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El Persistente Vestigio del Árabe por Amado Manuel González Castaño
A raíz de los últimos acontecimientos bélicos en la zona del Golfo Pérsico, parecería que nos hemos acercado más a la realidad de los árabes, para no entrar en detalles políticos ni mencionar un grupo étnico en particular. Sin embargo, cuando las huestes hispanas fueron vencidas por las árabes en el año 711, durante la batalla de Guadalete, se inició lo que sería la supremacía árabe en la Península Ibérica, que se extendería casi ocho centurias. Como muchas otras dominaciones, la aparición de la cultura árabe en España influyó en el aspecto socio – histórico cultural y material de los pueblos peninsulares, dejando una marca indeleble, en especial, en el pueblo de España, que en aquellos tiempos estaba conformado por grupos dialectales hispano romanos, es decir, personas que hablaban dialectos de origen latino, lengua de los antiguos romanos. Por aquella época, la lengua árabe ya tenía sus formas clásicas. Esto permitió que los pueblos peninsulares pudieran aprender a través de la lengua de los árabes y de ellos mismos muchas formas: artísticas, literarias, de comercio, de organización social, etc; no sólo por ser la lengua de aquellos que tenían el poder, sino por ser un medio de trasmisión cultural muy significativo. Entre el año que comenzó el dominio árabe en España y el año 1492, cuando los hispanos terminaron de desalojar a los árabes del último territorio, entonces el reino de Granada, en Andalucía, en la zona sur; la gran mayoría de los pobladores se vio en la necesidad de enfrentarse a un bilingüismo de largo plazo, utilizando en su quehacer diario dos idiomas muy distintos: el árabe de los dominantes y el dialecto hispano romance de los dominados. Este bilingüismo de larga duración lleva consigo un cambio e intercambio lingüístico, propiciando préstamos e influencias entre las lenguas en contacto. El sello que dejó el árabe en los dialectos hispano romances de aquel tiempo fue amplio, perdurable y significativo. Entonces, poco a poco las lenguas herederas del latín se fueron transformando en las lenguas modernas de estos pueblos de la actual España. Una de ellas, la lengua castellana, del reino de Castilla, que junto con los demás reinos luchaban por liberarse del yugo árabe, comenzó a destacarse con el papel hegemónico que estaba jugando. Esta lengua castellana o española (como se llamó después de su extensión a todo el país, y su expansión fuera de las fronteras estatales y nacionales, como lengua oficial) logró tener sus formas clásicas, realmente acabadas, cuando los árabes fueron expulsados y tuvo lugar el descubrimiento de América. Por supuesto, la notable influencia del árabe en nuestro idioma tuvo lugar durante formación y la fortalecimiento de éste. No debemos dejar de mencionar el influjo benéfico que, sin lugar a dudas, imprimió la cultura árabe en la española en otras ramas del conocimiento como: los oficios, las obras arquitectónicas, las técnicas agrícolas y artesanales, la medicina, las artes bélicas, los aspectos comerciales, la cocina, entre otras. Así pues, las innumerables huellas de esta duradera influencia han permanecido, imborrables, en nuestra rica y extensa lengua materna. Gran cantidad de préstamos árabes se han enraizado en el idioma español, pero no sólo de árabe, también los originarios de otras lenguas, pero adquiridos en formas diversas. A continuación se hace una breve enumeración de algunos ejemplos de estos préstamos:
Palabras como “ajedrez, álgebra”, la preposición “hasta”, la interjección “ojalá” y muchos verbos y adjetivos son también arabismos categóricamente adoptados en nuestra lengua. No olvidemos que solamente he hecho referencia a la lengua árabe, pues en realidad, los préstamos e intercambios lingüísticos están en constante proceso de evolución y transformación, especialmente, en estos días donde la globalización y la tecnología se mueve a pasos agigantados.
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