junio - noviembre 2012

Didáctica

El procesamiento de la información en la producción oral del lenguaje

Daniel Rodríguez Vergara  * 
CELE, UNAM

Introducción

Para cualquier ser humano es de interés conocer sus capacidades que hacen de él una especie única. Frecuentemente, centramos nuestra atención en individuos que logran sobresalir en ciertas actividades como lo son las deportivas. Nos puede parecer sorprendente cómo un atleta logra levantar impresionantes cantidades de peso, o saltar alturas espectaculares. Sin embargo, los psicolingüistas notan que pasamos por alto algo tan común pero igual de impresionante: el habla. La diferencia entre el habla y las habilidades sorprendentes de los atletas es que de ésta no se conoce la complejidad de los procesos que la generan, pero una vez entendidos, se observará que una actividad tan común como lo es hablar es en realidad un milagro de la naturaleza. El presente trabajo, tratará de explicar los procesos que generan la producción del lenguaje. Específicamente, abordará el procesamiento de la información en el modo oral de la producción lingüística, en base a la teoría psicolingüística existente.

Preliminarmente, conviene discutir dos dimensiones que sesgarán el curso de este trabajo. Éstas son la de la producción como síntesis lingüística, y la de la modalidad oral del lenguaje. Con respecto a la primera, los modelos de procesamiento advierten las precauciones con las que habrá que entender los procesos de comprensión y producción. Dado que técnicamente un proceso de síntesis puede entenderse como inverso a uno de análisis, de la misma manera, la producción lingüística podría entenderse como inversa a la comprensión. Esto, en cierta manera es cierto, ya que el output de la producción sirve como input de la comprensión. Sin embargo, eso no implica que los mecanismos que trabajan en la producción de manera top-down sean los mismos para la comprensión en la manera bottom-up.

Pasando a la dimensión de la modalidad oral del lenguaje, habrá que decir que se debe tratar con la misma precaución que la advertida anteriormente. Tampoco puede ser tan fácil como para pensar que los procesos de generación lingüística son idénticos tanto para la producción oral como para la escrita, variando únicamente la sustancia-producto del procesamiento, a decir sonido o formas visuales. Bien es cierto que se han dado casos clínicos en donde pacientes afásicos pierden ciertas habilidades lingüísticas parcial o totalmente en sólo una de las modalidades mencionadas. Con todo y esto, tampoco es tan fácil abogar por la independencia de mecanismos encargados de las habilidades orales y escritas del lenguaje. Sin ahondar más, será importante tener en cuenta estos señalamientos.

Módulos del Procesamiento Lingüístico

La teoría psicolingüística muestra lo que parece un acuerdo en cuanto a los niveles más generales que trabajan en el procesamiento oral del lenguaje. Se está de acuerdo en que las etapas que comprenden este proceso son la conceptual, la formulativa, la articulatoria y la del automonitoreo (Scovel, 1998). En lo que sí parecen diferir los distintos modelos psicolingüísticos es el los subniveles que comprenden el nivel de la formulación. No obstante, siguiendo el curso trazado en este trabajo, este nivel será descrito en el apartado siguiente. Por lo pronto me ocuparé en describir brevemente los otros tres: el conceptual, el articulatorio y el del automonitoreo.

En el primer nivel, el conceptual, se presentan las intenciones comunicativas del locutor. Estas intenciones toman la forma de lo que los psicolingüistas llaman en inglés mentalese, y es tan abstracta, o hasta inefable, que ha sido difícil caracterizar los procesos que ocurren en este nivel. Lo que algunos autores afirman (como Valle Arroyo, 1992), y que ha llevado a debates interminables, es que esta materia mental es independiente de cualquier lengua, y que puede tener cualquier forma excepto lingüística.

