solucionando  a medida que ganan experiencia como profesores y es comprensible porque apenas  están comenzando. Se les proporcionaban lecturas, les prestábamos material y  los apoyábamos emocionalmente. En casos extremos, cuando el practicante no  superaba las deficiencias, después de un seguimiento, era calificado con nota  “reprobado”.  Ahora, al incorporar procesos de  investigación, la asesoría es diferente. Ante todo, es necesario “comprender”  para luego transformar; esto es, mirar a profundidad. Se pide al practicante  que diseñe su diario en tres momentos: Descriptivo,  interpretativo-reflexivo y acciones para mejorar. Después de cada clase,  describe lo que ocurrió de principio a fin. Luego escribe uno o dos párrafos de  reflexiones y valoraciones y, en un tercer momento, propone alternativas para  el día siguiente: qué puede hacer,  qué  pasaría si ensaya tal o cual estrategia. Luego, prepara el plan para actuar,  vuelve a observar, describir, interpretar, reflexionar, registrar y así  sucesivamente.   En principio, no todos los practicantes se  convencen de esta metodología. Hay incertidumbre, incredulidad y resistencia por  recarga de trabajo. Llevar un diario implica esfuerzo, trabajo, disciplina y  modificación de hábitos de estudio. Pero al final del semestre, los resultados  son altamente positivos. Hasta el momento, ningún practicante ha fracasado con  esta metodología. Cada uno, a su ritmo y de acuerdo con sus condiciones  particulares, va mejorando.  Después de recorrer los primeros ciclos,  los asesores pueden observar que,  poco a  poco, los educadores en proceso de formación van encontrando su trabajo  divertido y excitante, se entusiasman, proponen soluciones y observan sus  efectos. Así mismo, valoran el impacto y los efectos de las acciones  emprendidas; se detienen en problemas fundamentales y discuten su importancia;  van descubriendo patrones y tendencias. En los informes de evaluación,  extractados de los diarios, un practicante escribió: “Los alumnos que rinden  más son los más indisciplinados y los que más hacen tareas son los que más  participan, pero a la vez, son menos compañeros”.  Después de sucesivos ciclos, los practicantes  acentúan el valor de la investigación como parte constitutiva de la práctica  educativa. En un comienzo, al entrevistarse con el asesor, le manifiestan: “Mis  alumnos están cansados, indisciplinados, son agresivos; mis materiales no  funcionan aunque estén bien elaborados; es horrible ese grupo”, “No sé cómo  empezar”. Posteriormente, a mediados de semestre, comienzan a indagar por qué  se comportan así y comparan con lo que sucede en otras clases, en otras  circunstancias, con otros profesores, qué otros factores afectan la clase y qué  alternativas se pueden aplicar. Todo esto lleva a identificar causas y efectos,  a establecer relaciones, a predecir hipótesis, a perfeccionar las capacidades  de observación, a diseñar estudios sistemáticos como el seguimiento de casos, a  elaborar entrevistas estructuradas, a registrar  reflexiones y críticas. Por consiguiente, los  procesos de asesoría también se reorientan para mantener al practicante en un  clima de investigación incorporado a su práctica.  En el proceso de mejoramiento de la  enseñanza, los educadores en formación dirigen su atención hacia problemas que  reclaman urgente solución en el aula. Un listado mínimo se relaciona con  disciplina, agresividad, juego, control de grupo, efectividad de la planeación,  manejo del tiempo, manejo de la palabra, interacciones pedagógicas, uso de  recursos, aceptación ante el grupo, evaluación, aplicación de métodos actualizados  de enseñanza, atención de  reclamos y  quejas de los estudiantes, distribución y efectos de los espacios, entre otros.  