Según el modelo de procesamiento lingüístico de Belinchón, Rivière e Igoa (1992), la planificación semántica (o conceptual), está íntimamente ligada a la planificación pragmática. Con esto se quiere decir que el contenido semántico está relativamente determinado por las condiciones pragmáticas en las que un locutor intenta comunicarse. Esta idea se puso a prueba a través de un experimento reportado por Bock y Huitema (1999) en el que una persona (el director) al cual le fue dada una serie de tarjetas postales con edificios de la ciudad de Nueva York, las cuales estaban ordenadas en una manera específica, tenía que indicarle a otros sujetos que tenían un juego idéntico de postales--sólo que desordenadas--la manera de ordenar sus cartas, de modo que quedaran igual que las suyas. En este experimento se observó que para que el director cumpliera su objetivo, tuvo antes que averiguar si los sujetos estaban familiarizados con los edificios. De esta manera, si por ejemplo, un sujeto conocía los edificios, el director llamaría a éstos por su nombre (e.g. El Edificio Citicorp). Pero si había un sujeto que no estuviera familiarizado con ellos, entonces el director le diría cosas como El edificio con el techo ladeado. Esto prueba que el contenido semántico está en verdad determinado por un factor pragmático como lo es el conocimiento del interlocutor.

Pasando al nivel articulatorio, éste se refiere a los procesos que dan las especificaciones necesarias para que el aparato fonador complete la tarea de llevar a cabo una expresión lingüística. En cierto modo, hay que distinguir entre la parte de la articulación cuyo estudio le pertenece a la psicolingüística, y la que le pertenece a la fonética articulatoria. Aunque la línea divisoria no es tan clara, se puede entender que el input con el que se alimenta al aparato fonador es un tipo de programación motora. Scovel (1998) atinadamente compara este input con un programa de computadora, y al aparato fonador con una impresora. Según él, la impresora funcionará correctamente si la información que le comunica el programa es la adecuada.

Un fenómeno lingüístico a través del cual se pueden caracterizar los procesos de la programación motora es aquel de “la punta de la lengua”. El fenómeno de la punta de la lengua se refiere al estado en que una persona recuerda un número de características de cierta palabra, excepto su forma fónica (parcial o totalmente). El hecho importante aquí es que de manera variable las personas que experimentan este estado pueden tener acceso a diversas características fonológicas de la palabra deseada, como lo son el número de sílabas, la sílaba inicial, la final, y la acentuada. En base a esto, Valle Arroyo (1992) indica que los procesos de programación no son homogéneos, sino que constan de diversas fases en las que se ponen en juego las variables fonológicas mencionadas. Adicionalmente, se tienen que tener en cuenta los ajustes que sufren los segmentos fonológicos correspondientes a una palabra aislada cuando es puesta en uso en una oración. Por ejemplo, bien se sabe que en español, la letra s de la palabra mes no suena igual si está seguida de la preposición de. En tal caso no suena como una muda [s], sino como una sonora [z]. Entonces, hay que agregar que una de las tareas de los procesos programadores es la de hacer estos ajustes fonológicos.

La etapa final de la producción es la del automonitoreo. El automonitoreo se encarga de reparar en la mayoría de los casos todo aquel output que contenga errores, y de reformular los mensajes que no le parezcan satisfactorios al locutor. En este respecto, y como señala S. Pit Corder (en Scovel, 1998), sería necesario distinguir entre los errores que cometen únicamente los aprendientes de una segunda lengua, los cuales generalmente son pasados por alto, y los que cometen los hablantes nativos. Aunque para muchos esta distinción no sea funcional, o incluso no consideren como errores aquellos que cometen los aprendientes de segundas lenguas, se ha puesto mucha atención en los errores que cometen los nativo hablantes, y han sido categorizados de distintas maneras. De manera general, los errores pueden ser de forma o de contenido. Mientras que los de forma son aquellos en donde se pronuncia mal una palabras (e.g. epimediológica por epidemiológica), los de contenido son aquellos en donde se elige una palabra incorrecta (e.g. frío por caliente). Curiosamente, Bock (1995) muestra que es probable que los de contenido pasen más desapercibidos que los de forma (75% vs. 50%).

Formulación gramatical

Se ha dejado la etapa de la formulación gramatical hasta este apartado debido a que necesita un enfoque especial, ya que se trata de una fase compleja y cuyos procesos no gozan de un acuerdo general entre psicolingüistas. Para describir esta etapa, se ha optado por el modelo descrito por Bock y Levelt (1994), el cual es básicamente una continuación de los trabajos realizados por Merrill F. Garrett (Fodor, Bever y Garrett, 1974). Este modelo es uno basado en errores producidos por hablantes en situaciones tanto naturales como experimentales. No obstante, trata de dar cuenta de los procesos que generan oraciones bien formadas. Aparte, los errores parecen ser la mejor (si no la única) manera de estudiar los procesos que generan el habla.

Aunque, como dice Valle Arroyo (1992), la producción del lenguaje no ha sido tan estudiada como la comprensión, los errores de producción son más evidentes que los de comprensión. Esto quiere decir que el output de la producción es en buena proporción material manejable, ya que se pueden utilizar dispositivos como audiograbadoras que registren las ocurrencias de estos fenómenos. A esto hay que agregar que en situaciones experimentales, es posible suscitar errores en los sujetos. Es por eso que aparte de la simple observación, el laboratorio ha jugado un papel fundamental en la caracterización de los procesos involucrados en el habla.

Finalmente, y antes de pasar a la descripción de los procesos específicos que formulan la gramática (procesamiento funcional y posicional), es necesario hacer hincapié en un par de características del lenguaje que pueden dar idea de la manera en que se deben entender tales procesos. En primer lugar, la economía del lenguaje, que es la que nos informa de las limitaciones de la memoria y del procesamiento en los seres humanos, y del inventario limitado de sonidos para conferir significados. En segundo lugar, lo que Chomsky llamó la “creatividad” del lenguaje (Chomsky, 1972), que se refiere a la capacidad humana de construir enunciados completamente nuevos. Tomando en cuenta estos aspectos, es imposible caracterizar el proceso de producción como uno donde cada significado conferido tenga una entrada ya establecida en la memoria del hablante. Más bien, se trata de un proceso composicional y recurrente en donde se usa una cantidad limitada de elementos para construir estructuras complejas, cuyos significados se construyen a partir tanto de la selección del léxico apropiado, como de la construcción de las estructuras sintácticas adaptables a éste.

Procesamiento Funcional

Según el modelo de Bock y Levelt (1994), el primer módulo en la formulación gramatical es el del procesamiento funcional. Éste a su vez se divide en dos submódulos, el de la selección léxica y el de la asignación de funciones, en los cuales la información todavía no se procesa de manera lineal. El primero trata de la recuperación de los elementos que nos dan información acerca de la categoría gramatical y, en ciertas lenguas, del género gramatical de las palabras en proceso de búsqueda; dicho de otra forma, se recuperan los ‘lemas’. Esto asumiendo que en el nivel conceptual las palabras ya se dotaron de significado y ya se establecieron los papeles temáticos que éstas cumplen. Entonces, los errores que nos dan indicio de la existencia de este submódulo son aquellos donde, precisamente, se selecciona el elemento léxico erróneo, como en ¿Ya se murió el niño? por ¿Ya se durmió el niño?

El segundo submódulo es el de la asignación de funciones, y en éste, como su nombre lo indica, se asignan las funciones sintácticas a los lemas recuperados en el submódulo anterior. Las funciones sintácticas que se asignan son aquellas correspondientes a los casos gramaticales: nominativo, acusativo, dativo, etcétera. Los casos gramaticales no deben ser confundidos con sus correlatos sujeto, objeto directo, objeto indirecto, ya que estos últimos, se refieren a la posición gramatical, más que a la función. Lenguas como el inglés, cuya sintaxis es muy rígida, distingue poco entre estas dos acepciones, ya que, por ejemplo, el nominativo y el acusativo generalmente aparecerán en la posición de sujeto y objeto directo, respectivamente. Sin embargo, lenguas con sintaxis más flexible, como el español, no siguen esta tendencia posicional (e.g. A él no lo soporto).

Un error frecuente que da cuenta de la existencia de esta etapa de procesamiento es aquel donde a los pronombres se les asignan diferentes funciones que las deseadas, como en Ella te gusta, en vez de A ella le gustas. En este ejemplo, Ella recibió erróneamente la función nominativa en vez de la acusativa. Como se puede notar, en español los pronombres no exhiben su función gramatical, al contrario del inglés. Por ejemplo, tomando las mismas expresiones, pero traducidas al inglés, tendríamos You like her y She likes you. Dependiendo de la función que le sea asignada, el pronombre femenino de la tercera persona del singular tomará la forma she o her.