Los educadores en formación, asesorados  mediante procesos de investigación, siempre buscan incrementar la productividad  de la enseñanza y reforzar valores en sus estudiantes. La dificultad no radica  en preparar un plan de clase porque ellos lo saben hacer de diferentes maneras  y son muy creativos para buscar materiales, diseñar guías, crear juegos,  inventar dinámicas de grupo, planear salidas de campo. Para lograrlo necesitan,  ante todo, disminuir los comportamientos agresivos y la indisciplina que  caracteriza las instituciones de educación básica, crear un ambiente más  abierto, más agradable y más crítico para poder promover el aprendizaje. “La  investigación-acción me ha ayudado a comprender mi acción como profesor y a  encontrar maneras de solucionar mis propias dificultades” (Diario de campo de  practicante, 27 de julio, 2000).Uno de los participantes reflexiona en sus  diarios sobre la gradual toma de conciencia para enfatizar que la investigación  no está separada de la enseñanza y del aprendizaje:
  “A medida que iba aprendiendo más, iba  viendo las mejoras; empecé a ver que lo que yo estaba haciendo era  investigación, lo cual no es del otro mundo. Yo siento que investigo mientras  enseño, mientras planeo, mientras observo cómo progresan mis estudiantes,  mientras evalúo, mientras escribo lo que me pasa (Diario de campo de  practicante, 16 de octubre, 2000)”.  Durante las primeras semanas de práctica,  las reflexiones en sus diarios indicaban desmotivación. El mal genio de los  practicantes o la tristeza por no encontrar soluciones inmediatas a los  problemas en el aula, eran constantes: “Es horrible, no quiero volver a ese  grupo”; “Me dan ganas de gritar, de salir corriendo del salón”; “Quisiera estrangularlos”;  “Me siento un poco triste y muy cansada porque acabo de terminar mi clase en  cuarto grado. Estuve un poco furiosa porque unos niños no me prestaron atención  y durante toda la clase estuve diciendo la misma palabra. ‘por favor,  silencio’. Algunos de ellos no me hacían caso a pesar de las llamadas de  atención” (Diario de campo de practicante, 30 de marzo, 2000).  En los registros finales, el lenguaje de  los practicantes cambió. Se referían más a los resultados de sus ensayos y  experimentos. En los diarios finales se leían indicadores de éxito como los  siguientes:“Acabo de salir de clase. Hoy me siento  muy feliz. Entonces es más fácil preparar actividades lúdicas para darles la  oportunidad de hablar y tener la oportunidad de 
            mejorar la participación. Sé y soy  consciente de la dificultad de lograr que todo el 
            grupo hable, pero, de alguna manera,  tendré que hacerlo (Diario de campo de
 practicante, 20 de junio, 2001)”.
  “Poder analizar atentamente mi clase me ha  ayudado tremendamente. Ahora veomi desempeño con otros ojos. Yo no podía  resolver todos y cada uno de los problemas, pero cuando mi compañera expresó  una situación similar, a mí me entusiasmó (Diario de campo de practicante, 20  de junio, 2001)”.
 b)  La práctica educativa es un espacio permanente de reflexión, interpretación,  observación, crítica y escritura.   Durante el proceso de formación en investigación acción, emergen frases como éstas en  los diarios de los practicantes, guiados  y estimulados por  los asesores: “me  preocupa que... qué pasaría si...  alguna vez ensayé, observé que... tengo curiosidad por saber cómo responderán a... he cambiado la manera de... me ingenié  una manera distinta para... creía  que... pero ahora entiendo que... lo hice, ya sé por qué...”. Con estas frases reflexionan y se  plantean preguntas acerca de lo que hacen, percibiendo el cambio en su propio  comportamiento y apreciando las consecuencias del mismo.             ¿Qué se preguntan los participantes? Al  principio del proceso los participantes se muestran un tanto dependientes y  temerosos, pero a  medida que avanzan se  vuelven más autónomos, observadores y reflexivos: “Me di cuenta de que cuando  trabajan en grupos de cuatro rinden más que cuando trabajan en parejas o en  grupos más grandes” (Diario de campo de practicante, 22 de marzo, 2000). “Los  alumnos se aburren, están cansados porque acaban de salir de un examen de la  clase anterior” (Diario de campo de practicante, 22 de marzo, 2000). En un  inicio solamente mencionan la anomalía, después se preguntan por qué, buscan  razones y buscan alguna estrategia para que no vuelva a ocurrir o para mantener  lo que resulta bien. En los diarios se leen reflexiones tendientes a  experimentar cambios en los espacios, en los métodos, en los lenguajes, en los  discursos. “Qué pasa si siento a un estudiante bueno con uno deficiente, o a  una niña con un niño?” “¿Por qué les gusta más trabajar con guías dentro del  salón que trabajar en equipo fuera de clase” (Diario de campo de practicante, 8  de agosto, 2001). Estas interrogantes se vuelven costumbre para descubrir qué  es lo que funciona mejor en cada situación. Son muchas las páginas en los  diarios de los practicantes, que en la universidad hemos llamado una “memoria  de saber pedagógico”, que están llenas de anécdotas, experiencias, episodios,  aciertos y desaciertos acerca de los procesos formativos, temas bien  entendidos, temas mal entendidos, comportamientos de los estudiantes,  comentarios acerca del aula, el aprendizaje y la enseñanza. Los educadores en  formación muestran interés por desarrollar sus habilidades de escritura a  partir de la identificación de sus propios problemas. Los textos son elaborados  en los diarios a partir de los registros, las notas de campo, las reflexiones,  las observaciones y los informes evaluativos. Los participantes comprenden que  la escritura les ayuda a cualificar su acción y a ser ‘mejores’. La primera vez  que un practicante identificó un punto de intervención para la mejora y el  cambio de su acción inmediata fue cuando escribió: “No me detengo en decir ‘son  indisciplinados’, ‘es horrible ese salón’, ‘voy a pedir cambio de grupo.  Después de registrar mis notas de campo y analizar mis transcripciones, he  llegado a conclusiones más profundas y a buscar significados, causas y  consecuencias de los comportamientos de mis estudiantes. Focalizo las  situaciones que quiero mejorar. ¿Por qué son indisciplinados?, ¿A qué se debe  que los profesores no quieran dar clases en 7B? ¿Qué pasa si les pido a los  alumnos que me ayuden a elaborar los materiales que utilizo en clase? ¿Por qué  un mismo plan no funciona de la misma manera en dos grupos? Me ha sucedido que  un plan funciona bien en el grupo A pero es un desastre en el grupo B.” (Diario  de campo de practicante, 12 de septiembre, 2001). A partir de estos  razonamientos, hemos logrado que los practicantes vayan recogiendo evidencias  de las circunstancias que rodean su quehacer. Al principio, no se dan cuenta de  detalles como, por ejemplo, que mientras pasan al tablero a un estudiante para  corregir un ejercicio, los demás se distraen haciendo otras cosas. Después de  analizar los registros en los diarios, deciden con más seguridad una forma  diferente de corregir los ejercicios.  Cierto día, al visitar la clase de un  practicante, los asesores notaron que sólo cinco estudiantes participaban  activamente. Los cuarenta restantes pasaron buena parte de la clase haciendo  tareas de otras materias o haciendo rayones en el cuaderno o molestando al  compañero de a lado. Ellos sentían que decir esto al practicante de manera  vertical no causaba los mismos efectos que si él los descubría en sus registros  por sí mismos, por lo que formularon preguntas a manera de supuestos previos: ¿Cómo  es la participación del grupo en mi clase? ¿Quiénes participan? ¿Dónde se  sientan los que más participan? Los que no participan, ¿qué otras actividades  hacen? ¿Por qué no todos participan? ¿Qué los impulsa a participar, qué les  impide participar? ¿Cómo puedo mejorar la participación? Luego, realizaron  algunos conteos de datos a partir de los registros observacionales. Empezaron  describiendo el número de filas existentes, la distribución de los alumnos (en  filas, en círculo, uno detrás de otros, por parejas, por grupos libres), la distribución  asignada por el profesor; el