Procesamiento Posicional

El módulo del procesamiento posicional también se divide en dos más, el submódulo de la flexión y el del ensamblaje de los constituyentes. Cabe señalar que el primero también recibe el nombre de recuperación léxica, ya que parece ser que no se ha llegado a un acuerdo en cuanto a 1) la existencia de un orden entre la recuperación de elementos de clase abierta y cerrada, y 2) cuál sería este orden en caso de existir. Las siguientes figuras nos muestran las dos maneras en que ha sido etiquetada esta etapa, dentro del marco de modelo de la formulación gramatical:

Figura 1. Bock y Levelt (1994)

Figura 2. Bock (1995)

Puede también observarse que en la Figura 1 el submódulo en cuestión aparece a la derecha, mientras que en la Figura 2 a la izquierda. Esto al parecer no da por hecho un orden. Además, el flujo del input que viene del procesamiento funcional está invertido en uno con respecto del otro (el flujo siguiendo una corriente hacia el submódulo en cuestión en ambas figuras). A pesar de todo, se puede asumir que antes de recuperar los elementos léxicos, se deben construir estructuras con lotes (slots) a ser llenados por éstos. Aunque aquí no se tomará esta postura, se presentará primero el submódulo del ensambaje.

En el ensamblaje de los constituyentes, los lemas, una vez que les han sido asignadas sus funciones correspondientes, reciben una posición sintáctica. Si en el módulo funcional la información se procesaba de una manera no lineal, aquí se especifica la linealidad. Esto se hace a través de la construcción de estructuras sintácticas entendidas como diagramas arbóreos con niveles de jerarquía que van desde lo más alto (oración) hasta lo más elemental (palabras o morfemas, dado que no es claro si estas estructuras conllevan los afijos). El orden de los constituyentes dependerá de la función que le fue asignada a cada uno de ellos. Así, si tenemos el siguiente input procesado desde el módulo funcional: tener [verbo] perro [acusativo] ella [nominativo], el pronombre tomará la posición de sujeto, y el sustantivo la de objeto directo.
Debe notarse que, como ya se mencionó anteriormente, en lenguas con sintaxis flexible el sujeto no siempre precederá al objeto, sino que el orden dependerá de cuál elemento recibe la mayor atención por parte del hablante. La atención puede estar sujeta a efectos de primación (priming), en los cuales las palabras colocadas en la posición prominente son aquellas que fueron suscitadas a través de otras palabras, debido a parecidos fonológicos o semánticos. Por ejemplo, si en un experimento a los sujetos se les pide que describan una imagen después de que se les presenta una palabra escrita, ellos tenderán a construir oraciones cuyos elementos en posición prominente serán los que tengan parecidos semánticos o fonológicos con la palabra que se les presentó anteriormente. También la atención puede estar ligada a las propiedades semánticas de los elementos a ser ordenados. Bock y Levelt (ídem) discuten la posibilidad de que los objetos animados y concretos puedan recibir con mayor frecuencia la posición de sujeto, debido a la mayor accesibilidad mental que estos presentan.

La que sería la última etapa de procesamiento es aquella de la flexión o recuperación léxica. En esta etapa pueden ocurrir los errores de fijación (stranding errors). Un ejemplo de éstos es cuando un hablante dice Tú hubiste podido ir en vez de Tú pudiste haber ido. Como se puede notar, el afijo –iste queda “fijado” en la posición original, intercambiándose únicamente las raíces de los verbos haber y poder. Los afijos involucrados en errores de fijación pueden ser los que indican tanto tiempo gramatical como aspecto y número. Una pregunta que surge aquí es si al igual que los afijos, los elementos de clase cerrada independientes son también recuperados en esta etapa de procesamiento. Dado que este podría ser el último submódulo en la formulación gramatical, la respuesta sería afirmativa. No obstante, no todos los psicolingüistas están de acuerdo con esto.

Por un lado se dice que la recuperación tanto de los afijos como de los elementos de clase cerrada no es más que una continuación de la construcción de las estructuras sintácticas que iniciaron a gestarse en el submódulo anterior. Entonces, volviendo al ejemplo de la niña y el perro, el output del ensamblaje de los constituyentes luciría así:

Figura 3. Ensamblaje de los constituyentes antes de la recuperación de afijos y elementos de clase cerrada.

Posteriormente, en esta etapa, cada una de las ramas se bifurcaría para especificar en el sustantivo la determinación, y en el verbo el tiempo:

Figura 4. Ensamblaje de los constituyentes después de la recuperación de afijos y elementos de clase cerrada.

Además de estas especificaciones, en esta etapa los elementos léxicos toman ya una forma fonológica. Debe recordarse que antes de llegar a esta etapa, los elementos léxicos venían procesándose en calidad de lemas, ya que sólo contenían información conceptual y sobre la categoría y género gramatical. Ahora, al recuperar la información fonológica de las palabras, pasan de ser lemas a lexemas.