número de veces que cada estudiante habla; el  número de alumnos que no hablan del tema de clase, de qué otros temas hablan,  etcétera. Efectivamente, el mismo practicante dijo: “¡Uf!, pero sólo cinco  participaron activamente. De aquí en adelante me voy a fijar si son los mismos  de siempre y cómo participan en otras clases diferentes a la mía” (Comentario  oral de un practicante al analizar un registro observacional de clase). El  punto de intervención emergió espontáneamente y  en su diario registró: “Mañana lograré que de  los cuarenta que no participan, por lo menos veinte se animen y gradualmente me  esforzaré para que los restantes se animen” (Diario de campo del  practicante, 12 de septiembre, 2001). El  asesor aprovecha estos avances para sugerirle al practicante que en el diario  de esa semana aparezcan anotaciones con respecto a ese punto de intervención.  Al describir e interpretar las clases, se  encontraban cada vez más focos de interés para cambiar las actuaciones. Todos  ellos a partir de conteos, registros, charlas, preguntas, comentarios,  reflexiones y ensayos permanentes, ayudados por el asesor. “Es como una cadena,  un descubrimiento lleva a otro”. Así mismo, surgieron otros factores inherentes  al clima de clase, como la cantidad de tiempo utilizado para hablar, cuánto  silencio o confusión existía, qué tipo de preguntas formulaban y respondían; la  cantidad de elogio, recompensa o motivación, y otros. Y si seguían indagando,  seguían descubriendo. La investigación ayudaba a mirar más, y el asesor les  animaba para que se ingeniaran estrategias diferentes para mejorar las  tradicionales prácticas de enseñanza. De esta manera, no es un proceso de  investigación impuesto, sino un proceso que surge del mismo practicante,  orientado por el asesor. Conclusiones La  Investigación-Acción es una herramienta que permite al docente llevar a cabo el  proceso de mejora continua, en la que se integran la reflexión y el trabajo  intelectual en el análisis de las experiencias que se realizan, como un  elemento esencial de lo que constituye la propia actividad educativa.  Su  aplicación ha recibido críticas, entre las más comunes se encuentran: la gran cantidad de tiempo  absorbido en clase y fuera de ella al momento de monitorear y analizar el  desempeño del docente, el desconocimiento de los métodos de investigación más  adecuados para solucionar un conflicto, la poca o nula aplicación de los resultados  de un proceso de  investigación acción a  una investigación, entre otros.  No  obstante, la práctica de la misma ha demostrado que por medio  de ella se aprende a reflexionar, a observar, a tomar notas, a formularse  preguntas, a inferir y a proponerse metas para mejorar el proceso de  enseñanza-aprendizaje. Durante la experiencia se comparten temores, afectos,  logros y dudas; se experimentan problemas en el aula y se buscan formas de  resolverlos; se documentan los modos de enseñar y de aprender, se investigan  los procesos pedagógicos mediante la observación, la descripción y la  interpretación. Las decisiones se toman reflexivamente y se proponen cambios y  mejoras. Cuando se tiene un problema identificado, se convierte en punto de  intervención y se ensayan alternativas de solución con efectos inmediatos.  Una  herramienta que facilita la detección de problemas puede ser la planeación  de clase, ya que al momento de estructurarla y plasmarla se hacen más  evidentes los posibles errores.  La clase debe incluir una  variedad de actividades que combine diferentes actividades de enseñanza  aprendizaje. Está comprobado que los estudiantes se sienten motivados por esta  combinación y se produce en ellos un aprendizaje más efectivo. Se sugiere que  ésta se componga de cinco pasos básicos: preparación, presentación, práctica,  evaluación y expansión; que se pueden realizar en una sola clase o se puede  extender a varias; dependiendo del tema y de sus actividades. El tiempo  asignado a las primera, segunda y cuarta etapas no debe rebasar los ocho  minutos de duración; la práctica de comunicación puede tomar más tiempo.  