De acuerdo a la manera en que hasta ahora se han descrito los procesos en esta etapa, se le podría caracterizar como una etapa en donde se recuperan las formas tanto de las palabras de clase abierta como las de clase cerrada (incluyendo afijos). Sin embargo, existe un hecho que en cierta forma reta este enfoque, postulando la existencia de todavía una etapa más. El hecho es que se han encontrado casos clínicos en los que pacientes afásicos pierden por completo las palabras de clase cerrada. Lo que provoca desconcierto, es que en algunos de ellos, mientras que las palabras de clase cerrada desaparecen, los afijos permanecen (aunque la forma en que los usan es anormal). Por consiguiente, se ha pensado que esta no sería la última etapa de procesamiento, sino la penúltima, en la que sólo los afijos son especificados (de allí que se le llame submódulo de flexión, no de recuperación léxica). La etapa última constaría en la recuperación de las palabras de clase cerrada.

Acceso al Léxico

Antes de terminar con la descripción de la formulación gramatical sería pertinente hacer ciertas aclaraciones respecto a los procesos por los cuales se tiene acceso al léxico. Como ya se dijo, la formulación gramatical consta de dos módulos, el del procesamiento funcional (que a su vez se divide en selección léxica y asignación de funciones) y el del procesamiento posicional (que a su vez se divide en ensamblaje de los constituyentes y recuperación léxica). Ahora, este proceso podría ser aproximado de otro modo. También podría decirse que la formulación gramatical consta de dos módulos, el del léxico y el de la sintaxis, y cada uno de ellos contiene un submódulo funcional y uno posicional. Esto podría describirse de la siguiente manera.

Otra aproximación a la formulación gramatical

Siguiendo esta lógica, tendríamos que el procesamiento del léxico tiene que pasar por la etapa funcional y posicional en la formulación gramatical. Pero antes de que esto ocurra, la información deberá haber pasado por el nivel conceptual. Entonces, siguiendo a Bock y Levelt (ídem), antes de entrar en la etapa de la formulación gramatical, las palabras tendrán forma de conceptos, los cuales pueden ser activados por una forma visual. Por ejemplo, en el laboratorio las palabras pueden ser suscitadas por medio de imágenes visuales presentadas a los sujetos. Por consiguiente, los conceptos que se procesen dependerán de tales imágenes. Ahora, siendo que el modelo descrito por estos autores es de naturaleza conexionista, la activación de ciertos conceptos implicará la activación de otros con similitud semántica. Por ejemplo, si el umbral del concepto TIGRE se activa, probablemente se activará aquel del de LEÓN.    

Entrando ahora a la parte de la formulación gramatical, los conceptos pasan a ser lemas en el nivel funcional. Como ya se mencionó, los lemas especifican la categoría y el género gramatical de las palabras. Entonces, el lema tigre especifica que pertenece a la categoría gramatical de los sustantivos, y es de género masculino. Ya que esta información es parte esencial del significado de las palabras, la relación que existe entre el nivel conceptual y el nivel funcional (nivel de lema) no es de ninguna manera arbitraria. Por el contrario, la relación que existe entre el nivel funcional y el nivel posicional (nivel del lexema) es altamente arbitraria. En el nivel posicional los lemas pasan a ser lexemas, los cuales especifican las propiedades fonológicas de las palabras. Se dice que su relación con los lemas es arbitraria porque la manera de pronunciarlas, e.g. /tiFгe/, es únicamente convencional.

Una vez que se ha recuperado el lexema, éste sirve como input para las últimas etapas, la articulatoria y la del automonitoreo. Para terminar con este tema se mencionarán tres restricciones que, según Bock y Levelt (ídem), pueden limitar el proceso de recuperación léxica. En primer lugar, no todas las entradas léxicas están almacenadas en nuestra mente, ya que existen algunas cuyo significado se construye, no se recupera. Por ejemplo, no es probable que la entrada mil quinientos treinta y cinco esté almacenada en nuestra mente. De la misma manera, en lenguas con morfología aglutinante como el turco, el significado de las entradas se construye de manera muy frecuente. En segundo lugar, para que haya una recuperación léxica debe existir una entrada léxica, ya que puede haber un concepto perfectamente formado, pero no existir una entrada léxica para tal. Por ejemplo, mientras que para el concepto CUERPO MUERTO existe la entrada cadáver, para el concepto ÁRBOL MUERTO no existe entrada léxica. Por último, aunque exista una entrada léxica, ésta no siempre se recuperará, incluso contando con la información conceptual y funcional. Este fenómeno se observa en el estado de ‘la punta de la lengua’, donde a pesar de saber el significado de cierta entrada, al igual que ciertas características fonológicas, no se puede recuperar por completo.