Como preparación de la clase, hazle saber a los alumnos cuales son  las actividades a realizar y sus objetivos, de esa forma ellos sabrán que  esperar. Una pre-actividad les ayudará a recordar sus conocimientos antes de  dar paso a la siguiente etapa: la presentación. En ella, se presenta el vocabulario y/o la estructura  gramatical de la lección siguiendo alguna (s) estrategia (s) de aprendizaje,  explicándosela primero a los alumnos para que asimilen mejor la lección. La  presentación provee las bases del aprendizaje del lenguaje a los alumnos, y se  logra a través de lo que explica el profesor y de sus libros de texto; por lo  que es importante usar éstos últimos tanto como sea posible. La práctica de los  alumnos es muy importante, por lo que debe estructurarse en base al vocabulario  recientemente enseñado. Como siguiente fase, viene la práctica, en la que los estudiantes  trabajan en parejas o en pequeños grupos con actividades previamente  diseñadas  (por el enseñante o utilizando  las que aparecen en el libro de texto), que les permitan a los alumnos asimilar  todo lo aprendido. El profesor tiene que monitorear el desempeño del grupo y  solucionarles las posibles dudas que surjan y que no puedan resolver por ellos  mismos. Es aquí donde se completa la tarea de comunicación, pues los  aprendientes convierten el lenguaje en una herramienta. A menos que la  precisión en la pronunciación  interfiera  con la claridad del mensaje, el monitor no debe prestar atención excesiva en  ésta etapa. La evaluación se lleva a cabo cuando todos los estudiantes han terminado de realizar su  práctica, es conveniente dar un repaso a la lección. Puede hacerse pidiendo a  los alumnos que den ejemplos de cómo ellos usaron la estructura explicada,  siguiendo así con la práctica oral. Ésta es muy útil por cuatro razones:  refuerza la información presentada en clase, provee la oportunidad de aclarar  dudas, permite al profesor monitorear de manera individual la comprensión y el  aprendizaje, y cierra la lección.  Como  la última fase se tiene la expansión,  cuyas actividades les permiten a los estudiantes aplicar el conocimiento  obtenido en el salón de clases en actividades realizadas fuera de él. Se  sugiere buscar alguna que permita la retroalimentación de esas  experiencias  en la siguiente sesión de  clases.Se concluye este artículo citando una frase de  Stenhouse (1984): “lo deseable en la innovación educativa no consiste en que  perfeccionemos tácticas para hacer progresar nuestra causa, sino en que  mejoremos nuestra capacidad de someter a crítica nuestra práctica a la luz de  nuestros conocimientos, y nuestros conocimientos a la luz de nuestra práctica”.
 Bibliografía BAUSELA Herreras, Esperanza. La Docencia a través de la Investigación-Acción.
 [en  línea].
 http://www.rieoei.org/delosletores/628Bausela.PDF
 [accesado en  noviembre del 2009].
 DE MARTÍNEZ, Elena F. Tipos  de Investigaciones.
 [Disponible en línea]. http://medusa.unimet.edu.ve/didactica/fpdd49/Lecturas/Archivo%20Word/TIPOS%20DE%20INVESTIGACIONES%20.doc
 [accesado en  noviembre del 2009].
 Google. Investigación - Acción. [Disponible en línea].
 http://monografias.com/trabajos15/investigacion-accion/investigacion-accion.shtml
 [accesado en  noviembre del 2009].
 Revista  Electrónica de Investigación Educativa. Experiencias  en investigación-acción-reflexión con educadores en proceso de formación.  2002.
 [Disponible en línea].
 http://redie.uabc.mx/contenido/vol4no1/contenido-munevar.pdf
 [accesado en noviembre del 2009].
 Google. How should a good  language teacher be? [Disponible en línea].
 http://articles.famouswhy.com/what_makes_a_good_language_teacher_/
 [accesado en  noviembre del 2009].
 Google. The essentials of language teaching. [Disponible en línea]. (http://www.nclrc.org/essentials/whatteach/wtindex.htm)
 [accesado en noviembre del 2009].
 |  |