Conclusión

A pesar de que los errores del habla, los experimentos y las afasias han dado luz a los procesos que generan el habla, éstos aún no se conocen de bien a bien. Por ejemplo, hasta ahora el procesamiento de la información se describió de una manera top-down (del nivel conceptual al articulatorio), sin discutir la posibilidad de retroalimentación de los niveles inferiores a los posteriores. En lo que respecta al acceso al léxico, los conexionistas abogan no sólo por una interacción horizontal, i.e. entre los umbrales paradigmáticos de los conceptos, lemas y lexemas; también abogan por una interacción bottom-up. Por ejemplo, Bock (1986) encontró que en los experimentos en que se pide a los sujetos que describan eventos plasmados en imágenes, la primación de ciertas palabras a través de sus características fonológicas tiene consecuencias en la estructuración de las oraciones (e.g. las palabras primadas tienden a aparecer en la posición de sujeto tanto en oraciones activas como en pasivas). Entonces cabe la posibilidad que en verdad exista una interacción entre niveles inferiores y posteriores.

También hay que tener en cuenta las implicaciones que tiene el hecho de caracterizar el procesamiento de la información tomando como referencia un modelo basado en errores. En sí, los errores son evidencia muy valiosa para la Psicolingüística, ya que tal vez sin ellos no se habría podido alcanzar el conocimiento que ahora se tiene acerca de la producción del lenguaje. Sin embargo, como Bock y Levelt advierten, “Los errores reflejan circunstancias que no pueden tomarse directamente para representar la norma. Así que cualquier hipótesis [basada en errores] es vulnerable a la objeción de que las propiedades [descritas] son aberrantes” (1994: 409). Con esto dicho, los métodos diferentes a la observación adquieren un compromiso mayor en la explicación de la producción lingüística. Si bien es cierto que la experimentación ha aportado una buena parte en esta explicación, otros métodos como el modelaje computacional todavía no han explotado por completo su potencial.

Referencias

BELINCHÓN, Mercedes, RIVIERE, Ángel e IGOA, José Manuel
1992 Psicología del lenguaje: investigación y teoría. Madrid: Trotta.

BOCK, Kathryn
1986 “Meaning, sound and syntax: lexical priming in sentence production”. Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition, vol. 12, núm. 4, (octubre): 575-586.

BOCK, Kathryn
1995 Sentence production: from mind to mouth. En J. L. Miller y P.D. Eimas      (Eds.), Speech language and communication. Londres: Academic Press.

BOCK, Kathryn y HUITEMA, John
1999 Language production. En S. Garrod y M. Pickering (Eds.), Language processing. East Sussex: Psychology Press.

BOCK, Kathryn y LEVELT, Willem
2002 Language production: grammatical encoding. En G. T. M. Altmann (Ed.), Psycholinguistics: Critical concepts in psychology (Vol. 5). Londres: Routledge.

CHOMSKY, Noam
1972 Language and Mind. Cambridge: Cambridge University Press.

FODOR, Jerry, BEVER, Thomas y GARRETT, Merrill
1974 The psychology of language: An introduction to psycholinguistics and generative grammar. Nueva York: McGrawHill.

SCOVEL, Thomas
1998 Psycholinguistics. Oxford: Oxford University Press.

VALLE ARROYO, Francisco
1992 Psicolingüística (2ª Ed.). Madrid: Morat

 


 * Daniel Rodríguez Vergara es profesor de inglés en los Centros y Programas de Enseñanza de Lenguas Extranjeras en la UNAM. Es licenciado en Lenguas Modernas por la BUAP (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla) y maestro en Lingüística Aplicada por la UNAM. Participa en proyectos de investigación en el CELE (Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras) de la UNAM bajo la línea del análisis del discurso, sobre la cual ha dado conferencias en congresos nacionales e internacionales. Actualmente se encuentra estudiando el doctorado en Lingüística en la UNAM.

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